A sólo 25 km de Venezuela, esta isla de las Antillas Menores es parte del Reino de los Países Bajos. Ubicada por fuera del cinturón de huracanes, garantiza 300 días de sol entre exóticos paisajes desérticos, playas de ensueño y una nutrida oferta hotelera y gourmet.
"Aruba, Jamaica, oh I wanna take you. Bermuda, Bahama, come on pretty mama". Así arranca "Kokomo", la canción de los Beach Boys que explotó con Cocktail, la película ochentosa en la que Tom Cruise cumple el sueño del bar en la playa y el amor de verano. Me sentí obligada a citar esta estrofa como prólogo de la nota porque cada persona a la que le comenté que me iba a Aruba me respondió cantándola a capela. Y, lo cierto, es que el apacible ritmo va perfecto con un destino que lleva el apodo "One happy island" (la isla feliz), perfectamente adjudicado a una tierra donde todo conspira para que uno sólo pueda sentirse así. Un clima perfecto, donde la brisa acaricia el pelo a pesar del sol rabioso, donde es posible caminar por playas larguísimas mientras los pies se refrescan en el agua turquesa o sienten la suavidad de una arena que parece talco, donde es posible sumergirse en una piscina natural o bucear entre barcos hundidos sin jamás preocuparse por la llegada de un huracán. Lejos de ser una "isla inútil", como la definió el explorador español Alonso de Ojeda en 1499, al no encontrar ni oro ni tesoros, aquí hay siete razones por las que deberías considerarla si estás con sed de Caribe.
1. Por su geografía atípica
Esta porción de Caribe escapa al cliché de la isla desierta (por despoblada) y la selva tropical. Aruba es un auténtico desierto abrazado por un mar de neón celeste, donde conviven más de cien mil arubianos (que tienen ciudadanía europea a pesar de que la isla no sea parte de la UE); cactus que parecen inmensos candelabros, plantaciones de aloe vera, burros salvajes, cabras, lechuzas vizcacheras, iguanas y lagartijas. Sobre estas últimas, un detalle: sólo en Aruba habita el lagarto Blauw Kododo (Cnemidophorus arubensis), de piel gris con lunares color mar.
2. Por ser la versión playera de Holanda
Junto con las vecinas islas de Curaçao y Saint Maarten, Aruba es miembro autónomo del Reino de los Países Bajos. Eso implica que Máxima es también su reina consorte. La atmósfera del país de los tulipanes se refleja, sobre todo, en Oranjestad, la capital y ciudad más importante de la isla. Si bien las chances de cruzarse con Máxima y el rey Guillermo son tantas como que allí caiga nieve, la gente los ama y, por eso, muchos comercios recrean la presencia de la pareja con fotos a tamaño real. Por las calles de Oranjestad circula un tranvía que conecta el puerto con el centro y avanza entre un puñado de casitas de estilo colonial holandés y de localcitos que venden imitaciones de la cerámica azul de Delft con motivos de molinos, zuecos y pastores, que dicen... "Aruba". Fuera de los souvenirs y de las gigantografías de los reyes, donde más cerca uno se siente de Holanda es en el supermercado Super Food, un megaalmacén perdido en el Caribe, con góndolas atestadas de delicias made in Holland como quesos, cervezas, chocolates y, sobre todo, los stroopwafels, unas galletas tradicionales que consisten en dos gofres (masa tipo waffle) unidos por un relleno de caramelo.
3. Para conocer una de las tres playas más lindas del mundo
O, por lo menos, así se posicionó Eagle Beach entre las 352 que existen en el planeta según los TripAdvisor Travelers’ Choice Awards for Beaches. Dueña de una interminable costa de arena blanca y suave como el almidón de maíz y aguas prístinas, también es el lugar donde fotografiar a los emblemáticos árboles fofoti, con sus copas peinadas hacia el sudeste por el soplido de los vientos alisios y sus troncos retorcidos como cables. Además, ofrece wifi gratis.
Hay que tener en cuenta que, de marzo a julio, en sus costas desovan las tortugas marinas así que algunas áreas pueden estar cerradas al público. Un dato: durante Semana Santa, las familias suelen acampar en la playa.
