Arte & Diseño
En la galeria dabbah-torrejon. Inauguraciones, concursos. Venta por consignación
En la galeria dabbah-torrejon
Extraordinarios paisajes de la vida diaria
Daniel Joglar hace arte con operaciones mínimas y materiales modestos
Resmas de papel de colores apastelados, tacos de madera con vetas muy visibles, varillas largas y delgadas, tarjetas personales turquesas: todo un repertorio de elementos familiares que, en manos de Daniel Joglar, adquieren categoría artística con un mínimo movimiento.
Los papeles se apilan y forman leves ondulaciones, silenciosos paisajes monocromos. Pequeños intersticios -supuestas incursiones del aire- se cuelan de tanto en tanto entre los papeles y suscitan una imagen de capas geológicas. De igual modo impresionan las maderas veteadas. Todas son, a fin de cuentas, esculturas, pero hechas con materiales insospechados.
Hace tiempo que este marplatense, nacido en 1966, trabaja en esa zona extremadamente ambigua, peligrosa, que media entre lo habitual y lo extraordinario. La apuesta está ahí; también el juego.
Sus obras provocan constantemente sensaciones encontradas:parecen pedir que se las manipule, pero en el fondo tienen algo de hierático, de perfección consumada, que las hace intocables. A primera vista frágiles, al borde de la disolución, tienen en realidad una consistencia de bloque. Y viceversa.
Joglar aprovecha estas irresueltas contradicciones como mecanismo de seducción, porque intuye que, en un mundo en el que el arte difiere cada vez menos de la realidad -porque ésta se vuelve más y más afín a la imagen, y también porque los recursos del arte han abordado muchos campos de la vida real y viceversa- son contadas las posibilidades de transformar un material, por más promisorio que sea, en punto de partida para una obra. Sobre esto reflexiona en el catálogo que acompaña la exposición el prestigioso crítico Hugo Petruschansky.
Las varillas, que terminaron siendo una dinámica composición de líneas sobre la pared, no fueron, para el autor, sino material de descarte fina(l)mente aprovechado. Es decir, los restos de una obra mínima; es decir, un movimiento aún más leve.
Otro tanto ocurre con un kit de cartones recortados con formas geométricas simples que Joglar rescató, casi de la basura, y dispuso de tal forma que parece un cuadro abstracto con ecos suprematistas. En esta operación igualmente modesta, el ready made duchampiano está presente como idea de fondo, pero ya no se trata de cuestionar las instituciones que legitimizan el arte, sino trabajar a partir de esa puerta abierta por el artista francés.
Las obras alcanzan, en el conjunto, una unidad tan cerrada que dan la idea de una instalación. Ocurre, en realidad, que cada pieza potencia su fuerza en diálogo con las otras, sugiriendo una obra total, única.
Joglar participó entre 1997 y 1999 en el programa de becas de Guillermo Kuitca, y expuso en foma individual en Belleza y Felicidad (2000), el espacio experimental de la Fundación Proa (1999) y la galería de la Alianza Francesa (1998). Esta muestra abre la temporada 2001 de la galería Dabbah-Torrejón, una de las más prometedoras de la escena porteña.
Santiago García Navarro
Inauguraciones, concursos
Castagnino secreto
- Salón Chandon Rosario. Entre el 25 y el 29 del actual se reciben carpetas de los aspirantes a participar en el concurso, que será sin disciplina, y se habilitará al público el 10 de agosto en el Museo Castagnino de Rosario, Av. Pellegrini 2202, C.P. 2000. Integrarán el jurado Jorge López Anaya, Daniel Capardi, Fernando Farina y dos especialistas extranjeros. Habrá un primer premio de $ 10.000 y cinco menciones de $ 1000.
Más informes: museocastagnino@infovia.com.ar .
- Juan Carlos Castagnino. Una retrospectiva del autor de los célebres dibujos del Martín Fierro revela aspectos secretos de su producción, por medio de 80brasprocedentesdecolecciones privadas y del taller del artista.
Venta por consignación
Amarillo glamour
Un local de Palermo concentra la oferta de varios diseñadores
Formados en un ambiente donde la practicidad, originalidad e innovación son los valores más altos, a muchos diseñadores les cuesta pensar en la ropa como un producto masivo. Por eso deciden hacer pocas prendas y, a falta de local propio, dejarlas en consignación a quienes sí tienen espacio.
El resultado son casas con una amplia variedad de ropa y accesorios. Y ciertamente hay una zona que concentra a las más elegidas. "Son pocos las tiendas en donde una puede desarrollar una idea, no un producto", afirma la diseñadora Virginia Andrada. "Palermo Viejo es interesante porque se nos reconoce a otro nivel. No hace falta que te limites a fabricar remeras básicas".
Muchos de estos diseñadores encontraron un refugio en el Emporio Sonoridad Amarilla, la casa que Livia Basimiani y Javier Ríos abrieron como espacio de encuentro para artistas y luego transformaron en local a la calle. "La mayoría de estos artistas vivían de otras cosas, diseñando objetos y ropa. Entonces se las empezamos a pedir", cuenta Livia.
En esa época, la pareja ya estaba diseñando sus propias camperas y pantalones y la ropa de los otros diseñadores sirvió como complemento para su propia colección. Como resultado, puede encontrarse allí la línea elegante de ropa de jean creada por Moria Redivo, los diseños de Fernández-Garnier y Entelada, o los corsets y carteras de Verónica De la Canal. "Yo no laburo con la plata de nadie", dice Livia. "Si vendo un vestido a $ 30, me quedo con $ 10. La idea es que todos ganemos", razona.
Sonoridad Amarilla intenta combinar la elegancia con un estilo callejero, tratando de revivir los aires de glamour de los años 80. Es por ello que hace poco más de un mes, el local organizó un desfile en la calle que reunía todas sus etiquetas.
Pero más allá de la parte indumentaria, la idea fundamental del espacio es que gente de todas las edades encuentre algo que le guste. Por esta razón, no puede decirse que Sonoridad Amarilla sea solamente un local de ropa, sino una suerte de arcón mágico en donde puede encontrarse de todo: obras de arte, muebles, discos, jabones, juguetes ópticos, lencería o chascos. De este modo, al lugar no sólo acuden chicas que desean comprarse una campera de peluche: una vecina de 80 años también colecciona carteras de Verónica De la Canal, las preadolescentes se entusiasman con los brillitos y anillos, y los chicos llegan atraídos por el ruidito de los chascos y los juguetes ópticos.
"Queremos que este lugar sea como el País de las Maravillas, un lugar lleno de ilusiones", sonríe Livia. "Es por eso que llamamos a esto Emporio, un espacio que tiene de todo; una ilusión para cada uno."
Sofía D´Andrea