En un año donde tantos argentinos fantasearon con volar hacia nuevos rumbos, hubo inmigrantes que alzaron su voz para contar por qué eligen nuestro país para vivir. En sus palabras no todo es color de rosa, pero algo predomina: su amor por esta tierra.
Los siguientes fragmentos forman parte de tres historias de la sección Argentina inesperada que impactaron, junto a tantas otras en el 2020, y nos mostraron cómo nos ven.
El corralito y la emoción de vivir un superclásico
(...) Cuando visita Suiza hay ciertas cuestiones que a Sandro le cuesta hacer entender: la inflación, los innumerables tipos de cambio, el corralito, el cepo, que los hombres se saluden con un beso y la emoción que implica vivir un superclásico.
Hay otras de su país adoptivo, que anhela con todo su corazón que cambien: la inseguridad, la corrupción, la justicia que no hace justicia, "la viveza criolla", los ruidos irrespetuosos donde es común que las personas griten y hablen al mismo tiempo, y que la gente no tenga conciencia ni le importe el medio ambiente y la cantidad de basura que genera: "Creo que tiene que ver con el sistema político, que no involucra a la comunidad. En Suiza existe la democracia directa, donde el pueblo puede pronunciarse sobre decisiones del parlamento federal, o proponer enmiendas a la constitución. En Argentina el gobierno parece tener todo el poder, hacen lo que quieran, si cambia el gobierno, cambia todo. En mi patria se reparten entre los partidos los siete asientos ejecutivos, por lo tanto el consenso está casi garantizado. El suizo siempre busca que todos estemos de acuerdo, o por lo menos la gran mayoría", explica.
"Eso sí, admiro la buena onda, la creatividad y el hecho de que te hacen sentir bienvenido donde sea. La familia de mi actual pareja me integró como un miembro más desde el primer día, algo imposible en Suiza, así como esas reuniones multitudinarias tan argentinas. A pesar de los muchos problemas la gente nunca pierde su humor (maneja una ironía que adopté y que mis amigos europeos no entienden), y se reinventa", continúa. "En Argentina está la mejor carne del mundo y amo lo que conlleva `hacer un asado´. ¡Acá hay tantos buenos restaurantes, cafés y lugares para salir! Y es incomparable cómo se vive la pasión por el fútbol y la energía en los recitales".
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Aunque su corazón sea 100% suizo, Sandro ya se siente como un argentino más. En sus más de dos décadas en suelo austral logró dominar el idioma y comprender qué motiva los pensamientos y acciones de un pueblo, que tantas veces consideró anormales.
"Mi experiencia de vida me enseñó a sentirme en casa en el mundo, no solo en mi país. En Argentina aprendí a ser flexible. Acá hay que estar siempre atento a todo, las reglas cambian casi a diario. Sin flexibilidad y espontaneidad no podés vivir en suelo argentino, te mata", reflexiona el hombre de 52 años. "Estando acá aprendí a valorar muchísimo a mi nación. A mi llegada a la Argentina sentí que había hecho un viaje del futuro al pasado, cosa que también tenía su encanto... Pero me preocupa esta tierra en muchos niveles y no sé si mi hija en un futuro también elegirá irse y buscar su suerte en otro rincón del planeta. Se verá. Pero está claro que yo sería el primero en apoyarla. La experiencia a nivel personal no tiene precio, te hace ver las cosas desde otra perspectiva y mejorar como persona. A mí este suelo me enseñó mucho: Argentina me hizo más humano".
Es de EEUU. y eligió Argentina para vivir: "Es uno de los países más ricos del mundo"
(...) La impresionante explosión lo dejó tendido en el suelo, aturdido. No veía nada, solo escuchaba gritos. Las imágenes, vivencias y dolores en el cuerpo y el alma de aquel fatídico día quedaron allí, en Nueva York, aquel 11 de septiembre del 2001. En esa gran manzana quedó aquel David de 30 años, un consultor en una empresa de tecnología que se encontraba bajo una de las Torres Gemelas aquella mañana. Allí, en Estados Unidos, dejó una vida que en el fondo sentía que no quería, para renacer en Argentina siendo la persona que deseaba ser.
