Anthony Paul se declara un diseñador de jardines autodidacta, que a lo largo de cuarenta años ha observado, practicado jardinería, experimentado y diseñado jardines en el Reino Unido, Nueva Zelanda, Australia, Francia, Suiza, África y el Mediterráneo. Ha trabajado progresivamente de manera sólida, como un artista que desarrolla su estilo, aprendiendo más cada año sobre su oficio, pero siempre con sus principios básicos intactos.
De su Nueva Zelanda natal trajo lo más propio de los indígenas maoríes, que creían que los árboles eran dioses del bosque que debían ser venerados y protegidos por su fuerza y su presencia majestuosa. Su respeto por la naturaleza creció desde la comprensión del bosque como un lugar de narraciones místicas. De esa primera infancia le llega el recuerdo del "genio del lugar" que siempre busca en cada espacio que diseña. El sentido del lugar y la comprensión del entorno que influye en su pensamiento es vital para guiarlo a través del proceso de diseño de su paisaje.
Lo que nunca falta en mis proyectos es la combinación complementaria de piedra y plantas, agua y tierra, grandes aberturas al cielo con siluetas de árboles.
Su estilo y el enfoque de trabajo radican en la creencia de que hay pocos límites sobre cómo se puede crear o considerar una práctica de jardín-paisaje. Para él, cualquier diseñador necesita una apariencia distintiva, una forma particular de trabajar, encontrar un estilo propio, una manera de expresar su ser interior exteriormente. Esto incluye todos los pensamientos, emociones, intereses y valores. Lo que está afuera es simplemente un reflejo de lo que está adentro.
Su lema, que ha transmitido a generaciones de alumnos –incluso como director del Inchbald School of Design–, es: diseñe un jardín y vea cuánto puede quitar. Inspirado en la cita de Andy Warhol ("Cuanto más simple es algo, mejor"), tiene una regla de plantación: pocas especies para crear bloques arquitectónicos en grandes masas.
Sus proyectos se enmarcan siempre en diseños geométricos donde la escala del espacio es básica para la elección de las especies. Primero busca una idea, que será la razón o columna vertebral del jardín. No le interesan las flores bonitas, sino en cambio lograr un efecto contundente con el uso de pocas especies agrupadas. Intenta mantener una paleta de plantas simple, trabajando con materiales y vegetación que se vean naturales en el ambiente.
Básicamente, puesto a proyectar, observa el lugar antes de que la idea del diseño fluya, porque tiene que estudiar primero lo que el entorno le dicta. Ver lo que está creciendo bien le dará un buen indicador de la planta adecuada para usar como columna principal del jardín. Trabaja en equipo, con los integrantes de su estudio, con quienes dialoga y, sobre todo, escuchan atentamente al cliente a quien hacen participar del proceso creativo. Actualmente, este reconocido profesor del paisaje brinda cursos y conferencias en todo el mundo y su jardín de Surrey en el Reino Unido es la sede de su Estudio, donde además se desarrolla el espectacular jardín de esculturas The Hannah Peschar Sculpture Garden, dirigido por su esposa.
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