Harald Pignatelli es una cara conocida; uno de los conductores de Zibb (explayando las siglas y traduciendo, vendría a ser algo así como "En casa en Berlín y Brandemburgo"), programa que sale al aire de lunes a viernes mostrando personajes, novedades e historias de la ciudad y el estado que la contiene. En el aniversario 30 de la Reunificación de Alemania, recordamos nuestra recorrida con este berlinés nacido y criado que hicimos para nuestro Dossier de Tendencia de esa ciudad, y compartimos con ustedes una selecta serie de streamings en el canal de Youtube que reúne los festejos. Hoy, en vivo a las 18, se transmitirá un concierto de la West-Eastern Divan Orquesta, dirigida por Daniel Barenboim, que tocará la versión para orquesta de cuerdas de La Gran Fuga, op. 133 de Ludwig van Beethoven.
Dos caras igualmente famosas
Berlín no es una ciudad fácil de leer. Por lo menos cuando recién se llega y por más investigación previa que se haya hecho. Además, pesa en el inconsciente la polarización Oriental-Occidental, que uno trata sin mucho éxito de identificar. Harald, que nació un año después que el Muro (1961), nos explica las diferencias a grandes rasgos, porque el tiempo las fue borrando inexorablemente, por lo menos en el Centro: cada vez hay que alejarse más para sentir el contraste. "De todos modos, ya no pienso más en términos de Este-Oeste", confiesa, y es la única vez en los días que compartimos que dice: "De verdad me gustaría que citaras eso". A partir de ahí, preguntamos datos salteando esa frontera. Que no dejaba de aparecer cada tanto.
Mi casa en Berlín
–Elegiste un edificio remodelado pero histórico para vivir.
–Como mucha otra gente, valoro los edificios que nosotros llamamos "viejos", y que son los pocos que quedaron de fines de 1800 y principios de 1900. No hay nada mucho más antiguo en esta ciudad. A mí me atrae su refinamiento, y me gustó crearme un entorno acorde, rodearme de esa mística, aunque mi casa en sí sea chica. También tengo un departamento en el barrio de Hansaviertel, un plan urbanístico revolucionario que convocó a 53 arquitectos del movimiento moderno durante la reconstrucción de la ciudad.
"A principios de los 80 casi tiran abajo el museo Käthe Kollwitz y la Literaturhaus. Participé de muchas manifestaciones que, por suerte, lo impidieron"
"Después de tanta destrucción, la gente y los políticos quisieron reconstruir. Rápido. Eso trajo como consecuencia edificios baratos y no tan geniales, y más pérdida de otros históricos. Pero desde hace unos 15 años hay más sensibilidad con la conservación".
Ciudad de símbolos
Esta es la cúpula del Reichstag (el Parlamento), que se terminó de construir en 1999 sobre un diseño del arquitecto Norman Foster. Vidriada y con una espiral ascendente, permite tener una vista 360° (y no mirar en un solo sentido), observar la actividad de los representantes a través de su piso acristalado (con la intención de que la vida política sea transparente) y cobijar una Alemania reunificada. Por si fuera poco, sigue siendo un ejemplo de arquitectura energéticamente eficiente.
Situado junto a la línea que marca el Muro de Berlín, el Reichstag permaneció casi 29 años separado de la cercana Puerta de Brandenburgo.
Hansaviertel, un tesoro de la Humanidad
Después de los edificios insalubres de finales del siglo XIX y la destrucción de la Segunda Guerra, Berlín convocó a la Exposición Internacional de Construcción de 1957 para crear, en el devastado Hansaviertel, las famosas "máquinas para vivir". Vivir bien. Con verde, aire, luz, servicios comunes que hoy parecen de lujo, clubes deportivos y bibliotecas públicas. Algunos de los que participaron de esta revolución de la arquitectura social: Walter Gropius, Alvar Aalto, Le Corbusier y el brasileño Oscar Niemeyer.
Desde la terraza más codiciada
–Por tu historia y tu trabajo, conocés Berlín a fondo. ¿Cuál es tu rincón preferido?
–El Club de Remo de Berlín, sobre el Kleiner Wannsee, del que soy socio hiperactivo. (Algo que no muchos visitantes saben ni aprovechan es que a media hora de tren, uno ya puede estar en un lago precioso para nadar; hay decenas, no exagero). El edificio es una joya, tan lindo como algunos de los clubes que visité en Tigre hace un par de años. Es privado, pero se puede hacer un tour; fíjense acá.
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