4. Porque ofrece playas para todos los gustos
Con olas, sin olas, con viento, con menos viento. En las playas del sur, la brisa es suave. En las del norte, a sólo 10 km, soplan vientos fuertes y cálidos que regalan un mar con olas para surfear. Algunas de las playas imperdibles de Aruba son Palm Bach, en el costado noroeste, con aires maiamescos, muchas palmeras, complejos hoteleros, pintorescos centros comerciales a cielo abierto, barcitos con música en vivo y restaurantes coquetos. Es una de las preferidas por lo extensa y porque cuenta con cuatro muelles que tienen, además de arena suave y mar transparente, lo que cualquier playa necesita para ser perfecta: un buen bar. En el extremo de cada pasarela, hay una barra llena de gente autoconvocada para hacer un chin-chin entre desconocidos cuando el sol se va. Otra es Boca Prins, elegida por sus aguas agitadas y por el simpático restaurante que hay frente a la costa, donde sirven cocina típica holandesa con vista al mar. Finalmente, Baby Beach, por su mar tipo laguna, con tan poca profundidad que es ideal para familias con chicos.
5. Para sumergirse en una piscina natural
Se llama Conchi y es una de las principales atracciones del Parque Nacional Arikok, una impactante reserva natural ocupa más del 18% de la isla y resguarda un paisaje desolado, árido y virgen, donde gigantescas olas azules martillan las costas rocosas del norte y muestran el otro lado del mar Caribe. Conchi está protegida de la marea por un cerco de inmensas rocas volcánicas.
Las olas explotan como géiseres sobre ese muro natural mientras el agua de la piscina permanece calma e invita a sentirse protagonista de La laguna azul. Es un paisaje completamente distinto de la playa de arenas blancas con palmeras y mar planchado. Como sólo se puede llegar en jeep o a caballo, es un destino para ponerle un toque de aventura al viaje y escapar de la monotonía playera.
6. Para bucear entre barcos hundidos
Se suele decir que si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. Y algo de eso sucedió con el buceo, que no es, precisamente, el punto más fuerte de Aruba. En sus aguas hipertransparentes nadan peces de colores, pero al no haber demasiados arrecifes de coral, el escenario acuático queda algo incompleto. La solución arubiana fue sumergir algunos barcos como el Antilla, un carguero alemán hundido por su capitán en 1940 a la altura de Malmok Beach. Cuenta la historia que el día en que Alemania invadió Holanda durante la Segunda Guerra Mundial, la embarcación estaba pululando cerca de la costa. Cuando el gobierno holandés intentó confiscarlo, el capitán abrió las compuertas y lo hizo desaparecer. Hoy, este buque está recostado en el fondo del mar y es uno de los mejores paisajes submarinos de la isla.
7. Por su clima infalible
Casi nunca llueve en Aruba. Además, la isla tiene la gracia de estar por fuera del cinturón de huracanes. Si bien aquí el viento sopla fuerte, no hay riesgos de tormentas que sean capaces de arruinar unas vacaciones idílicas en el Caribe. La mejor época para visitarla no tiene que ver justamente con el clima, si no con los precios: de abril a agosto, es un poco más accesible.
Datos para un futuro viaje
La moneda oficial es el Florín Arubeño (AWG) pero los dólares americanos son igualmente aceptados. También el Euro y las tarjetas de crédito. Los argentinos no necesitan visa para ingresar en la isla.
Dónde dormir
RadissonJ.E. Irausquin Bvd. 81. Palm Beach.T: (00297) 586-6555. Construido sobre la playa, en el corazón de Palm Beach, este clásico hotel inauguró en los años 50 y fue remodelado dos veces. La última, en 2012. Desplegado en tres torres, bautizadas Aruba, Bonaire y Curazao, cuenta con 355 amplias habitaciones, spa, gimnasio, business center, restaurante, bar de playa y dos piscinas. Su ubicación es óptima frente a un pintoresco paseo comercial con bares y restaurantes al aire libre.
Un catálogo de playas de ensueño
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