Casi todos los itinerarios para viajar a la Antártida arrancan y terminan en Ushuaia y duran, más o menos, diez días. El viaje se realiza a bordo de cruceros de diferentes clases: desde los más sencillos hasta los más lujosos. Durante ese lapso, casi cuatro días completos se invertirán en cruzar en ambos sentidos el Pasaje de Drake. Luego, los cruceros pueden ofrecer varias rutas: la más clásica incluye un recorrido por las islas Shetland y la punta de la Península Antártica; otros se internan más al sur e incluso agregan al recorrido otros puntos, como las islas Malvinas o las Georgias.

Dos asuntos clave para tener en cuenta: uno, que todos los recorridos están sujetos a las inclemencias meteorológicas. Y dos: que no hay en la Antártida otros alojamientos más que las bases para los científicos y militares, con lo cual los turistas pasan los días, comen y duermen a bordo de sus cruceros. Las bajadas a tierra y navegaciones se llevan a cabo en botes inflables motorizados llamados “zodiacs”: de esa forma pueden visitarse colonias de pingüinos, bases científicas o sitios de importancia histórica.

El curioso mote se debe a que Nathan Palmer, un foquero estadounidense que recorría la zona en 1820, bautizó a la isla con el nombre de “Decepción” por su “apariencia engañosa”: parece una isla común, cuando lo cierto es que se trata de un gran volcán, aún activo, que crea a su alrededor un microclima y un paisaje bien inusual.

La escena alrededor del volcán incluiye playas de arena negra, especies de musgos y líquenes, aves marinas y la mayor colonia de pingüinos de barbijo del mundo. El highlight del paseo, sin embargo, consiste en darse un baño en las aguas termales, a las que es posible acceder con tan solo remover un poco de tierra.