"Tomé la decisión de irme de Estados Unidos no solo por lo que sucedió el 11 de septiembre, sino por lo que viví los días siguientes; porque, más allá de que fue una experiencia traumática en la que vi cosas horribles y de la que sobreviví de milagro - estaba ahí abajo y el avión explotó arriba de mi cabeza -, no me gustaron algunas cosas de las que fui testigo los días siguientes relacionadas a la gente y la sociedad", revela David con voz calma. "Entonces pensé en un lugar lejos, lo más lejos posible de Nueva York. Quería un destino con buena gente, tranquila, que tenga otros valores más enfocados en las relaciones humanas y pensé en Argentina. Había estado de viaje en el año 98 y me había gustado mucho el país, sus costumbres y su cultura. Me pareció un lugar excelente para irme y olvidarme de algunas cosas; un lugar en el mundo para aprender a vivir de otra forma".
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"En la Argentina se organizan a propósito planes que llevan tiempo. ¡Al principio me asombraba y me costaba entender el porqué de tanta lentitud! Fue con el paso de los años que comprendí que a Marita le gustaba que el agua demore en calentarse, para poder sentarse en la mesa, estirar el encuentro y charlar un poco más", manifiesta David al respecto. "De igual manera, es a propósito que lleva tiempo hacer el asado, un ritual pausado para poder estar juntos y pasarlo bien. Para mí fue un hermoso descubrimiento y aprendizaje. En Estados Unidos un bistec se hace en un grill a gas que te cocina todo en 15 minutos. Esto es toda una metáfora cultural. Como en mi país de origen el tiempo es dinero, todo se acelera. Acá, en cambio, el tiempo son relaciones. ¡Una diferencia muy significativa que habla mucho sobre las dos culturas! La lentitud argentina fomenta las relaciones humanas, lo que convierte a este país en uno verdaderamente rico".
Es de Finlandia y eligió vivir en Argentina: "El país me dio lo más importante"
"¿De dónde sos?" "De Finlandia". "¡Ah, de Filadelfia!" Cuando Merja Lunkka llegó a Buenos Aires nadie sabía dónde quedaba su tierra natal, y pocos conocían de su existencia. "Esto se prolongó por décadas", asegura ella. "Mi país aún estaba lejos de tener el reconocimiento que tiene ahora en Argentina".
Merja jamás olvidará las primeras sensaciones al tocar suelo porteño, su corazón comenzó a latir con una fuerza arrolladora provocada por sus emociones desbordantes. Desde el primer instante todo, absolutamente todo le resultó extraño y el asombro cobró protagonismo, ¡nunca había estado en una ciudad tan grande! Le llamaron la atención las casas pegadas unas a las otras, el lechero, el botellero, pero más le impactó ver cómo la gente tiraba el pan.
Para aquella adolescente nacida en posguerra, la imagen del desperdicio le parecía una locura. A su mente llegaba el recuerdo de la felicidad que sintió cuando pudo saborear medio tomate sentada en una hamaca de Finlandia por vez primera, luego de un largo período de comida racionada que debía alcanzar para todo el mes.
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Hoy, en un repaso por sus impresiones de una Argentina a la que ama y agradece, Merja asegura que, a pesar de los altos y bajos, el país no le negó ninguna oportunidad, aunque sí le trajo algunos miedos y dolores: "La primera vez que llegué, podría decirse que Argentina tenía una mejor calidad de vida que Finlandia, que todavía sufría la posguerra. En la segunda vuelta me asombró ver tantas rejas en las casas, algo que fue creciendo con el tiempo y que tocó a nuestra familia en los años 90, cuando nos robaron a mano armada, un hecho traumático", revela.
"Pero elegir a la Argentina también significó animarme a tener dos hijos más, ¡algo que me parecía imposible en Alemania y Finlandia! Significó elegir a una gran familia extendida y que mis cuatro hijos se rodeen de muchos primos hermanos cercanos y decenas de amigos de la vida. Este suelo me regaló la costumbre de los asados de los domingos y las reuniones de fin de semana, un ritual sin invitaciones necesarias. La espontaneidad que hallé acá es indescriptible. Nos ha sucedido varias veces que llegue un amigo íntimo con un extraño y que te diga: `traje a un amigo´", continúa entre risas. "Argentina me regaló a mis mejores amigas y me demostró que, si uno no pudo en la infancia y la adolescencia, este suelo te permite formar grandes amistades en edad adulta para el resto de la vida".
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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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