De Catamarca a Alemania, la pareja emprendió un viaje aventurero con el plan de autosustentarse intercalando trabajos temporales con períodos de viaje.
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Emiliano Seco Valderramas y Anahí Varela son una pareja de viajeros de Catamarca. Mientras estaban en el avión rumbo a Europa se cerraron las fronteras por el inicio de la pandemia y fueron de los últimos vuelos que entraron al continente cuando empezaban las medidas de aislamiento, a comienzos del 2020.
En San Fernando del Valle de Catamarca Emiliano, de 33 años, trabajaba de su profesión, como preparador físico y entrenador deportivo. Anahí de 32, llevaba adelante un emprendimiento de zapatería y se recibió de abogada.
Desde que se conocieron hablaron de sus sueños. Los dos deseaban viajar y conocer el mundo. Al poco tiempo de ponerse de novios empezaron a proyectar y a investigar cuáles eran las opciones para hacerlo a largo plazo.
De “robarle” membrillos a emprender un viaje juntos
“Nos conocimos en Catamarca, es gracioso cómo empezó todo. Uno de mis mejores amigos fue a sacar membrillos a la casa de campo de ella en El Rodeo. Ahí conocí primero a sus padres, quienes amablemente nos invitaron a comer”, recuerda Emiliano.
Cuando Anahí vio en Instagram la historia de Emi capturando membrillos en su jardín -lo seguía pero no se conocían- le llamó la atención. “¿Quién es este bombón que anda robando membrillos en mi casa?”, pensé. El había sentido lo misma atracción, así que ideó un plan para conocerla. “A la semana siguiente devolvimos gentilezas invitándolos a comer nosotros a ellos y en este segundo encuentro estaba Anahí. O sea que conocí a mis suegros primero y después a ella”, se ríe.
Al tiempo de estar en pareja se casaron y se propusieron emprender un viaje juntos. Pero los ahorros alcanzaban para el pasaje y algún tiempo corto. “No teníamos la intención de emigrar porque en Argentina no nos iba tan mal, pero como pensábamos trabajar para costear el viaje empezamos a investigar qué opciones había para poder estar con legalidad, narra Emi.
Así fue como hallaron la posibilidad de pedir una visa de trabajo para Alemania. Es una opción para argentinos de hasta treinta años, con un costo de ochenta y cinco euros y una demostración de fondos bancarios, como requisito. “Hay mucha demanda y cada año se pone más difícil conseguir un turno para poder aplicar a esta visa. Nosotros conseguimos el turno en noviembre de 2019 para ir a Buenos Aires a presentar la documentación en enero. Como somos de Catamarca no nos hicieron esperar y al día siguiente nos pusieron la visa en el pasaporte”, detalla Anahí. “Fue dos meses antes de que se declarara la pandemia. Viajamos el 11 de marzo a Copenhague y ya aterrizamos a una ciudad vacía, cuando llegamos y vimos los mails nos encontramos con que nos habían cancelado turnos para otros trámites que pensábamos hacer para poder viajar y trabajar en Europa”, recuerda.
“Llegamos en uno de los últimos vuelos cuando empezó el aislamiento”
Al principio el panorama los llenó de incertidumbre y miedo de que se les acabasen demasiado pronto los ahorros. “De Copenhague fuimos a Berlín donde enseguida conseguimos alojamiento, pero igual el primer mes fue un caos”, cuenta Anahí. Al mes de llegar pudieron ponerse a trabajar y empezar a cumplir el plan.
Al principio adaptarse a la forma de buscar trabajo costó un poco. Las entrevistas eran todas online pero el hecho de hablar inglés les facilitó el desafío. “En Berlín se habla mucho inglés, con eso te arreglás bien aunque no sepas mucho alemán”, cuenta Emi. El primer puesto lo consiguieron en un invernadero de flores, en la frontera con Holanda. “Es un proceso que involucra mucha tecnología y nosotros teníamos que armar plantines a partir de semillas producidas en el laboratorio. Salían una flores perfectas, fuertes, con unos colores rozagantes”, cuenta Ani. “Hicimos trabajos que no habíamos hecho antes en Argentina, así que todo fueron nuevas experiencias. Después de la fábrica de flores trabajamos en una heladería, en delivery y ahora estamos trabajando en hotelería”, resumen.
Para contar lo que van haciendo hace un año crearon Travel Vamos una cuenta de Instagram. Allí van relatando sus vivencias y tratan de ayudar a otros que sueñan con viajar. “Nosotros también estuvimos del otro lado buscándole la vuelta a salir de viaje, por eso nos gusta mucho ese ida y vuelta de preguntas y responder compartiendo lo que aprendimos”. Por el momento la cuenta no es rentable, hacen todo gratis y se divierten subiendo contenido y ayudando a otros con información.
