El preservacionista Gabriel Rodríguez Arnabal se enamoró del Palacio Acosta y Lara en 2016, cuando lo vio en venta en una página de internet; hoy busca convertirlo en un lujoso empredimiento
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Ebanistas, vitralistas, molduristas, artesanos, arquitectos y operarios. En total, unas 20 personas trabajaron durante dos años y medio para lograr recuperar el esplendor original al Palacio Acosta Lara. Tras más de una década desocupada y sin mantenimiento, esta casona antigua de 1924, ubicada en la Ciudad Vieja de Montevideo, tenía ambientes inundados, paredes rotas y partes del techo caídas o podridas.
-¿Qué tan trabajosa fue la restauración?
Gabriel Rodríguez Arnabal, el desarrollador inmobiliario a cargo del proyecto, suspira. “Fue realmente titánico”, responde. Además de haber liderado la puesta en valor del palacio, él es, junto a un socio, el dueño del inmueble. Los dos propietarios planean desplegar allí un proyecto comercial de alta gama, que todavía no ha comenzado a funcionar.
“Al principio, la gente nos desalentaba, nos decía que no íbamos a poder, que éramos demasiado ambiciosos. Pero contra todo pronóstico, lo logramos”, cuenta el desarrollador inmobiliario, de 31 años, especialista en preservación patrimonial. La intención del proyecto era que el palacio no sufriera modificación alguna. La consigna se cumplió a tal nivel que, una vez terminada la obra, el gobierno uruguayo propuso convertir la propiedad en un monumento histórico nacional, decisión que los dueños todavía están evaluando.
La mezcla de estilos de un escritor excéntrico
La construcción del palacio, que este año cumple 97 años, fue encargada por el escritor Manuel Acosta y Lara, vinculado al ocultismo y reconocido socialmente por su excentricidad. Su hermano, el entonces famoso arquitecto Armando Acosta y Lara, fue quien estuvo a cargo de los planos, en los que combinó diferentes estilos arquitectónicos, componiendo una edificación ecléctica.
“Es una casa muy teatral, muy variada. Cada ambiente tiene un estilo propio: tiene un teatro de estilo francés, una fachada de estilo veneciano, un jardín de invierno de estilo romántico y ciertos elementos del barroco español”, detalla Rodríguez Arnabal. La casona tiene cuatro pisos y cinco habitaciones, y está ubicada a dos cuadras de la rambla de Montevideo.
Tras el fallecimiento de Acosta y Lara, en 1950, la casa fue adquirida por otro personaje ilustre de Montevideo, el Dr. Víctor Soriano, un neurólogo de renombre internacional que se destacó por sus investigaciones y libros. Soriano y su familia habitaron la casa durante medio siglo. La conservaron sin hacerle modificación alguna, destaca Rodríguez Arnabal. Por esa razón, la casa aún cuenta con parte del mobiliario original de la familia Acosta y Lara.
Tras su muerte, el palacio quedó desocupado. Ya desde hacía tiempo, incluso cuando la familia Soriano vivía ahí, que la casa se encontraba en malas condiciones y sin ningún tipo de mantenimiento, afirma su nuevo propietario. Pero todo empeoró con el abandono. En los más de 10 años sin habitantes, la propiedad fue saqueada numerosas veces.
Robaron principalmente muebles. Entre los objetos que sobrevivieron a las entraderas y a las inundaciones por filtraciones, el desarrollador inmobiliario a cargo de la restauración destaca dos columnas salomónicas de mármol torneado, una fuente de Venus tallada en carrara y una estufa de cuatro metros de altura del barroco español, que, según subraya, es una pieza única en el país.
Amor a primera vista, por internet
En medio de este período, el palacio fue adquirido por un empresario australiano que tenía la intención de demolerlo y levantar en su lugar un edificio. “Por suerte, por razones personales, el comprador debió volver a su país y puso a la venta su propiedad. Ahí aparecimos nosotros y la compramos”, cuenta Rodríguez Arnabal.
Él y su socio, un empresario argentino que prefiere mantener el anonimato, se enamoraron de la casa por internet. “La encontramos en venta en una página web, fue totalmente inesperado. Los dos somos aficionados del patrimonio. Fuimos a conocerla. Estaba completamente destruida, pero yo ya me la imaginaba toda radiante. Y me enamoré”, recuerda. Y suma: No le hicimos modificaciones a la casa. Yo soy muy preservacionista, no quise tocar nada. Solo hice pequeñas intervenciones muy bien curadas”.
Una pasión de cuatro generaciones
Rodrígez Arnabal, criado en una zona rural del departamento de San José, a una hora y media de Montevideo, heredó de su familia el amor por la arquitectura y el patrimonio. “Soy bisnieto de un gran mecenas del patrimonio nacional, Numa Pesquera. Mi bisabuelo fue el promotor del estadio Centenario y fue partícipe de una prestigiosa comisión que donó un plan de urbanismo para Montevideo. Me crié en una casa antigua también, al igual que mis antecesores”, explica.
-¿Qué planean hacer con el palacio?
-La idea original era alquilar salones para realizar eventos culturales de alta gama. Tenemos un piano de concierto, un teatro. Pero cuando empezó la pandemia, este proyecto se complicó. El coronavirus apagó el rubro de los eventos sociales. Por eso, por ahora, la idea está en pausa y estamos evaluando cómo vamos a avanzar.
Por ahora, Rodríguez Arnabal vive allí, en una de las habitaciones. En un sector del palacio, abrió un museo donde expone su hermano, el artista contemporáneo Juan Manuel Rodríguez Arnabal. En la casa también funciona la fundación que preside, llamada Patrimonio Rodríguez Arnabal, que se dedica al amparo y el reconocimiento del patrimonio nacional, ya sea histórico o natural.
“La idea es que la gente conozca la casa, que la vea, que empiecen a visualizar otros proyectos parecidos. Parte de nuestra idea es mostrar que sí se pueden recuperar las obras arquitectónicas de Montevideo. En Uruguay, no hay un reconocimiento real del patrimonio. Esto se debe a un problema legal de fondo. Hoy, si tenés la torpeza de destruir un monumento histórico o un edificio con valor patrimonial, solo pagás una multa”, afirma.
Actualmente, el gobierno uruguayo está en proceso de reformulación de la ley de patrimonio. Rodríguez Arnabal considera que este nuevo documento sería crucial. “Si esta reformulación entra en vigencia, las personas que atentan contra el patrimonio no solo tendrían que pagar una multa, sino que irían presas”, resume.
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