Desde el primer día Bettina y Facundo amaron a Delfi, aunque reconocen que lo inesperado de la noticia les cayó como un baldazo de agua, pero su experiencia les sirvió para hablar con otra pareja que no se animaba a acercarse a su beba con la misma condición genética.
- 9 minutos de lectura'
“En el mes ocho de mi embarazo empecé de la nada a llorar y a pensar que algo no estaba bien. Fui a mi psicólogo y me tranquilizó. Recuerdo que me dijo que todas las madres a medida que se acerca el parto tienen miedos e inmediatamente dejé de pensarlo, pero esa tarde lloré, lloré y lloré creyendo que algo raro había, algo no estaba bien, claramente el sexto sentido de la mujer”.
El 11 de diciembre de 2014 a las 18:30hs Bettina Tevere había dado a luz a Delfi, una bebé muy buscada por ella y por su marido (Facundo) por lo que la ansiedad, la alegría, la felicidad, el sueño cumplido y un montón de sensaciones hermosas se había apoderado de los recientes padres.
Como cualquier mamá que desea poder tener en sus brazos para brindarle los primeros mimos a su hijo, a Delfi la pusieron en el pecho de Bettina que le dio el abrazo más largo del mundo y el beso más tierno que jamás había dado.
“Me llevaron al cuarto con Delfi abrazada a mí y ahí empecé a sospechar que algo andaba mal porque mientras trataba de prenderla para que tomara leche, veía que el tiempo pasaba y ni mi marido ni mis padres entraban al cuarto”. En ese momento, ella no lo sabía, las doctoras estaban conversando con su familia sobre un posible diagnóstico.
“Esa noche fue negra”
De pronto, se abrió la habitación e ingresaron tres médicas que rodearon la cama.
-Bettina: no le digas a nadie que Delfi ya nació porque antes debemos corroborar si tiene algún problema genético- le dijo una de las profesionales.
-Hablame en español. ¿A qué te referís con problema genético? -le respondió Bettina, un tanto exaltada.
“Y mi marido desde la punta de la cama me dijo las palabras que demoraban en decir: ´Gorda, quizás tenga Síndrome de Down´. En ese instante la abracé fuerte a Delfi y me largué a llorar. Nunca había visto de cerca una personita con Síndrome de Down y mientras la abrazaba una enfermera me dijo que tenían que llevarla a Neonatología unos días porque no regulaba bien la temperatura. Y sin más palabras me la sacaron de los brazos y se la llevaron. Esa noche fue negra, solos, sin Delfi, en una habitación de hospital y con una cuna vacía. Al día siguiente nos confirmaron el diagnóstico y ahí el llanto y la amargura fue peor”.
Bettina seguía en shock. Todos los libros que había leído sobre maternidad, cuenta, no le servían para nada. Entonces, le pidió a Facundo que fuera a una librería para conseguir libros de bebés con este diagnóstico. Sin embargo, regresó con las manos vacías.
Los días Delfi en Neonatología
“Recuerdo que el segundo día que Delfi estuvo en Neo entró una enfermera, yo estaba con mi mamá y le pedí por favor que me sacara la sonda porque quería ir a verla. Moría por abrazarla y besarla, pero cuando me levanté me mareé y mamá pidió una silla de ruedas. Toda dolorida por la cesárea fui a darle todo mi amor. Estaba llena de cables en la incubadora, me dejaron sacarla y alzarla. Inmediatamente la puse en mi pecho y le canté la única canción que recordé (El Elefante Trompita) y se durmió en mi pecho, nuestra primera gran conexión post anuncio”.
De esa forma transcurrieron los primeros días. Bettina lloraba en la habitación y era feliz cuando entraba a Neo. Ya con el alta, tenían horarios para visitarla y cuando se fueron a su casa ella se llevó una mantita para dormir con el olor de su hijita. Los primeros meses, confiesa, fueron a puro llanto, pero ambos estaban fuertes y más allá de todas las dudas que podían tener, compartían una certeza: amaban a Delfi con todo el corazón.
“Chicos: cada vez que vienen se les ve la cara de felicidad, nos alegramos que lo lleven tan bien”, les dijo una enfermera en una de las últimas visitas a Neo. En ese momento Bettina pensó para sí misma que la felicidad era verla a Delfi, pero que su corazón y el de su esposo estaban rotos, mientras pensaban en cómo sería el día después.
Una charla super emotiva
Sin embargo, más allá del duelo que estaban atravesando, la enfermera notó que Bettina y Facundo, de a poquito, estaban aceptando la situación. Eso se reflejaba en cada beso, cada abrazo y cada mimo que le obsequiaban a su hija. Por eso, se animó a contarles que había otra pareja que también había tenido una beba con Síndrome de Down, pero que no lograban aceptarla.
Bettina y Facundo sintieron la obligación de ir a conversar con esa mamá y ese papá simplemente para compartirles la manera en que ellos estaban sobrellevando la situación.
“Al rato, entraron esos padres que miraban a su beba sin tomarla en sus brazos, simplemente la miraban. Y ahí fue mi marido y les dijo: ´Hola, soy Facundo y estoy en la misma. ¿Hablamos?´. Y de esa forma rápidamente asintieron y se sentaron junto a la incubadora”.
