Nueva York la recibió electrizante, aunque jamás imaginó que allí conocería a un hombre que la desafiaría a romper los mandatos más estrictos para alcanzar el amor. Aún sin sospechar su destino, entre las luces, carteles estridentes y movimiento eterno, Martina, una joven de espíritu aventurero, quedó maravillada. A lo lejos, el barrio de Sunchales, en su Santa Fe querida, de pronto emergió como un recuerdo absolutamente calmo.
Al país del norte había llegado para estudiar y trabajar, lo que le permitió forjar nuevas amistades sin dificultad. Acomodada a su nuevo ritmo de vida, las salidas se frecuentaron, así como las ganas de conocer a alguien y darle comienzo a una historia de amor, algo que en la Gran Manzana resultó ser más difícil de lo esperado.
"Tenés que instalarte una app. Acá es así. Charlas un poco y si te caes bien, te encontrás", le sugirió una amiga brasilera, ante su mirada dubitativa. Finalmente, Martina siguió su consejo y, al poco tiempo, se encontró conversando con un hombre llamado Hüseyin, de origen turco, que casi de inmediato fue de su agrado. "Lo había elegido al azar", recuerda. "Hablamos por unos días, me gustó su forma de ser y arreglamos para encontrarnos en un café. Después lo llevé a un restaurante argentino, ¡le tenía que hacer probar algo de nuestras comidas!".
Los mandatos y el amor
Luego de aquella primera cita, la argentina y el turco siguieron en contacto diario y, dos o tres veces por semana, salían a algún lado. A una velocidad insospechada, Martina se enamoró de un hombre que apenas conocía y que, con la misma intensidad, la correspondió. "Dos meses después de conocernos, él decidió volver a Turquía para ir tras una mejor oportunidad laboral, pero antes de irse me dijo que le gustaría que siguiera formado parte de su vida y que quería casarse conmigo", rememora pensativa.
Martina tocó el cielo con las manos, la sola idea de perderlo le cerraba la garganta y, sin embargo, sabía que a Hüseyin le esperaba un reto casi imposible; ambos eran muy conscientes de que la religión y las costumbres tendían un manto de hierro invisible entre ellos, y que sería un obstáculo titánico de superar.
Hüseyin se armó de coraje y, apenas tocó suelo turco, decidió contarles a sus padres que había conocido a alguien. Para el joven, la opinión de sus progenitores no solo era primordial, sino definitoria: "Si ellos dicen `no´ significa `no´ y así fue", revela Martina. "Bajo ningún punto de vista aceptaban que su hijo se case con una extranjera que no era musulmana y que ni siquiera conocían".
Decisión tomada
El camino para la argentina tampoco fue sencillo. Su experiencia en Estados Unidos recién comenzaba y le planteó a su amado quedarse un tiempo más, para luego seguirle los pasos a Turquía, desafiar las barreras, y darle una oportunidad a su historia de amor. "Pero yo tenía muy en claro que el rechazo de parte de su familia no iba a ser el único, sabía que mis papás tampoco iban a aceptar que yo me casara o saliera con alguien que era musulmán y que vivía del otro lado del mundo".
Tal como Martina lo había anticipado, las advertencias por parte de sus padres no se hicieron esperar: le dijeron que los musulmanes no eran personas confiables. Ella, sin embargo, no los escuchó, tenía la certeza de que, tarde o temprano, terminarían aceptando, les guste o no. Su decisión estaba tomada: "Con el paso de los meses mis papás se hicieron más a la idea de que estaba con alguien diferente, pero nunca pensaron que tomaría la determinación de irme a vivir a un país como Turquía, donde hablan otro idioma y las reglas y costumbres culturales son totalmente distintas".
Aun a pesar de las grandes dificultades de Martina por conseguir la aprobación de sus padres, la situación de Hüseyin era mucho más compleja. Ante cada insistencia, la respuesta siempre era la misma: un rotundo no. Las semanas se transformaron en meses y más meses acompañados de la negativa y un derrumbe drástico en el estado de ánimo del joven musulmán. "Fue entonces que, convencidos de que nunca iban a aceptar que estemos juntos, entramos en una profunda crisis de pareja", confiesa Martina conmovida. "Estaba resignada, y decidí que seguir con mi vida en Nueva York iba a ser lo mejor".
Jugarse todo por amor
Pero Hüseyin no estaba preparado para terminar así de fácil las cosas. Tal vez perdiera a sus padres, pero más trágico aún sería perder el propio control de su vida; eligiendo el camino de los mandatos no desilusionaba a su familia, pero equivalía a resignarse a una existencia adormecida. Con renovado coraje, y después de mantener largas conversaciones con Martina, decidió pelear por lo que quería.
"Esto es algo que en esta cultura es muy difícil que suceda", asegura ella. "Algo curioso es que en las familias más conservadoras los hombres no pasan por varias parejas como solemos hacer nosotros. Ya en el primer encuentro deciden si seguir adelante o no y, en el caso de que determinen continuar con las citas, seguramente termina en casamiento. Al ser yo la primera mujer con la que él salía, su decisión de casarse conmigo después de dos meses de vernos era definitiva", continúa.
A pesar de su valor, una nueva negativa llegó para Hüseyin, pero esta vez sabía que aun así seguiría con su relación adelante. El rechazo, sin embargo, lo deprimió de manera preocupante. Fue ahí que su madre se dio cuenta de que no tenía ningún sentido seguir oponiéndose, ya no quería ver a su hijo tan triste. "Su padre seguía con la negativa y llegó a decirle a su hijo que se olvidara de que tenía un papá si se casaba conmigo", cuenta Martina. "Pero con el correr de los días, mi suegra logró convencer a mi suegro. Apenas Hüseyin me dio la noticia compré los pasajes a Argentina para visitar a mis padres y de ahí irme a Estambul".
Hacia el amor y otra vida
Martina jamás olvidará el despegue de aquel avión que la llevó a Turquía. La emoción y los nervios se habían apoderado de ella, casi incontrolables. Dos años habían pasado sin verse, hasta obtener la tan anhelada aceptación.
"Me esperó en el aeropuerto y en ese instante descubrimos que, a pesar del tiempo, lo que sentíamos seguía intacto", se emociona. "Y ahí comenzó mi viaje hacia un lugar desconocido, lleno de emociones, tristezas, alegrías. Desde ese momento fue el inicio de nuestra vida juntos. Pero esa ya es otra historia...".
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