AntidominGoT. Los rituales atrás de la última serie que veremos todos juntos
Quienes sufrimos del "síndrome de domingo", eso que pasa cuando se pone el sol y las neuronas se organizan para hacernos creer que no fuimos lo suficientemente felices durante el fin de semana que está por terminar, estamos viviendo nuestro mejor momento. Al menos hasta el 19 de mayo, cuando termine Game of Thrones para siempre y ya no haya excusas para salir de la posición fetal hasta que amanezca de nuevo. Es que la serie, que está en su última temporada, generó como pocas la necesidad de organizarse frente a la pantalla, sea de a dos, de a veinte o de a mil. Dentro de algunos años, la última escena de la batalla de Winterfell competirá en el recuerdómetro con la de Javier Mascherano diciéndole a Sergio Romero "hoy te convertís en héroe". Y los más memoriosos sabrán decir en dónde estaban, a quién abrazaron y qué estaban tomando.
En América Latina, la adaptación de David Benioff y D.B. Weiss de las novelas de George R.R. Martin tuvo un récord de 30 millones de streams (vistas) solo en los primeros dos episodios de la temporada 8, que está en curso, a través de HBO, HBO GO, HBO On Demand y demás plataformas. Eso solo en América Latina. Y no hay datos oficiales, pero podemos asegurar que el 99% de los que le dieron play lo hicieron porque están muy comprometidos con el show y no porque "lo engancharon en el cable" y se quedaron.
No quedan series como Game of Thrones por un montón de motivos. Uno es que gran parte de las que vemos ahora se estrenan de una, largando temporadas enteras para que se vean a la velocidad que uno quiera.
Algunos que no consumían series antes de Netflix experimentan la espera por primera y quizás única vez con GoT. Es el caso de Federico Furman, de 30 años: "Me junto siempre con mi novia y una pareja amiga a comer y ver el capítulo. Es la primera vez que me engancho con una serie así donde pasa una semana entre cada emisión. Las otras las vi mucho más rápido".
Esas que se suben enteras las podemos comentar en el almuerzo del trabajo, pero las chances de que todos estemos en el mismo capítulo son pocas. El crítico de cine y TV Matt Zoller Seitz lo resumió en un artículo del sitio Vulture que se titula "¿Es Game of Thrones el último show que vamos a ver juntos?": "Hoy en día, la conversación online alrededor de las series de streaming existe, pero de una forma diferente. Si un programa es tendencia en Twitter, es probable que sea porque la gente ya vio la serie completa y la quiere recomendar a otros y no porque quiera experimentar un mismo momento con otra gente".
Otro motivo es que crecimos y vimos crecer a los personajes. Al ser una producción tan enorme –el presupuesto de los primeros episodios era de casi cinco millones de dólares cada uno, mientras los de la octava ya escalan a 15 millones–, las temporadas tardan decenas de meses en filmarse y editarse, lo que hace que conozcamos a los personajes desde hace más de ocho años. Por la manera en que se fue construyendo la historia, los vimos pasar por muchos momentos. Hasta nos cansamos de ellos, los odiamos y los volvimos a querer. No hay consenso sobre nadie y el debate es infinito.
Finalmente, está el factor de la complejidad del universo que cuenta. En este aspecto, está más cerca de Star Wars que de cualquier serie que se haya estrenado en los últimos diez años. La mayoría solo encuentra paralelismos en otro boom fantástico televisivo y adictivo: Lost. No es fácil seguirle el ritmo a GoT, aunque sean poquísimos episodios por temporada (esta última tiene solo seis) y eso permite que se expanda una red que lo contiene.
Merchandising y banquetes
"Seguí otras series muy a full, como Mad Men o Breaking Bad, pero esta es número uno, porque además me llevó a consumir mucho más por fuera de la serie. Compro casi todo lo que haya: libros, series, cómics, blogs, podcasts", cuenta Juan Manuel Puente, de 38 años, que todos los domingos espera a dormir a sus tres hijos para darle play al capítulo por Cablevisión Flow, cerca de las 23.
Mientras el ritual de Juan es privado, con su esposa, Carolina, y los ronquidos de los chicos de fondo, otros eligen encuentros más grandes. Todos lo califican como antidomingo (antidominGoT, para hablar con propiedad). Carolina Salem, que festejó su cumpleaños de 29 la noche del segundo capítulo de esta temporada, cuenta: "No suelo festejar, pero este año cayó un domingo y justo coincidía con un capítulo bastante esperado. Me pareció un gran plan cenar y después mirarlo todos juntos. Lo mejor de todo fue que un grupo de amigas que ni conocen la serie cayó al lugar con máscaras de Arya, Bran y Jon Snow y también con unos vasos customizados".
Hablando de merchandising, la edición especial que hizo Johnnie Walker de su whisky –White Walker, una botella que cambia con el frío y tiene a su icónico caballero disfrazado de personaje de la serie– lideró en Mercado Libre la categoría de esta bebida durante la semana del estreno de Game of Thrones.
