"Avisame cuando llegues": los mil miedos de ser mujer y transitar la ciudad de noche
Es re tarde y el colectivo no viene. Voy a esperar un poco, aunque ya pasaron tres tipos y me miraron raro, me da miedo. Sí, sí, me tomo un taxi, pero quiero usar alguna aplicación, los de la calle no me cierran. Sí, sí. Te aviso cuando llego. Acá ya me subí, ¿te puedo compartir mi ubicación? Che, no estoy segura de si está yendo bien. Ah, no, ahí agarró la avenida. Bien. Bueno, acabo de llegar a casa. Hasta mañana amiga, gracias por aguantar del otro lado.
Antes de empezar esta nota voy a aclarar una cosa importante: sé que la inseguridad en la calle no distingue género, pero esta nota sí lo hace. Porque el miedo a ser violadas no es simplemente inseguridad: es machismo.
Ya sabemos que antes las mujeres no estábamos en la vía pública y que ese lugar era de ellos, porque el afuera lo era. Ya sabemos también que, de a poco, nosotras nos fuimos acomodando y hoy somos parte de la calle. Pero eso parece no ser suficiente ya que el pánico, aunque lo batallemos, persiste. Tal vez- inclusive- con más fuerza que antes, porque hoy tenemos mayor conciencia de semejante injusticia.
Cuando tiré el tema en mi cuenta de Twitter, puse que los varones no tenían mucha idea del miedo que nos provocan los desconocidos en la calle de noche, y recibí muchas respuestas de hombres enojados (y de alguna que otra mujer) con dicha afirmación. Enojadísimos. Hombres que me hablaron de que la inseguridad , en este país, la vive todo el mundo. Que tanto mujeres como varones sufren lo mismo. Que las feministas somos unas exageradas por creer que tenemos más miedo que ellos en la vía pública. Nadie menos, etc., etc.
Tengo tres cosas no propias para decir al respecto:
1- Una vez escuché a una feminista decir lo siguiente: "No todas las serpientes son venenosas, pero si te cruzás a una por la calle, por las dudas corrés igual".
2- Muchas mujeres llevamos encima gas pimienta. Mi ex siempre decía: "El gas pimienta no es para que no nos roben, es para que no nos violen".
3- Un compañero de laburo, cuando charlábamos de esto, sostuvo: "Cuando voy por la calle siempre tengo miedo de que me roben o me caguen a trompadas. Nunca experimenté el miedo a ser violado. Ese es un miedo que los hombres no tenemos".
La calle, para nosotras
Cruzar, caminar de más, entrar a un local cualquiera con el corazón a mil por hora, frenar de golpe, disimular que buscamos algo para que pase quien nos da miedo, fingir conversaciones por teléfono con novios imaginarios. Correr. Infinidad de estrategias desesperadas que utilizamos cuando estamos asustadas o sentimos que nos persigue un desconocido.
La abogada e instagramer Agnes Simon (@femigangsta) tiene 24 años y analiza siempre desde las redes estas problemáticas. "Existen distintos tipos de inseguridad y violencia, basta con mirar afuera de tu propio ombligo. Las razones por las cuales alguien se siente habilitado para violentar son varias, este móvil es por género. El miedo que sentimos lo alimenta el acoso callejero que recibimos, los abusos y las violencias que vivimos por ser mujeres. Negar lo que nos pasa a diario tiene que ver con ningunear el reclamo", sostiene la artista.
Pero ¿saben los hombres todo lo que hacemos para poder salir a la calle de noche? ¿Son realmente conscientes de cómo nos cuidamos? La socióloga y escritora Eleonor Faur indica que no. "Ni los hombres tienen mucha idea de todas las vueltas que hacemos y tampoco las mujeres que no están en esas dinámicas, que cuentan con otros recursos. Las jóvenes, por ejemplo, son las que más estrategias arman a la hora de salir porque son, también, las que más salen de noche. Y ellas utilizan y crean redes de cuidado entre sus amigas, se le llama la ética del cuidado popular", dice.
Milena Muniagurra tiene 14 años y toma muchísimas precauciones antes de salir de casa. "En realidad cuando salgo de noche mis padres me llevan a lo de mis amigas porque no les da seguridad, y a mí tampoco. Cuando tengo que caminar algunas cuadras con amigas y es de noche, lo único que pienso es en llegar rápido a donde estamos yendo, mirar constantemente a todos lados y no distraerme con nada", detalla.
