Hoy volvemos a publicar una casa de nuestro archivoa la que fuimos hace casi doce años y que nos gustó tanto que fue tapa de nuestra revista. La rescatamos para compartirla con nuestra audiencia digital, que tal vez no haya tenido el placer de verla.
Después de años de largas vacaciones en casas alquiladas, y de ir enamorándose de las sierras y los arroyos de este pueblito de montaña en el corazón de la provincia de Córdoba, una familia de Buenos Aires se decidió y se embarcó en el proyecto de construir su propia casa, diseñada por su dueña, fascinada por la arquitectura y la decoración, de la mano de un arquitecto local, que llevó adelante la obra.
La piedra proveniente de una cantera de la zona es el material dominante. "Con la piedra hay que tener cuidado; el resultado puede llegar a ser muy frío, por eso optamos por pisos y puertas de madera, que pintamos de turquesa, y que le dieron a la casa color y calidez, tan necesarios".
En la ambientación, el sabor local llenó cada rincón, con obras de artistas y artesanos de la zona cuidadosamente seleccionados por la dueña de casa. Para calefaccionar, se colocó un hogar de acero empavonado con grafito (Ashwood), solución ideal porque, además del fuego, emite calor por radiación. Al lado, una cajonera intervenida por el artista Gonzalo Gorostiaga, que la pintó a rayas blancas y rojas.
"Queríamos un lugar acogedor, cómodo y alegre al que fuera placentero venir en verano y en invierno. Me inspiré en una casa de la campiña francesa y le agregué una impronta más personal, que tuviera que ver con el espíritu de La Cumbre".
En el vajillero detrás de la mesa se colocó el juego de piezas artesanales, realizado por la ceramista local Emma Gargiulo en el mismo turquesa que las aberturas.
A dos aguas, los altos techos con vigas de madera lustrada son típicos de las construcciones más antiguas de la zona.
La decoración de los espacios privados está guiada por la madera y las puertas pintadas de este particular azul (encargadas a medida por la dueña de casa sin picaportes y con pasador). La de los ambientes sociales, por la piedra. En la suite principal, cama con baldaquino y paredes pintadas por Gonzalo Gorostiaga.
El baño tiene detalles en madera, como el espejo enmarcado y la mesada, sobre la que se colocó una bacha de apoyo con grifería de pared. En la arcada que lo comunica con el vestidor, la dueña de casa colocó cerámicos pintados con distintos motivos.
Realizado en madera de incienso, el deck da a un gran parque. Se lo disfruta con sillas de madera estilo Nantucket, diseño de la dueña de casa.
Un largo asiento de piedra, suavizado con una multitud almohadones, invita a largas sobremesas después del asado. Los pisos, de canto rodado y cemento, le dan un aire rústico y trazan un límite con el deck descubierto.
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