También en el plano casero, Julián Barouille, de 24, y sus amigos tienen toda una ceremonia los domingos. Se pusieron como objetivo cocinar carnes salvajes (guiño a uno de los grupos humanos más queridos de la serie) y aprender juntos. Así, hicieron pulpo "a la Greyjoy" (nombre de una de las casas en disputa), conejo, cordero y esperan coronar con un ciervo en la final.
"No está tan definido el concepto, pero la idea es que nos mueva para ir a comprar las cosas, buscar recetas, aprender y pasar la tarde juntos. Cada semana nos preguntan más personas si se pueden sumar y mientras haya lugar y comida son todos bienvenidos", cuenta Julián.
Con hinchada real y virtual
"Es como estar en el cine", define Vanessa Fernández, de 28 años, que se asegura de reservar mesa con anticipación en algún bar para no quedarse sin lugar para ella y su amiga Paula. ¿Lo que más le gusta? La emoción de la gente que la hace entusiasmarse todavía más por la trama. Sentado frente a la pantalla gigante montada en el bar Diggs de Palermo momentos antes de la proyección del capítulo 4 de la última temporada, Jerónimo Repetto, de 27, dice: "Una vez que vivís la experiencia de verlo así, no querés volver a una casa. La gente se ceba mucho, cuando arranca hay un silencio total y en los momentos épicos se vuelve tipo partido de fútbol".
Desde la temporada pasada, cada vez más bares y centros culturales de todo el mundo decidieron abrir sus puertas para los fanáticos en esa noche que normalmente no atrae a mucha gente. Al preguntarles a los entrevistados si por alguna otra razón saldrían con tanto ímpetu un domingo, la respuesta negativa es unánime. "No solemos salir la última noche del fin de semana, venimos acá por la serie. Somos como 15 todas las semanas que nos juntamos en un bar, tomamos y picamos algo", cuenta Henry Calderón.
Yendo al un clima más masivo, hubo y habrá eventos oficiales alrededor de los capítulos como la GoT Watch Party organizada por HBO junto a la periodista Fiorella Sargenti para el primer capítulo de la temporada (con 50 fanáticos invitados en un pequeño castillo con decoración acorde) y el más grande de Cablevisión Flow, donde la Facultad de Derecho de la UBA se llenó de White Walkers, caballeros luchando y banquete acorde con 300 invitados. Para el final de la serie, el 19 de mayo, HBO organizó una GOTFest en Buenos Aires (algo que en Sudamérica solo se repetirá en México). El evento, de entrada gratuita –acceden quienes participen de diferentes concursos y actividades de las operadoras de TV–, tendrá lugar para 1500 personas y actividades desde las 14, con juegos, tronos imitación de los reales y, obviamente, la proyección del episodio.
Luciano Banchero, quien hace con Fiorella Hodor Hodor Hodor, el podcast de Game of Thrones más escuchado de América Latina, se define como "fan profesional". Le toca trabajar con la serie, verla una vez con pasión y otra tomando apuntes para poder desentrañarla para sus oyentes. Además, claro, fue anfitrión de juntadas para ver GoT muchas veces y hace la analogía que más nos sale cuando hablamos del show.
"La razón por la que genera este tipo de rituales es simplemente que cada episodio se vive como un partido de fútbol y cada temporada es un Mundial –asegura–. Jon Snow, Daenerys Targaryen, Cersei Lannister... son más que personajes: son equipos por los que hinchás. Cada victoria de tu equipo se grita como un gol. Y cada derrota o muerte es tan traumática como quedarnos fuera de la copa".
No se puede dejar atrás la dimensión virtual. Quienes no llegan a verla el domingo a la noche deben desaparecer de Internet para no estar expuestos a un carnaval de memes. Para ellos, muchos espectadores solitarios, el retiro espiritual libre de spoilers también es una rutina muy vinculada a GoT. Es que ntrar a las redes durante la transmisión del capítulo o apenas termina es fundamental para muchos, como también pasa durante entregas de premios, debuts de programas de aire y grandes finales deportivas. Quienes disfrutan de esta parte ocupan por lo menos una hora más de la noche scrolleando en Twitter, Instagram, Reddit o Facebook. Para Sofía Sauro, de 23 años, esta segunda instancia es más relevante incluso que ver la serie: "Durante mucho tiempo intenté verla y me aburría. Pero al ver cómo se me llenaban las redes , me enganché porque me parecía mucho más divertida la experiencia".
Y ahí está la palabra clave: experiencia. Según innumerables estudios científicos de universidades como Cornell, vivir momentos que recordaremos (sean viajes o pasar tiempo con amigos) nos hace más felices que adquirir bienes físicos. Y ahí entra el ritual que hay alrededor de la serie, una historia que nutrió un universo gigante y que difícilmente sea superada o igualada en el futuro cercano. En criollo, es casi imposible que otro producto cultural nos vuelva a mover el piso en forma colectiva como lo hizo Game of Thrones. ß
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