Astrólogos: los nuevos gurús de la generación millennial
"Mercurio está retrógrado", dice Lucía Román a una compañera de trabajo. Las dos se miran y saben que no son buenas noticias. De pronto, las peleas con el novio, los problemas que no paran de brotar en la oficina y la nula o escasa vida social empiezan a encontrar una explicación. Una que proviene de los astros, como pasaba hace miles de años observando el cielo. Hoy no hace ni falta levantar la mirada: basta con bajar una app al celular para saber que del 17 de noviembre al 6 de diciembre Mercurio, el planeta que rige la comunicación, los medios de transporte y las relaciones humanas, iba a estar retrógrado. Y si no está la app en el dispositivo alcanza con entrar a la página www.ismercuryretrograde.com para chequear en qué posición está el trascendente planeta. El ‘Yes’ en grande acompañado por la frase "that may account for the weirdness" (lo que se traduce como "en esto puede explicar la rareza") y los íconos para compartir la información al instante en todas las redes sociales posibles lo confirma todo. Mejor mantener la calma. Los astros no están de nuestro lado.
Que Mercurio esté retrógrado y que esas sean malas noticias para muchas personas en el mundo habla a las claras de la dimensión que hoy ha alcanzado la astrología en la vida cotidiana. Porque ya no basta con saber el signo del zodíaco, algo que hoy por hoy es considerado de un nivel de superficialidad alarmante. También hay que conocer el ascendente, saber dónde estaba la Luna al momento de nacer y claro: estar al tanto de si Mercurio está o no está retrógrado.
Tema obligado de conversación entre amigos de menos de 30 (aunque se extiende a los de 40 y pico también) ya no se oculta, ya no avergüenza, ya no es tabú: por el contrario, hoy se agradece la recomendación de un astrólogo de confianza al cuál acudir en caso de emergencia emocional. De hecho, la carta natal (una especie de foto de cómo estaba el universo en el momento exacto en que nacimos, que puede costar entre $1000 y 2500 pesos) es uno de los regalos que más hacen los millennials entre sí. El otro es el la revolución solar, un horóscopo de cómo será el año de la persona que tiene validez de un cumpleaños a otro. Hasta Spotify se hizo eco del boom: cuando Felicitas Ramos abrió el mail de "su 2018 musical" que la plataforma le envió, además de enterarse cuál había sido el artista más escuchado y la canción más oída se enteró de su marcada preferencia por los artistas escorpianos. El creciente interés por la disciplina que estudia los astros también se traduce en la cantidad de escuelas que hay sobre la temática y en los retiros astrológicos que se organizan cada fin de semana. Hacer un curso de astrología hoy está al mismo nivel que aprender sobre vinos o a hacer sushi en casa. Incluso, los hay para chicos: uno invita a niñas de 9 a 12 años descubrir "tu bruja de luz" y encontrar tu manada", un concepto que también circula por redes sociales.
La astrología también llegó al Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA) con el programa Astrología en el Museo, que incorpora prácticas y conocimientos de esta disciplina para generar nuevos modos de acercarse al arte contemporáneo. El astrólogo Martín M. Wollmann, junto con la Compañía Astral (grupo que conjuga arte, danza y poesía) son los encargados de las visitas guiadas un domingo por mes, de 18 a 20, por una selección de obras que están atravesadas por la energía del signo solar de ese período.
"Es un recorrido con mirada astrológica de la muestra actual del museo –explica Martín–. La astrología es el lenguaje de la energía, le pone palabras. Cada obra tiene vida propia y emana una energía distinta. Para el museo es una manera de atraer nuevos públicos y para mí es la manera de traer la astrología a otros ámbitos y expandir sus posibilidades, que la gente pueda poner un ‘filtro astrológico’ para mirar las cosas". El programa empezó en marzo con el primer signo del zoodíaco: Aries. Junto con Escorpio resultó ser de los más convocantes del año. Mañana será el turno de Sagitario. "Es muy loco porque el público que va, que suele ser entre 150 y 200 personas, toma la energía de ese signo. Con Aries, que es fuego, y tiene la energía de inicio, la gente se desbordaba, se tropezaba, era todo medio caótico. Y con Virgo, por ejemplo, fue todo superordenado, todos en fila, cero caos", cuenta Wollmann. La propuesta termina en la calle, con cerveza invitación de birrería Funes y bailando al ritmo del DJ Tucu Tucu.
Cambio de mirada
De todas las terapias no tradicionales a las que la gente recurre para conocerse y buscar respuestas a lo que le sucede, la astrología empezó a formar parte del abanico de disciplinas alternativas que se centran en el individuo. No es casualidad que en un país hiperpsicologizado la astrología que hoy es furor en Argentina es precisamente la psicológica, más alejada de las predicciones y mucho más centrada en el ahora y el yo: en la personalidad y en cómo un individuo se relaciona con los demás. La herramienta clave aquí es la carta natal, el mapa que sirve para saber dónde estamos parados y te muestra aspectos que están apagados.
"Desde hace un tiempo la gente está más abierta a las disciplinas alternativas: el counselling, las constelaciones familiares, la terapia floral, la bioenergética... La astrología forma parte de ese abanico y pegó sobre todo porque las redes juegan un papel fundamental. Son el acercamiento con el público millennial", dice Lucía Gaitán, astróloga e instagrammer (@lu.gaitan) que trabaja desde la astrología psicológica. Según Lucía, que estudió Ciencias Políticas, el boom entre la generación nacida hacia finales de los 80 tiene que ver con el ego: "Si bien se interesan por el medio ambiente y se muestran solidarios con distintas causas sociales, los millennials son (somos) egocéntricos. Y la astrología psicológica te habla desde tu individualidad, de tus particularidades. Desde lo que te hace especial. Es una gran herramienta de conocimiento y te da respuestas que otros no pueden aportar".
