Además da clases de cocina junto su compañero y ganador de Bake Off
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Agustina Guz (33) se hizo famosa por su participación en Bake Off Argentina en el 2020, creó su propio emprendimiento de repostería pero nunca imaginó que este año arrancaría uno nuevo ayudando a muchas mujeres que viven el mismo problema que tuvo ella durante toda su vida.
“Cuando era chica me vivía agarrando a trompadas”
“A los 13 años ya tenía las tetas gigantes. Me salieron de un verano para el otro. Cuando fui al colegio la preceptora me miro y me dijo Uh, cuánto pollo comió en el verano”, relata Agustina de un hecho que la marcó. Fue la preceptora quien la hizo caer en que se había desarrollado, así que en el colegio vivía con buzo, pero cuando salía a bailar con sus amigos no tenía vergüenza, asegura que tuvo y tiene la suerte de estar bien rodeada.
“Soy una tana cabrona. Con los años me cansé de pelear. Cuando era más chica me vivía agarrando a trompadas. Iba por la calle, me decías algo y yo los corría y les pegaba. Vos me podés gritar lo que quieras y yo soy la loca que te pega. He escupido gente, no sé escupir pero iba y los escupía, me saca. Hay otra gente que termina encorvada, yo terminaba a las piñas”, reconoce Agustina sin tapujos.
Dice que lo peor es la playa, que siempre recibe comentarios desagradables pero que los comentarios más violentos y que la descalifican los recibe, en su mayoría, de otras mujeres: “Esta se la pasa mostrando las tetas”, “¿Por qué no te operas?”, “No te das cuenta de que sos deforme”, son algunos de los comentarios que recibe, dice que cuando era más chica las señoras mayores eran las peores y le decían “Si esta anda así por la calle cómo no pretendés que se la violen”.
Admite que tiene años de terapia encima para poder llevar con actitud su cuerpo, tiene naturalizado el entrar a un lugar y que todos la miren, la gente se codea como si fuera una atracción turística, incluso en México la paraban en la calle para sacarse fotos con ella. “Agradezco que me tocó el carácter que me tocó porque si no me las hubiese sacado hace no sé cuánto tiempo. Sos un bicho raro y la gente se cree con derecho a decir u opinar. Mucha gente se ha sacado busto sin querer hacerlo porque es lo primero que te dicen, como si no aplicara una anestesia total, un fangote de guita porque la obra social no lo cubre y pasar por una operación que te deja una cicatriz espantosa. Yo no voy por la calle diciéndole a un narigón operate la nariz y a un alto cortate las patas”, dice entre risas e indignación.
Debido a su exposición, el uso de redes sociales y su emprendimiento recibe muchísimos mensajes, “me escriben madres que tienen hijas que son chicas y que son de busto grande, que se quieren sacar, que no pueden hacer deporte, que no tienen ropa y un montón de cosas que yo normalicé cuando era chica porque tengo la suerte de que tengo unos padres que son increíbles, que están al pie del cañón viendo cómo me salvan la vida todo el tiempo”. Recuerda que pasaba días enteros con su mamá recorriendo barrios para busca ropa para ella y recuerda a su papá respondiendo barbaridades a los vendedores que le decían “para vos no tengo”.
Ropa interior para busto grande
Agustina se fue de vacaciones con Damián (ganador de Bake Off) e iban subiendo todo a las redes sociales. Ella subía cualquier cosa contando sobre el lugar, el canje de hotel, lo que fuera, pero se sorprendió con la pregunta que todas le hacían: ¿de dónde sacas tus mallas? Se las había mandado a hacer con una chica que hace ropa deportiva y bikinis. Fue ese el disparador para saber que tenía que hacer algo al respecto. Así que en medio de las vacaciones la llamó a la chica y le preguntó si podían hacer para vender, pensó hacer 80 pero terminó vendiendo mucho más: “La aceptación fue muy importante, no había manera de satisfacer la demanda que tenía de eso. Ahí me di cuenta de que hay mucha gente a la que le pasa lo mismo que a mí, que no consigue. Yo porque tengo la posibilidad de viajar y me traigo todo de afuera, acá no me compro un corpiño hace años”, explica Agustina de una problemática que vivió desde adolescente.
Cuando lanzó su línea de corpiños con proyección de stock para un mes vendió todo en cinco días. Ella misma hace todo el desarrollo que no es nada fácil: “Lleva mucho tiempo elegir la tela, probarla, ver si sirve o no porque tenés necesidades muy específicas, tiene una función más allá de ser una prenda”, de a poco va a ir lanzando corpiños deportivos, calzas y trajes de baño para el verano. Su novio es su socio y aprenden del rubro a la par.
