Desde las primeras historietas que dibujó de chico inspirado en lo que veía en las revistas Billiken o Patoruzito hasta hoy, el ilustrador Luis Scafati ha creado incontables relatos visuales en una suerte de danza gráfica en la que conviven líneas, manchas de tinta, pasteles y técnicas variadas. Entre lo terrenal y lo poético, la plástica y la literatura, el dibujante mendocino es dueño de un estilo que lo ha llevado a publicar en los principales medios del país y a ilustrar adaptaciones de obras emblemáticas como La metamorfosis, Drácula, Don Quijote o el Martín Fierro.
Este año, publicó tres nuevos libros: Bestiario, en el que enaltece con sus dibujos las odas de Neruda; Calle 52, donde acompaña las historias del mundo del jazz narradas por Miguel García Urbani; y Sálvese quien pueda (Loco Rabia), con trazos y textos de su autoría en dibujos, notas y ficciones en los que el arte "expresa, advierte y no se calla".
Este mes, el artista también expone una selección de sus trabajos en una muestra conjunta con Marta Vicente, su compañera y artista, en la Galería Hoy en el Arte. La exposición reúne unas 35 obras, en su mayoría dibujos, realizados con técnicas variadas, desde la tinta y la acuarela al collage y los pasteles. En ellos, Scafati aborda temas que lo atraviesan habitualmente, con una mirada a lo social, al paisaje urbano, a la figura humana, al desnudo y al retrato. La ilustradora, por su parte, presenta dibujos en carbón referenciales a la naturaleza, con animales insertos en pequeñas fábulas.
"Lo que nos reúne con Marta es el dibujo, nuestros encuentros plásticos. En su caso, el color tiene un protagonismo especial; yo me concentro en la forma", explica el autor. "Esta muestra conjunta me entusiasma porque admiro su obra y por el componente afectivo, ya que nuestros trabajos han convivido durante mucho tiempo y se han alimentado el uno del otro", revela. La obra de ambos se fue desarrollando en un espacio común –sus talleres se emplazan en la misma casa– y tras compartir viajes, visitas a museos, libros, cine y otras fuentes.
"Si bien charlamos mucho sobre nuestro quehacer cotidiano, nuestras formas de acceder al trabajo son distintas. Marta trabaja más sistemáticamente, todos los días, mientras que yo fluctúo en diferentes humores, sobre todo cuando tengo el encargo de ilustrar un libro", explica.
Ganador del Gran Premio de Honor en el Salón Nacional de Dibujo –la mayor distinción para un dibujante en Argentina– en 1981 y distinguido en 2012 con un Premio Konex como uno de los cinco mejores ilustradores de la década en el país, el artista nacido en 1947 comenzó a publicar desde muy joven en medios periodísticos nacionales y extranjeros como las revistas Tía Vicenta, Humor Registrado, Fierro, Hortensia, Noticias, Playboy, Mengano y Boca de Sapo; y los diarios Sur, La Nación, Página/12 y El País de Uruguay. También pintor y escultor –con tallas en madera policromada y cerámica–, expuso en salas y en museos de distintos países de América, Europa y Asia.
Tras una vida centrada en el dibujo, Scafati saca en limpio que "la primera y principal sensación es que nunca dejamos de aprender" y opina que, con los años, "uno va ganando en conocimiento técnico, pero ese saber muchas veces atenta también contra lo espontáneo".
Retratista de la ciudad y de sus símbolos, elocuente, sagaz, kafkiano, arquitecto de figuras humanas con cabezas de animales y con foco en el gesto, en la palabra y en la impronta del momento, Scafati piensa con imágenes. Así lo deja ver en algunas de sus numerosas adaptaciones gráficas de obras como La peste escarlata, de Jack London; La ciudad ausente, de Ricardo Piglia; el Informe sobre ciegos, de Ernesto Sábato, los textos de Herman Hesse y Edgar Allan Poe, o en su homenaje a Luis Alberto Spinetta, con alusiones a la cosmovisión del músico-poeta y a elementos como el capitán Beto, los sueños de Artaud o las enseñanzas de Don Juan. Dibujante de pie, vive el proceso como una "danza" en la que participa con todo su cuerpo, "con movimientos congelados atrapados en instantes" que reproduce con líneas sobre el otro plano. Usa los dedos, las manos, se mancha y se sumerge en una especie de invitación a imaginar que dibujar "es un árbol que crece".
"El dibujo es parte fundamental de mi vida. Vino conmigo y fue creciendo con los años. En mí también se relaciona con la literatura, un arte que siempre disfruté y, por momentos, creo que cuando dibujo estoy armando un relato con otro tipo de caligrafía. Lo artístico es una vertiente que se manifiesta de muchas formas: componiendo una sinfonía, escribiendo un poema, elaborando un pastel o simplemente viviendo", señala el creador de 71 años entregado al ritual.
Del 7 al 28 de este mes. En la Galería Hoy en el Arte, Juncal 848, CABA. De lunes a viernes, de 12 a 19.30. Sábados, solo con cita previa.