Los expertos realizaron este hallazgo al analizar la información más reciente publicada por la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea
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Un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Astronomía (MPIA) identificó, en las regiones centrales de nuestra galaxia, el “pobre y viejo corazón de la Vía Láctea”.
Estas fueron las palabras que emplearon para referirse a una población de estrellas que se formaron en la historia temprana de la Vía Láctea, hace más de 12.500 millones de años.
Los astrónomos hicieron este descubrimiento al analizar la información más reciente publicada por la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea. Para eso, utilizaron una red neural con el objetivo de extraer la metalicidad de dos millones de estrellas brillantes gigantes en las regiones internas de nuestra galaxia.
La metalicidad es la cantidad de elementos químicos más pesados que el helio que contiene la atmósfera de la estrella (cuánto más baja es su metalicidad, más antigua es la estrella). En un mapa del cielo, estas estrellas parecen estar concentradas alrededor del centro galáctico.
Las distancias proporcionadas por Gaia (a través del método de paralaje) permiten una reconstrucción en 3D que muestra esas estrellas confinadas dentro de una región comparativamente pequeña alrededor del centro, de aproximadamente 30.000 años luz de diámetro.
La detección de estas estrellas, así como también las propiedades que se observaron, corroboran simulaciones cosmológicas de la historia más antigua de nuestra galaxia. Según explican los investigadores del estudio, estas simulaciones predecían donde podrían encontrarse las antiguas estrellas.
Aprendizaje automático
Para realizar el análisis, los astrónomos recurrieron a métodos de aprendizaje automático. En este caso particular, la red neuronal se entrenó con espectros Gaia seleccionados como entrada: espectros de Gaia para los que la respuesta correcta, la metalicidad, ya se conocía a partir de otro estudio. La red neuronal logró deducir metalicidades precisas y exactas incluso de estrellas con las que nunca se había topado.
Si bien la información obtenida gracias al análisis de los datos de Gaia es innovadora, dado que demuestra la existencia continua del “pobre viejo corazón” de nuestra Vía Láctea, ese descubrimiento genera nuevas preguntas, como por ejemplo, a qué galaxia progenitora de la Vía Láctea pertenece cada una de las estrellas de esta región central. Los investigadores confían en que podrán resolver esta y otras preguntas en el futuro.
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