Para Wollmann la vuelta a la astrología se explica desde el cambio de eje. "Se trabajó mucho en recuperarla y darle un nuevo enfoque menos determinista, más asociada a las personas y a las emociones. Y al ubicar la astrología en el presente y no en el futuro ya no se le teme. Hay un montón de herramientas predictivas. Pero la gente quiere focalizarse en el ahora".
Mauro Cesolari es lector de registros akáshikos y trabaja con distintas terapias holísticas. Para él, la astrología es una herramienta más de las muchas que utiliza para hacer un abordaje integral de la persona. El auge por estas disciplinas lo explica también a través de los astros. "Internet y las redes sociales ayudan mucho porque la información está muy a mano –dice–. Pero también hay una cuestión astrológica: hace algunos años entró Neptuno, el planeta de la espiritualidad, a piscis, un signo muy espiritual. Esto hace que estemos más conectados como sociedad con lo emocional", plantea Mauro, que tiene, en promedio dos sesiones por día (cada una dura entre 2 y 3 horas). La mayoría son mujeres, pero últimamente también se acercan varios hombres.
"En todo el mundo hubo un cambio de mirada con la astrología psicológica o humanística. Ya no mira al futuro, sino al presente. Si hay algo que no entendés, necesitás una búsqueda interior. Muchos vienen y te plantean que tienen determinada dificultad: ahí la carta facilita ver por dónde hay que trabajar –sostiene Cesolari–. Simplifica la entrada al tema, le permite al psicólogo ir más rápido en la terapia. Muchos vienen porque sienten que se estancan en su psicoterapia y necesitan una mirada distinta".
Para Andrés Carreño, creador y director de la escuela Acheniyeu Au, el auge astrológico al que asistimos tiene un lado negativo: "Mucha gente se acerca solo por curiosidad, porque quiere hacer su carta natal. Lo entiendo y está perfecto. Pero cuando les planteo que hace falta de su parte un compromiso, que las devoluciones las hago en seis encuentros a lo largo de medio año para que puedan procesar la información me dicen, ‘ok, bueno después te llamo’. Cuando no veo un compromiso de cambio, prefiero abrirme", sostiene Andrés, que asegura que de acá a marzo tiene todos los turnos tomados, con cuatro consultantes por día. Este fin de semana realiza un retiro astrológico con los alumnos de su escuela. "Cuando empezamos eran tres alumnos. Ahora ya son 15 y el año que viene serán 20. Fui abriendo distintos niveles porque los que empezaban querían seguir profundizando. En total son 5 los años de estudio. Me piden que haya un sexto, pero ya está. En un momento hay que cerrar", dice Andrés, que estudió Filosofía y Letras y descreía de la astrología hasta que se topó con Carl Jung: "De él a la astrología hay un paso", sentencia.
Cuando Romina Tomeo cumplió 40, su mundo se llenó de preguntas y cuestionamientos que hasta ese momento nunca habían aparecido. De alguna manera, llegar a las cuatro décadas fue el puntapié para hacerse la carta natal. Canceriana con luna y ascendente en piscis, Romina venía con años de terapia tradicional y había cosas que no terminaba de cerrar. "Creo en las energías y tengo una amiga que estudia astrología, me habló y quise darle una oportunidad –cuenta–. Te muestra aspectos que están impregnados en tu personalidad. No es que te cambia la vida, pero puedo decir que tengo una visión más iluminada de quién soy. Tengo en claro que soy más sentimiento que racionalidad y que necesito del orden para poder ponerme en caja y tener una estructura que me contenga", describe.
Lejos de los prejuicios que existían en torno a la astrología hace algunos años, Romina, que trabaja en comunicación, asegura que el mito alrededor de las personas que hacían estudios alternativos, se cayó. "La astrología se relaciona mucho con la psicología, de hecho hay psicólogos que son astrólogos y lo complementan. Esto no es esotérico, la carta natal brinda información. Los astros están ahí, como sociedad estamos empezando a darle más valor a las cosas que estaban en los orígenes de nuestra civilización. Vivimos en una sociedad abrumadora y buscamos lugares de respuesta. Los de los 30 o 40 que ya hemos vivido bastante buscamos en estos espacios alternativos respuestas complementarias. Los más jóvenes tal vez, buscan una mirada más a futuro".
A Nadya Hernández hacerse la carta natal la movilizó al punto de ponerse a estudiar astrología. "Hubo mucho cambio en mí porque te encontrás con una información que te modifica. Me desarrolló la intuición, es un saber muy único. Podés ver plasmado el momento de tu nacimiento y entendés que hay un universo que dialoga con nosotros. Y descubrís que sos de muchas maneras, ves tus virtudes y ves tu sombra, tu parte que está en la oscuridad. También empezás a entender que el afuera se expresa en uno. Yo me llevaba el mundo por delante, era modelo, vivía de mi imagen. Hoy estudio zapatería y soy otra persona", admite Nadya que fue mamá hace dos meses. "En mi carta había algo muy fuerte con la maternidad por donde está mi luna. Cuando uno conecta con formas de ser propias, más cerca de su identidad está".