¿Es realmente la calle un territorio masculino en nuestro país? "Yo no creo que lo sea, como por ejemplo sí pasa en la India, en Delhi (según la Oficina Nacional de Registro Criminal, en toda la India se registran en promedio 100 violaciones diarias contra 10 denunciadas en nuestro país). Pero sí es cierto que hay un comportamiento masculino que no se logra modificar y que tiene que ver con el acoso callejero. Pese a las campañas hechas, y pese a que bajó mínimamente la cantidad, el acoso continúa y eso se traslada a la inseguridad que dan las calles para nosotras", sostiene la socióloga.
Cabe destacar que el feminismo creciente consigue que muchos hombres comiencen a entender lo que se vive siendo mujer y que se pregunten qué pueden hacer para no darle miedo a una chica de noche en la vía pública. Si bien sería ideal que existiera algún tipo de código, muchos me han dicho que tosen, otros cruzan, otros simplemente se adelantan o se alejan. Todas jugadas que nosotras y nuestro corazón galopante agradecemos profundamente.
Transporte público
Pero todo esto no solo implica un costo altísimo de nuestra atención y estrés sino que, además, sale plata. En general nos da más seguridad que un auto nos deje en la puerta de casa que caminar. Pero esa solución es cara y no es la opción que más confianza le da a las mujeres. En abril del 2015, una chica denunció que fue abusada por un conductor de radiotaxi cuando se quedó dormida. Este año una chica denunció haber sido acosada y publicó los audios del taxista que la invitaba, sin importar su consentimiento, a su casa; la quiso besar y la quiso tocar.
Un relevamiento hecho por la agrupación Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá) sobre violencia contra las mujeres en el espacio público durante el 2017 tiene números que alarman.
El 41% de las mujeres dijo haber sufrido algún tipo de acoso mientras estaba en la parada del colectivo, el 6% experimentó violencia física, frente al 35% que fue acosada verbalmente. El 32% sufrió el acoso dentro del colectivo, es decir: 3 de cada 10 mujeres padecieron alguna vez roces, apoyadas o manoseos.
El relevamiento sostiene además que el colectivo es el medio más usado por las mujeres pero eso cae durante la noche: sólo el 9% opta por tomarse un colectivo y el 45% directamente lo evita. Y sí, a esa hora aumenta el uso del taxi. El 54% de las encuestadas los utiliza como medio de transporte. Pero ya dentro del mismo, el 87% nos mantenemos comunicadas con alguien durante el viaje, mandamos la localización a través del GPS, anotamos la patente y avisamos apenas llegamos a nuestras casas.
"Tomo taxis, aunque trato de evitarlos. Es que viví muchas experiencias bastante complicadas con los taxistas. Mi última experiencia fue fea, tengo varias malas con ese medio de transporte", cuenta Agnes y agrega: "prefiero taxistas mujeres, me generan menos miedo".
La app oficial de taxis de Buenos Aires, BA Taxi, incorporará un filtro que permitirá optar por una taxista y buscará ampliar la flota de choferes mujeres porque casi no hay (736 contra 39.417 varones). Además existe She Taxi, una aplicación que sólo tiene mujeres al volante y buscan dar respuesta al miedo femenino de la noche.
¿Pero es realmente la solución? ¿Es necesario separar a los hombres de las mujeres? ¿No pueden ellos simplemente no acosar? Faur sostiene que lo ideal sería que no suceda: "Es una buena iniciativa que manejen mujeres, pero sería bueno terminar con la idea, o la realidad, de que los hombres son peligrosos, porque necesitamos salir de esa dicotomía.
"Lo que sería mejor es que haya capacitaciones específicas de género para quienes saquen licencias de conducir de tipo profesional. Para que tanto hombres como mujeres que manejan transportes públicos o semipúblicos comprendan la lógica machista que sucede en la calle", detalla.
Aún así, el taxi manejado por una mujer genera más confianza y menos miedo en la mayoría de los casos. "Yo no tomo taxis sola y sí, claramente una mujer taxista me genera mucha más comodidad ya que no tengo la sensación de inseguridad", ejemplifica Milena.
Las precauciones son muchas, no sólo usar la tecnología para estar más seguras sino además, por ejemplo, dejar de escuchar música cuando caminamos a oscuras. "Cuando es de noche ya no puedo ni usar los auriculares, tengo que ir atenta, tengo que detectar qué pasos están a mi alrededor y actuar en consecuencia", finaliza Agnes y yo me pregunto, ¿hace falta convertirse en ninja para zafar de una violación? La respuesta no nos sorprenderá.
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