Desde siempre el humano se ha interesado por el canto de las aves. Por lo general, los observadores las identificamos por su plumaje, pero muchas veces, por ejemplo si vamos a un bosque, debemos valernos de los sonidos para reconocer las especies. Hoy con la cuarentena y el aislamiento social la mayoría de las personas no tenemos la opción de salir a explorar al aire libre, pero sí tenemos un tiempo de más en nuestras casas que podemos aprovechar para familiarizarnos con las visitas aladas que llegan y cantan en nuestros jardines, patios, terrazas o balcones. Para eso hay que concentrarse -sobre todo a la mañana- en las melodías que de ahí vienen.
Escucho un sonido repetitivo, fuerte, la ratona común (Troglodytes aedon), la imagino en algún rincón cercano a mi jardín -en Lobería, provincia de Buenos Aires- saltando, inquieta, yendo de un lugar a otro buscando arañitas e insectos para alimentar a sus pichones. Luego un canto como un chillido fuerte, que es respondido a la distancia… la pareja de benteveo común (Pitangus sulphuratus).
Más lejos, de manera constante, un canto fuerte, repetitivo, con gran variedad de notas que lo escucho solo en primavera-verano, el zorzal colorado (Turdus rufiventris). Y también nuestra Ave Nacional, la pareja de horneros (Furnarius rufus), que repiten el repertorio los dos al mismo tiempo. Distingo la bandadita de los tordos renegridos (Molothrus bonariensis) por su canto bien variado y armonioso; se suma algún tordo músico (Agelaioides badius) dando la voz de alarma ante algún peligro, luego silencio: toda la bandada se fue.
El chingolo (Zonotrichia capensis) se hace notar con un sonido armonioso, constante, confiado. Las cotorras (Myiopsitta monachus) se escuchan bien fuerte, y tras un rato una calandria grande (Mimus saturninus) con un largo repertorio, variado y hermoso. ¿Cómo no reconocer este animal? Gran imitador de las melodías de otras especies de aves, de sonidos de otros animales, silbidos y hasta de alguna alarma, convive en nuestros jardines, y se dice que si la calandria cae en cautiverio dejará de cantar y hasta se dejará morir antes de vivir encerrada.
¿Cómo se producen todos estos sonidos tan distintos, que van desde melodías armoniosas a chillidos fuertes? Las aves tienen un órgano muy desarrollado y complejo llamado siringe, que junto con los órganos respiratorios y el aire que entra y sale son los que producen el sonido. Siempre hay excepciones en el mundo de las aves, y no todas las especies son cantoras. Por ejemplo, la cigüeña americana –entre otras– no canta, reproduce sonidos mecánicos mediante el movimiento de sus picos.
El canto es una serie de notas muy armónicas que es usado como un medio de comunicación, para marcar y defender el territorio, conquistar a la pareja (sumado al despliegue de plumas, regalos y vuelos nupciales). También pueden emitir otros sonidos, considerados llamados o reclamos, por ejemplo el emitido por los pichones al solicitar comida o gritos de alerta ante un peligro, son notas más cortas y fuertes.
Las aves tienen un órgano muy desarrollado y complejo llamado siringe, que junto con los órganos respiratorios y el aire que entra y sale son los que producen el sonido.
Los paseriformes, comúnmente llamados pájaros, tienen las siringes más desarrolladas, complejas, por lo tanto, sus cantos son muy variados.
La primavera es la estación en que más pueden escucharse, ya que es la época de mayor reproducción. Un macho que canta mucho demuestra a las hembras que está bien físicamente y que va a poder reproducirse y colaborar con la crianza de sus pichones. El mejor momento del día para observar y escuchar las aves es bien temprano a la mañana, cuando tienen mayor actividad.
Por Susana Gómez, médica veterinaria, especialista en registros de fauna autóctona.
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