-Chicos: esto nos pasó a nosotros también y lo mejor es no preguntarse por qué -les sugirió Facundo.
-Es que nosotros no sabíamos nada, nos enteramos cuando ella nació -respondió Marga, la mamá de la otra bebé.
-A nosotros nos pasó exactamente lo mismo. Denle para adelante, abrácenla mucho.
Luego de conversar durante casi 30 minutos, a Marga y a su esposo, cuenta Bettina, se los veía un poco más tranquilos y tímidamente los dos se acercaron para ver a su hija más de cerca. Y, de repente, abrieron la incubadora, tomaron a upa a la bebé y la abrazaron. Las miradas cómplices de Bettina y Facundo lo decían todo. No había que explicar ni entender lo que había pasado durante esos últimos minutos en ese lugar. Por esas cosas del destino, la vida les había permitido ser testigos de ese mágico momento.
Los días fueron pasando hasta que el 23 de diciembre a Delfi le dieron el alta y por primera vez conoció su casa, su pieza, su lugar en el mundo.
“Recorrimos la casa con Delfi contándole cada espacio que había como nos habían dicho, luego nos tiramos los tres en la cama y de arriba nos sacamos una foto, la primera de millones. Y esa foto la tenemos en un cuadro porque se ve a Delfi en el medio con sus dos manitos tocándonos la cabeza a cada uno. Claramente, nos había elegido”, llora Bettina.
¿Cómo es y qué le gusta hacer a Delfi?
Delfi, que en la actualidad tiene nueve años, “es hermosa, alegre, simpática, ama tener amigas, es súper sociable, muy dulce y muy buena”. Además, es muy independiente. “Sabemos que es lo mejor para ella para que cuando sea más grande sepa desenvolverse bien. Ella se maneja re bien sola, se cambia sola, se baña sola, hace su cama y ordena su cuarto y siempre tiene una sonrisa para regalar y muchos abrazos de oso”.
A la hora de las preferencias, a Delfi le gusta mucho jugar con sus amigas y cuando está sola en su cuarto juega a ser mamá y le da de comer a sus muñecas, las baña y las cambia. “También le encanta ver a TOPA. Lo ama, fuimos al teatro y pudo conocerlo en el camarín y desde ese día dice que es su amigo y canta todas sus canciones”.
Este año Delfi aprendió a leer y a escribir por lo que está fascinada con tomar sus libros y ponerse a leer y a escribir cartitas. “Ama la música y bailar, siempre está alegre, es muy raro verla triste”.
Desde hace 2 años Delfi juega al Hockey en las Lionas & Liones, el primer equipo argentino de hockey para personas con discapacidad intelectual donde no solo disfruta este deporte, sino que también se hizo de muchas amigas y amigos con quienes comparte la misma pasión.
¿Cómo le va en el colegio?
Estuvo de sala de 3 hasta sala de 5 en una escuela con su maestra integradora que ahora es su psicopedagoga. Sin embargo, empezamos a ver que quedaba excluida de los juegos y era obvio: sus compañeritas ya hablaban de corrido y ella todavía no se había largado a hablar. Entonces, tomamos la decisión de cambiarla a una escuela especial y el cambio en el aprendizaje fue rotundo.
¿Cómo definirías a tu hija?
Feliz, ella llegó a este mundo para brindar paz, alegría y tranquilidad.
¿Qué cosas aprenden día a día de Defi?
A tomarnos la vida más relajados, sabemos que le cuestan las cosas más que a los otros chicos y eso nos hizo crecer mucho en paciencia. No la apuramos, vamos todos juntos a la par y a sus tiempos.
Todos los días nos enseña a estar siempre alegres, siempre hace alguna morisqueta o se pone a bailar sola. O de la nada te abraza y te da un beso enorme y uno no puede seguir con sus preocupaciones diarias al verla total y absolutamente feliz.
Un mensaje final para las familias que, como ustedes, tienen hijos con Síndrome de Down
Que no se pregunten ¿por qué? Que simplemente se den su tiempo para el duelo, el cual es necesario. Del hijo que uno espera y el que llega. Que con el tiempo el amor que reciben es tan inmenso que tapa toda tristeza. Cada logro es una explosión del alma, van a darse cuenta de que cada pequeño avance es una alegría enorme. Delfi, por ejemplo, logró sostener su cabecita recién a los seis meses cuando lo normal es a los dos o tres y ese día fue mágico. Le sacamos mil fotos, llamamos a toda la familia y así es con cada paso que va dando. Que sepan también que no están solos, hay miles de familias en la misma situación y miles de grupos. Uno empieza a conocer gente que jamás se hubiese imaginado y esto es muy enriquecedor porque se comparten experiencias. También que sepan que van a recibir mucho más amor del que se imaginan.
Más notas de Historias LN
Más leídas de Lifestyle
Sexto sentido. Esta es la razón por la que los gatos saben volver a su casa pese a los largos paseos que dan
Para 2025. La temible predicción de Baba Vanga de la que ya se cumplió una parte: “Será el señor del mundo”
Para aprovechar. Los cinco beneficios ocultos de la cáscara de banana: desde blanquear dientes hasta cuidar la piel
Fin del misterio. Los expertos revelaron si el café descafeinado es bueno o malo para la salud