“Este es tu contrato, enviame una respuesta cuanto antes”
Hace dos meses, con vistas al verano boreal y la temporada de vacaciones, decidieron probar suerte en el rubro hotelero. Así que, en sus ratos libres empezaron a repartir curriculums en páginas de hoteles no solo de Alemania sino también de otros países. En una semana tuvieron catorce entrevistas y se sorprendieron al ver que después de terminar cada una les llegaba por mail la propuesta: “Este es tu contrato, enviame una respuesta cuanto antes”. No lo podían creer. Comprobaron que hace falta mucha mano de obra después de la pandemia. Mucha gente que trabajaba en hotelería y en gastronomía se especializó en otros rubros y ahora quedó un gran faltante de mano de obra.
“Acá en Europa el turismo este año está explotado, vas caminando y ves en todos los barcitos carteles que buscan mozo y este tipo de empleos no calificados sobran. En una entrevista me llegaron a ofrecer que ponga yo el monto para decidirme a ir de otra empresa e irme con ellos”, cuenta Emi.
Qué les preguntan los reclutadores, cómo se “venden”, como logran conseguir trabajos juntos. Cómo es el pago, ¿alcanza para ahorrar? ¿propinas? ¿Cómo es el trato en los empleos que consiguen?
“Queríamos cambiar de trabajo porque no estábamos cómodos con la cantidad de horas que trabajamos al día. Nos concentramos solo en opciones de hotelería que nos ofrezcan alojamiento, así que pusimos manos a la obra con la búsqueda a través de páginas de internet, buscando hoteles en determinadas zonas y con el famoso boca a boca que te pasa un amigo. Pactamos para hacer 17 entrevistas entre hoteles de Alemania y Noruega. Llegamos a hacer 14, todas por video llamada, tratamos de ser relajados y decir la verdad sobre que también íbamos a seguir haciendo otras entrevistas. Nos sorprendíamos cómo día a día, íbamos quedando en todas, pues luego nos llegaban los contratos de trabajo para firmar o se comunicaban con nosotros para confirmar. Nosotros no esperábamos tantas respuestas así que en parte fue difícil tomar una decisión sobre tantas opciones; también era difícil rechazar, tampoco es tan normal para nosotros decirles que no a tantas ofertas de trabajo. Finalmente optamos por una opción distinta: un resort en una pequeña isla al norte de Alemania.
¿Qué es lo mejor y qué es lo peor del estilo de vida que eligieron?
“Lo mejor es el poder de ahorro que hay con cualquier trabajo y lo fácil que es conseguirlo. Por supuesto que para que alcance para después disfrutar de tres largos meses sin trabajar es importante cuidar los gastos y saber administrarse”, recomienda Emi. Anahí resalta como positivo la experiencia de socializar con personas de todo el mundo. “Lo mejor de este tipo de trabajos, que no son calificados y que son temporales, son las personas que vamos conociendo, latinos y de otros rincones. Nos encanta compartir charlas y aprender de la cultura de ellos y ellos de la nuestra”, cuenta Anahí. Eso y la paga compensan la incomodidad del esfuerzo físico que requieren algunas tareas. “Sabemos que somos mano de obra no calificada pero, en nuestro caso, como lo hacemos por poco tiempo y rotamos mucho de trabajo, lo encaramos con entusiasmo y mucha responsabilidad, no nos tiramos a chantas, porque sabemos que es por cortos períodos de tiempo y así los mismos empleadores nos vuelven a llamar o dan buenas referencias nuestras”, reconoce.
De todos los viajes que vienen haciendo el que mas les gustó fue recorrer seis países en bicicleta por un mes y medio desde el sur de Alemania hasta el sur de Francia. Para recibir apoyo a su paso por los distintos pueblos y ciudades idearon un truco: pusieron carteles en las bicicletas en los que se presentaban como una pareja argentina que hacía cicloturismo. Funcionó: “A muchas personas les daba curiosidad, nos ofrecían quedarnos en sus casas, poner la carpa en su jardín, nos preparaban comidas y hasta nos dieron dinero para ayudarnos a seguir viajando”, revela Emi.
El año que viene piensan seguir en plan aventura y en 2024 asentarse en España o Italia, ya buscando otro de tipo de ocupación, sea emprender un negocio o dar servicios en forma remota. Para eso mientras trabajan y viajan van haciendo cursos de especialización en marketing, programación e idiomas. “No era el plan pero al final decidimos quedarnos en Europa”, concluyen.
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