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Tendida sobre el suelo cerca de la estación de la localidad de González Catán, había estado llorando del dolor durante varias horas cuando la ayuda finalmente llegó. Alertados por un pedido de auxilio de los vecinos de la zona, varios voluntarios de la Asociación Civil Zaguates se acercaron al lugar sin saber con qué se encontrarían pero con la esperanza de poder cambiar la vida del animal.
“El rescate fue durísimo. La perra no paraba de llorar. Llovía y la habían tapado con cartones. La agarramos como pudimos y tuvimos que improvisar un bozal porque era tal el dolor que sentía que no se dejaba tocar. Luego pudimos recostarla sobre mantas, la abrigamos y nos dirigimos directamente a la veterinaria para ver qué nos sugerían hacer con ella. Sabíamos que el cuadro era complicado”, recuerda Natasha Domecq, una de las voluntarias de Zaguates Refugio que asistió en el rescate de la perra a la que bautizaron Cala.
“Las posibilidades de que caminara eran pocas”
La perra quedó internada. Su pronóstico no era bueno: no incorporaba los miembros traseros y presentaba dolor abdominal. Se le realizaron radiografías y ecografías. Pesaba 14 kilos y tenía un largo camino de rehabilitación por delante. Cala había sido atropellada y la lesión severa en la columna también comprometía su cadera. Los primeros días comía con muchísimas ganas y, a pesar de lo difícil que sería su futuro, todos entendieron que Cala tenía ganas de salir adelante.
Con tristeza, los voluntarios llegaron a la conclusión de que Cala había tenido una familia en su pasado. Con nueve años, estaba castrada y no tenía los rasgos típicos de los perros que sobreviven en las calles. “Con el correr de los días nos dijeron que las posibilidades de que volviera a caminar eran escasas, pero que todo dependía de ella. Los análisis de sangre habían dado dentro de todo bien, pero el tema era su sensibilidad en las patitas de atrás”, detalla Natasha.
“Entendió que la queríamos ayudar”
Finalmente, Cala estuvo en condiciones clínicas para que se procediera a una intervención quirúrgica y los médicos intentaran estabilizar la columna. “La cirugía salió dentro de lo esperado y a medida que pasaban los días, su evolución era favorable: ella comía y tomaba agua por sonda, estaba alerta y siempre que le hacían mimos sonreía. Parecía que entendía que estábamos haciendo todo lo posible para que tuviera una segunda oportunidad en la vida”.
Poco después, Cala se mudó a un tránsito para seguir con su recuperación. Parecía estar más tranquila, y con ganas de seguir adelante. Empezó con sus terapias de fisioterapia en el centro de la Dra. Graciela Sterin y con sesiones de terapia neural para intentar recuperar un poco de sensibilidad.
Alondra, la joven que es su actual tránsito le brinda mucho cariño y tranquilidad. “Es una perra muy mimosa. Incluso cuando le cambiás el pañal ella misma se acomoda para que sea todo más fácil. Adora a sus madrinas que nos ayudan con sus traslados o que la acompañen a terapia para mejorar su estabilidad y sensibilidad”.
Calita -como la llaman en su círculo más íntimo- es muy juguetona y siempre tiene sus peluches cerca. Dos o treces veces al día tiene que hacer ejercicios para movilizar las patitas traseras, eso contribuye con las actividades que hace en las sesiones de fisioterapia a las que asiste dos veces a la semana. “Quizás no logre volver a caminar pero ya puede pararse solita para comer y tomar agua y eso es increíble. Nunca hubiéramos imaginado que ella podía lograrlo. Siempre sonríe y es muy agradecida”, dice emocionada Natasha.
Así lo confirma también Viviana Castro, una de sus madrinas, que está pendiente de todo lo que la perra pueda necesitar. “Calita me emociona cada vez que la llevo a su sesión de fisioterapia. Hoy ya me da besos, algo que no conocía hace un año, besos que seguramente a ella nunca le dieron. Y es tan generosa que a pesar del maltrato que recibió de parte de los humanos, ella con todo su amor incondicional, vuelve a confiar en esos otros humanos que sí queremos darle lo mejor. Calita, con toda su generosidad, nos da la oportunidad de demostrarle que somos muchos los que queremos un mundo donde todos los animales sean respetados y amados”.
Desde el refugio no pierden las esperanzas en encontrar una familia que ame a Cala con todo su corazón. “Cala es una demostración de lo que realmente es la resiliencia. No para de sorprendernos: viene evolucionando muchísimo en sus terapias . Ya puede dar unos pasitos, antes era impensado verla pararse para comer. Le debemos una segunda oportunidad, es muy buena y muy compañera. Quien esté interesado en transitarla con posibilidad de adopción o adoptarla directamente tiene que saber que todos los que la amamos nunca le vamos a soltar la mano, siempre estaremos para ayudar con sus ejercicios, para llevarla a sus terapias, para llevarle regalitos como sus peluches. Y para acompañarla en todo lo que necesite. Se lo debemos, le prometimos una familia y no vamos a bajar los brazos hasta lograrlo”.
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