Es una especie “casi amenazada”, a un mes del accidente continúa en recuperación.
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La divisaron casi de casualidad. A la distancia, pudieron entender que se trataba de un animal malherido que se arrastraba en dirección a la autopista Panamericana. Ocurrió en el Municipio de Escobar. Cuando finalmente el personal de control de la zona pudo llegar al lugar, advirtió que estaba ante la presencia de una mulita (Dasypus hybridus) con el caparazón roto. Inmediatamente la trasladaron al centro de zoonosis del área y desde allí fue derivada a la Fundación Temaikèn.
El animal había sido atropellado por un auto y llegó en estado de shock a la sala de primeros auxilios, con pérdida de sangre y desprendimiento de coraza del subcutáneo. Su pronóstico era grave. No había tiempo que perder, su vida pendía de un hilo. Los médicos veterinarios a cargo del Hospital le colocaron una vía para administrarle fluidos y analgésicos. Luego se limpió la herida y se realizó un vendaje. Posteriormente la mulita fue instalada en la Unidad de Terapia Intensiva con un ambiente adecuado para ella.
Lamentablemente, y cada vez con más frecuencia, es moneda corriente encontrar animales atropellados en rutas. Esto es debido a que el hombre cada vez interviene mas en el hábitat de los animales. Construye rutas o ciudades donde antes no había. Al modificar un ambiente los animales quedan más expuestos a estas problemáticas.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) — una reconocida organización conservacionista que elabora un listado del estado de conservación de plantas y animales a nivel mundial — la población de mulitas está en decrecimiento y se la considera especie “casi amenazada”. Entre los principales peligros que debe enfrentar este animal se consideran los desarrollos inmobiliarios, la expansión de la agricultura y la pesca, el trazado de rutas y vías, la caza y captura de animales terrestres, y la presencia de especies o enfermedades invasoras exóticas, entre otras.
Además, la mulita es una de las especies que habita en la zona del Delta, un humedal de la región en peligro y que actúa como refugio de flora y fauna de gran valor para la conservación. Este humedal es amenazado por la deforestación, por los incendios, la contaminación de las aguas, la introducción de especies exóticas invasoras y la caza de animales silvestres.
Un panorama poco prometedor
Los primeros días de recuperación fueron algo difíciles. “Cuando ingresó, pesaba 4 kilos y luego bajó de peso porque no comía. Lógico, estaba dolorida y estresada. Pero, una vez que manejamos el dolor con analgésicos y la estabilizamos, comenzó a comer por sus propios medios. Al principio le dimos dieta blanda para que fuera fácil de digerir”, explica Martín Gaubeca, asistente veterinario en Fundación Temaikèn.
Pasó alrededor de un mes. Tanto las curaciones que se le hacían -con una jalea preparada a base de una concentración sobresaturada de azúcar que favorece la cicatrización- como su estado general evolucionaban favorablemente. Además se le practicaron una serie de suturas especiales para afrontar la coraza con el subcutáneo y permitir que se fuera cerrando el caparazón. Todavía le queda mucho por cicatrizar en su coraza ya que tuvo un abundante desprendimiento en esa zona. Pero el pronóstico es alentador.
“Confiamos en que lo logrará”
Los médicos y cuidadores esperan que la mulita vuelva a la naturaleza, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Una vez que clínicamente esté dada de alta, comenzará la etapa de observación de conducta para evaluar si es apta para la liberación. “Confiamos en que lo logrará. Son animales rápidos y escurridizos. Ante una situación de peligro rápidamente se esconden en sus madrigueras y es lo que ella está comenzando a hacer cada vez que advierte presencia humana en la proximidad de su recinto. Esa es una buena señal”, agrega Gaubeca.
Una vez que se le otorgue el alta clínica, el siguiente paso es trasladarla al Centro de Recuperación de Especies (CRET) donde un equipo especialista en comportamiento evaluará sus condiciones para una posible liberación. Por ejemplo, se le esconderá comida -en la naturaleza se alimenta de hormigas, termitas, cucarachas, grillos, pequeñas raíces y algunos frutos- y se evaluará si puede realizar búsqueda, si puede excavar, si ha tenido impronta o no con el humano (esto quiere decir si relaciona positivamente su alimentación con las personas), entre otros aspectos.
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