Hace ya 10 años que la familia Lemos llegó a esta casa, cuando sus tres hijo adolescentes todavía eran chicos. Después de un tiempo viviendo en un departamento con vista al Museo Nacional de Bellas Artes, el hallazgo de un terreno en medio de las Lomas de San Isidro los impulsó a llevar el arte a uno de los rincones más verdes de la zona norte.
Su colección de obras y objetos de diseño no sigue nombres ni tendencias, sino el instinto de aquello que primero les llamó la atención y luego avivó su memoria y curiosidad. Juan es ingeniero y tiene una constructora. Verónica es decoradora y en su blog de cocina agrega a su perfil: "Jardinera en los ratos libres y alfarera en proceso". Los dos juntos diseñaron en 2009 su mejor obra: un hogar creativo para cinco.
Dos troncos secos de palmera, pintados de negro, cubren el vacío de una esquina para dar sensación de escala y, de paso, aportar otro detalle arty ligado a la naturaleza. Los sillones ‘Diz’ son del carioca Sergio Rodrigues. Además, Pintura conejo (Verónica Virasoro) y caritas de madera, de Brasil; y lámpara ‘Tolomeo’.
Como en Buenos Aires la chimenea se usa poco; al pensar en su diseño, los dueños decidieron colocarle un vidrio térmico en el fondo, para evitar el hueco oscuro en la pared y agregar al espacio una visión más del exterior.
Nuestra vida es más bien informal y queríamos que la casa también fuera así. Me encanta el diseño, pero tiene que ser vivible: todos los espacios y muebles se tienen que poder usar
"No compramos arte por nombre o precio, sino por lo que nos genera al verlo; después pensamos dónde ponerlo. Siempre visitamos arteBA, un disparador con mucho para ver y después ir más tranquilos a las galerías que nos gustaron".
"Me encantan los libros. En la cocina soy autodidacta, así que aprendí mucho de ellos y de ver cómo otros cocinaban. El de Ottolenghi, un chef israelí que trabaja con sabores poco tradicionales, ahora es uno de mis preferidos".
Entre el comedor, la cocina y el family, el tesoro de la dueña de casa: una biblioteca diseñada con poca profundidad para exhibir la tapa de sus libros de cocina preferidos. Ya en la cocina, las luces de estilo industrial (Griscan) hacen eco del color de la mesada de mármol.
Sofá en L (diseño de Verónica), bien profundo, para recostarse en familia a mirar TV. Fotografía de Celine Frers, alfombra rayada (Rugit) y mesas bajas (Talleres Sustentables). Del lado del comedor diario, mesa (Eugenio Aguirre), sillas de hierro y mimbre (por encargo) y artefacto de iluminación hecho de astas (de Brasil).
Tanto las mesas bajas como las banquetas son de madera de lapacho (diseñadas por Verónica) y están protegidas del sol de la tarde por toldos negros, presentes en ambos pisos. Las columnas están recubiertas por antiguos tablones de cancha de fútbol, hechos de madera de lapacho y acondicionados por Pablo Ledesma, para la dueña de casa, "un artista con estilo propio que no tiene miedo a romper las reglas".
Para los chicos, este también es el lugar más alejado de la casa y el elegido a la hora de juntarse con amigos hasta tarde. En la mesa, florero y vajilla de cerámica esmaltada, obras de Verónica, que encontró en la alfarería la combinación perfecta para maridar sus dos pasiones: la cocina y la decoración.
La pared del televisor fue pintada de negro mate para disimular la pantalla e integrarla al cuarto como un cuadro más. En ella, dos obras de Antonio Seguí.
En un viaje a Nueva York, la pareja visitó una muestra del artista Peter Beard y no pudo resistirse a comprar el calendario de su obra, a la salida del museo. Ya de vuelta en Buenos Aires, mandaron a enmarcar sus láminas preferidas en madera Antigua.
"No queríamos dormitorios excesivamente grandes para los chicos, porque la idea era pasar más tiempo juntos o con amigos en los espacios comunes, y que el cuarto fuera solamente un lugar privado para hacer deberes y dormir".
"Las vacaciones ideales en familia son en una playa. Los cinco surfeamos y el año pasado alquilamos una casita diminuta, pero con toda la onda, en Venice, California. Nos movimos toda la semana de la casa a la playa en bici y carver".
Cama de madera (Pablo Ledesma), escritorio flaco de tapa entelada (Talleres Sustentables) y silla Eames acompañando el color turquesa de los detalles del cuarto, que acercan el ruido de las olas del mar.
"Nos gusta mucho viajar y que nuestros hijos conozcan el mundo desde chiquitos. Visitar otra arquitectura, probar comida diferente, descubrir colores y conocer distintas culturas te da amplitud de mente y ejercita la creatividad y la curiosidad".
Camas cuchetas de madera de demolición (Pablo Ledesma) pensadas para superponerlas y ganar espacio de juego. La cama de arriba tiene un espacio librero; las patas del escritorio, también de Ledesma, son de hierro y alguna vez fueron bancos de trabajo del ferrocarril. Entre los avioncitos que cuelgan delante del empapelado mapamundi, hay uno que era juguete de Juan cuando era chico.
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