Baile en blanco y negro: máscaras y vestidos de la gran fiesta celebrada por Truman Capote en 1967
La expresión baile en blanco y negro podría sumarse a un arbitrario tratado sobre los hitos en la moda del siglo veinte y al escritor Truman Capote como su artífice y director creativo: la fiesta celebrada el 28 de noviembre de 1967 en el Ballroom del Plaza Hotel de Nueva York fue la pasarela para que quinientos asistentes exhibieran sus ejercicios de estilo en White &Black, siguiendo a rajatabla los modismos dictados por el escritor desde una tarjeta con membrete rojo y amarillo, que dictaminó: “Caballeros: traje de etiqueta negro y máscara negra. Señoras: traje de noche, negro o blanco. Máscara blanca y abanico. Junto al little black dress, las máscaras resumen las señas particulares de Holly Goligthy, uno de los personajes más adorables trazados por Capote, y que en la versión cinematográfica lleva una máscara azulina con réplicas de pestañas como antifaz para su sueño trasnochado.
Entre comienzos de octubre y fines de noviembre de 1967, el sector sombreros de la tienda Bergdorf Goodman volvió a estar colmado de encargos. Entre su staff de expertos había comenzado a trabajar Roy Halston, el diseñador más asociado con la estética imperante en la discoteca Club 54, que ideó una máscara de piel de cibelina con un rubí falso para acicalar a Babe Paley, otra con apariencia de maquillaje kabuki para la estilista de modas lista D. D. Ryan, mientras que la joven actriz Candice Bergen le encargó una de conejita con piel de visón.
Fue en el contexto de la fiesta de Capote que Halston diseñó uno de sus primeros trajes: el vestido de organza negro para la crítica de modas Carol Bjorkman. Otro sitio que funcionó como epicentro de los preparativos fue el salón de Manhattan donde tuvo su atelier el diseñador cubano Adolfo Sardina, que recibió 125 pedidos para la fiesta y vendió una cifra similar por encargo de la tienda Saaks de la Quinta Avenida.
Otro colaborador de la celebración fue el fotógrafo Bill Cunningham, cuya creación fue una máscara con forma de cisne, como guiño cómplice hacia el apodo que recibían las mejores amigas de Capote.
También participó Cecil Beaton, cuyos vestuarios y trajes motivaron a Capote en su argumento para la colección con formato de ropas de fiesta. La pasarela espontánea admitió el vestido mod de la tienda Paraphernalia con tajos pronunciados y que dejaban ver un bikini que llevó la joven Penelope Tree junto con una máscara que le aportaba la apariencia de Gatúbela y también de Pierrot. Una máscara con forma de mariposa blanca le permitió a Mia Farrow lucir el nuevo corte de pelo que Vidal Sassoon le había esculpido para su rol en el film El bebé de Rosemary; su pareja, Frank Sinatra, vestía una máscara de gato negro con algunos vestigios de El Zorro. Andy Warhol llevó una máscara de sus series de arte pop y que reproducía su cara.
Como homenaje para los cincuenta años de la fiesta, la revista Vogue encargó obras celebratorias de la máscaras, y encomendó a 13 artistas que reflejasen el espíritu de las fiestas de siglo XXI. Así, el sombrerero inglés Stephen Jones ideó una máscara con forma de oso panda, la maquilladora Pat McGrath trazó un crisol de pétalos blancos, plumas negras y diamantes a modo de tributo a alguno de sus trabajos para las pasarelas de alta costura.
El artista Julien dY’s advirtió que, de hacerse una remake, recurriría a máscaras de plásticos transparente como las que en sus tocados para Commes des Garçons, Eloise Corr Danch ideó a modo de diorama de un jardín, una máscara de Plexiglas con flores en su interior, Eddie Parker recreó las orejitas de conejo que popularizó Candice Bergen, pero la más contemporánea fue la máscara de cristal que permite velar el rostro para proteger a su hipotética usuaria de la ausencia de privacidad y anonimato que conllevan las redes sociales.