Aprendí a hacer la mejor tortilla de papa de mi vida y de la tuya también
No sé si le pasa a todo el mundo, pero hacer una tortilla de papas me parecía algo engorrosísimo que tiene muchas probabilidades de salir mal. La verdad es que nunca había intentado hacer una, pero creo que tenía un poco de prejuicio infundado por mi abuela (no está de más decir que la suya era excelente, pero tardaba horas en hacerla perfecta).
Así fue que decidí sacarme de encima esa idea con Beatriz, una catalana que tiene dos hijos y promociona una experiencia en Airbnb en Barcelona como "vamos a cocinar la mejor tortilla de patatas". Con ese título compré al instante y me encontré con ella para poner manos a las papas.
La calidad de los productos es clave
"Todo es importante", dice Beatriz mientras que pela tres papas grandes y separa unos huevos. La calidad, sobre todo. Las papas las compró en un supermercado de su barrio, en Gracia, pero los huevos son "del campo" de su madre. "La diferencia entre los huevos de campo, orgánicos y frescos, es superior a los otros. Me parece clave tener productos de buena calidad, porque eso se va a ver reflejado en el sabor de la tortilla", me explicó Beatriz.
El aceite no se queda atrás. Ella usa uno de oliva y, a pesar de nuestra creencia popular de que es malo para freír, pone una cantidad generosa en una sartén a fuego medio.
Más chiquito es mejor
Antes de que se caliente del todo, tira una cebolla picada finita, "pero pueden ser dos, a gusto". Cuando tome más calor, incorpora las tres papas picadas en cubitos chiquitos. Esta es una gran diferencia de la tortilla porteña: en cubos más chicos, la papa se termina de cocinar mejor.
El turno de los huevos
En un bol, bate los cinco huevos con una pizca de sal. Ella prefiere reservarlos unos minutos para que se asienten, pero comenta que nunca encontró diferencia en no hacerlo. Mientras tanto, las papas se empiezan a dorar muy tímidamente. Si la cebolla quedó un poco tostada, no hay problema, pero las papas no pueden estar muy oscuras. Mejor que falte y se cocine con el huevo a que se nos vaya de las manos.
En otro bol limpio, apoyá un colador y volcá todo el aceite de las papas y la cebolla, que queden lo más escurridas posible. Según Beatriz, si el aceite es de buena calidad y no se quemó, lo podemos volver a usar. "Si el aceite burbujea, eso significa que está en mal estado y lo tenemos que desechar". Después agarró una sartén limpia. Este paso es clave para ella, porque comprobó que con una nueva, la tortilla no sale tan grasosa.
Mezclamos todo
Con dos o tres cucharadas del aceite usado, la sartén tiene que calentarse bien a fuego alto antes de volcar las papas y el huevo. Después es cuestión de que la mezcla no se pegue en las paredes de la sartén.
Beatriz dio vuelta la tortilla usando un plato y la puso un ratito más al fuego. Con un cuchillo, comprobó la consistencia. La sacó y el resultado fue una tortilla gordísima y húmeda, casi tan buena como la de mi abuela, pero a la mitad de tiempo.
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