Ella es su propia usuaria, la que sabe lo que sirve y lo que no, entiende a la perfección lo que el cliente necesita. Cuenta que compraba sus corpiños en un supermercado y su ex suegra le mandaba a achicar la espalda, arriba se ponía un top deportivo y sino usaba dos corpiños. “Nunca usé corpiño - remera hasta que viajé. Con las diseñadoras me pasa que me dicen si la malla es doble tela va a tardar en secarse tres veces más. Y yo les digo, ¿vos te creés que alguien que tiene que sostener todo esto está pensando si tiene calor o no? está pensando en que las tetas le molesten lo menos posible, está bien voy a tener calor pero me voy a poder agachar a hacer el castillo de arena con el nene y no voy a tener nada al aire”, explica.
Como ella lo sabe bien, los talles de su marca “Dtalle by Aguz” van del 100 al 130 y tienen extensores en la espalda de los corpiños para que se adapten a todos los cuerpos.
Su paso por Bake Off
Cuando terminó el colegio estudió tres años para ser contadora pero dejó, intentó con Marketing pero no funcionó. Siempre trabajó: en la distribuidora de su papá, después en la de su hermana, es bartender así que trabajó varios años detrás de las barras, hizo curso de decoración de tortas, estudió pastelería, vendió tarjetas de carga virtual, tortas, hizo de todo.
Para su sorpresa un día la llamaron para ser participante del programa Bake Off. “Me anotó una amiga, cuando me llamaron me quería morir, estaba re contenta pero me daba más miedo que otra cosa. Yo en ese momento vendía tortas los fines de semana y todo el mundo me decía que eran re lindas. Era lo único que sabía hacer, porque forrar ni idea, en el programa he hecho cosas que de libro son un desastre, hice una torta forrada que adentro tenía helado, cosas de total ignorante”, dice Agustina, que asegura que salir en la tele no era algo que anhelaba.
Ellos grabaron en Julio – Agosto del 2019 y el programa se emitió en el 2020. “Nosotros lo vivimos como una colonia, no había repercusiones de medios. Grabamos todo y cuando el programa salió al aire ya sabíamos quien ganaba, una cosa fue lo que vivimos grabándolo que fue una colonia de pasteleros, aprendimos un montón. Y otra cosa fue lo que paso después encerrados en pandemia a nivel repercusión en redes sociales”.
En un determinado momento se difundió un audio de Agustina que no recuerda ni siquiera a quien se lo mando. “Yo empecé con ataques de pánico, imagínate encerrada en pandemia con ataques de pánico. Yo fui a hacer tortas y terminé en intrusos. Nadie te prepara para la exposición y no pensábamos que iba a ser lo que fue”, se sincera.
Hoy a la distancia ve su paso por el programa como un trampolín para un montón de cosas, pero reconoce que no todo fue color de rosas, que algunas cosas no le hicieron bien y las sobrellevó como pudo: “Mientras lo que pasaba en el programa era divertido, verme en pantalla era gracioso, porque en la edición como uno lo vivió ve cosas que están reflejadas y otras que decís ah, esto está editado especialmente. Sacan una mirada de contexto, muestran que alguien miro a otro y por ahí en ese momento no fue con intención, nada que ver. Debo reconocer que conmigo fueron benévolos. Desde edición y redes creo que a Samantha la sentenciaron bastante”, analiza Agustina hoy con la distancia del tiempo transcurrido.
Cree que lo que la ayuda es su prolijidad, no tenía un contenido teórico que la ayudara a sobrellevar las situaciones que le pasaban, pero sabe que eso era lo gracioso del programa, que uno no pudiera resolver los inconvenientes. Siempre le gustó cocinar y en su familia era la que hacía los postres: el rogel con las tapas de empanada, el lemon pie con el merengue mal hecho que se caía. “Cuando terminó el programa nos dieron un montón de recursos para estudiar y entendí todas las cosas que hacía mal. Después en la práctica uno va aprendiendo, se aprende haciendo”, dice.
Amistad y trabajo con Damián Basile
Después del programa empezó el emprendimiento Espaciados (“Espacio de a dos”), con Damián Basile, el ganador de Bake Off 2020. “Nosotros en el programa éramos culo y calzón, pasábamos muchas horas, fueron dos meses desde las 6 hasta las 20 todos los días. Él era de Rosario y yo le presté la casa de mi hermano llegando a las últimas instancias, para que se quedara porque si no se tenía que pagar un alquiler”. Desde que terminó el programa, cada 15 días, alguno de los dos va a visitar al otro, “nos hicimos como hermanos”, confiesa.
Gracias a su relación surgió la posibilidad de trabajar juntos, es que en el programa se notaba la amistad que habían formado, la gente los asociaba mucho juntos entonces abrieron un Instagram en conjunto y en una noche alcanzaron los 100mil seguidores.
“Nos va súper bien, tenemos cursos virtuales y los alumnos son bastante adictos porque hacen cinco o seis cursos. Llevamos dos años y seguimos virtual pero también presencial en espacio Peabody y en Rosario”, cuenta contenta del éxito del emprendimiento que comenzó con su amigo.
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