Después de dos décadas, le dio un giro a su carrera y cambió de radio. Cómo es llegar a la madurez y, a los 50, barajar para dar de nuevo.
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En marzo de 1977, un año después del golpe de Estado, los Kusnetzoff tuvieron que exiliarse. Al padre de familia, Juan Carlos, le hicieron saber que tenía 24 horas para dejar el país si no quería que le pasara nada. Como psiquiatra, colaboraba en la revista Padres, un medio que promovía abordajes novedosos para la crianza y proponía, por ejemplo, que los hombres tomaran parte en las tareas de cuidados a la par de las mujeres. El director de Muchnik Editores, la empresa que la editaba, había sido secuestrado por un grupo de tareas y liberado unos días después con la condición de que dejara de publicar la revista y se desprendiera de todos sus colaboradores. Cuando fue liberado, le contó a Juan Carlos que los torturadores habían preguntado directamente por él. “¿Dónde está el hijo de puta de Kusnetzoff?”. Ese mismo día, armó sus valijas y se fue rumbo a Brasil. Puesto a elegir un destino en poco tiempo, y con el miedo a la muerte pisando sus talones, pensó que Río de Janeiro sería un buen lugar porque su hermano estaba radicado allá y eso le daría la oportunidad de instalarse en un ambiente relativamente amable. Veinte días después, coordinó para esperar en el aeropuerto internacional Galeão a su familia: su esposa, la psicoanalista Esther Buchholz, y sus hijos, Diego, de 9 años, y Andrés, de 6.
A los 50, Andy Kusnetzoff le dio un giro a su carrera y mudó su programa Perros de la calle a una nueva radio. En su consolidación profesional, que también lo tiene como conductor de tele, reconoce marcas ineludibles de su educación sentimental.
Una semana antes, Andrés, conocido ya por todos como Andy, había empezado primer grado en la escuela pública. Fue por apenas cinco días a la Número 13, la República de Irán, ubicada en Cabrera y Mario Bravo, Palermo. Empezó un lunes y cursó hasta un viernes. El lunes siguiente arrancó en una primaria de Copacabana, con el detalle de que no sabía hablar ni una sola palabra de portugués. Sus compañeros le enseñaron en los recreos, mientras jugaban. Juan Carlos cuenta que su hijo enseguida encontró la manera de hacerse entender a través del humor. Les pedía a unos conocidos que le tradujeran unos chistes porteños al portugués, se los aprendía por fonética y se los contaba a sus nuevos amigos. Así se fue ganando un lugar y fue conociendo gente con la que aún tiene contacto.
La experiencia duró cuatro años. Durante ese tiempo, Andy y su hermano viajaron algunas veces a Buenos Aires solos, sin sus padres, para visitar a algunos familiares. “Me marcó todo”, dice ahora, a los 50 años y consolidado como conductor de radio y de tele, al hablar del exilio. “Me adapto mucho a las cosas. Si me preguntás por qué, después de tantos años de psicoanálisis y de ser hijo de psicólogos, te digo que el secreto está en esos años en Brasil”. Poco después de su regreso estalló la guerra de Malvinas y después volvió la democracia. Eso hizo que a su capacidad de adaptación se sumara la curiosidad, el deseo de ponerse al día con el país que había tenido que abandonar entre gallos y medianoche y de saber lo que estaba pasando. “Tenía la necesidad de ponerme a leer todo, a investigar, me compré todas las revistas y escuchaba Radio Colonia antes de irme a dormir. Lo periodístico tiene que ver con eso”. Su padre empezó a colaborar en radio haciendo divulgación de psicología y sexualidad en programas que pasaban a la madrugada por Radio Rivadavia. Andy lo acompañaba como un adolescente curioso y voraz. Desde hace casi 20 años, es el padre quien acompaña ahora al hijo. Juan Carlos, apodado como el Doctor K antes de que la letra estuviera de moda, es columnista regular de Perros de la calle. “Hace unas décadas yo era el sujeto y mi hijo era el predicado, ahora se dio vuelta la ecuación”, explica en términos gramaticales Juan Carlos desde su consultorio de Palermo.
Cambio de aire
Es una tarde gris de verano, el cielo amaga con tormenta y Andy llega puntual a la entrevista, pautada en un estudio fotográfico de Villa Urquiza. Llega con una gorra, unos lentes de sol y el barbijo Atom-Protect Conicet, convertido por estos días en una marca de estilo de la porteñidad: no tenerlo, en algún punto, es estar out. Se lo ve entusiasmado y con ganas de hablar de su mudanza radial. Es que hace dos semanas debutó en un nuevo dial, Urbana 104.3, después de haber estado 19 años en la Metro. Empezó con Perros de la calle en febrero de 2002, cuando el país acababa de volar por los aires y él tenía 31 años. En una movida inédita, no se fue solo, sino que se mudó junto a sus compañeros de grilla. En la decisión de irse a una señal virgen, gerenciada por Kuarzo, la empresa de Martín Kweller que también produce Podemos hablar (el programa de Telefe), lo acompañaron Matías Martin, Sebastián Wainraich y María O’Donnell. Cada uno de ellos conserva el horario que tenía en Metro, aunque todos los programas sufrieron cambios de elenco.
–¿Cómo fue el arranque en Urbana?
–Bien, estoy muy motivado, con esa adrenalina linda de estar en un lugar de cero después de haber estado en el mismo lugar durante tanto tiempo, que es espectacular. Es de cero y no es de cero, porque está Casciari, está Rolón, está mi papá, está Harry. Hay muchos que están.
–¿Cómo fue la incorporación de Lizy (Tagliani)?
–Vengo de verla, es espectacular. Cuando la llamé para laburar, ella me hizo acordar de que ya me había dicho que sí. Hace dos años, la primera vez que vino a PH, le dije: “Vos y yo tenemos que hacer radio juntos”. Ni me acordaba (risas). Somos muy distintos, venimos de mundos muy distintos, y lo que nos conecta es la humanidad. Yo creo mucho en los grupos: hay momentos en que va, va, va hasta que en un momento hacés pim y todo encaja, se alinean los planetas y se produce la magia. Voy en busca de eso.
–En tu despedida de Metro hablaste mucho de Steve Jobs y su frase acerca de perseguir los sueños...
–Mi despedida de Metro fue un poco traumática porque tuve que despedirme en una hora, lo que me hubiera gustado que fueran tres semanas, así que hice lo que pude, ¿viste? Me pareció injusto para mí y para el oyente también. Pero bueno, a veces las despedidas son como se pueden. No quiero entrar en detalles de algo que ya fue, pero me hubiera gustado, me parece que me merecía otro tipo de despedida. Todo lo que termina termina mal, dice Calamaro (risas).
"Mi despedida de Metro fue un poco traumática porque tuve que despedirme en una hora, lo que me hubiera gustado que fueran tres semanas, así que hice lo que pude, ¿viste? Me pareció injusto para mí y para el oyente también."
Andy Kusnetzoff
–Pero pudiste despedirte de tus compañeros.
–De mis compañeros sí, sí, pero más que nada de los oyentes, del lugar, de la radio en la que estuve 19 años, ¿viste? Pero no importa, estoy ahora metido con esto, con todo.
–Es un cambio de dial, pero no de nombre, el programa se sigue llamando Perros de la calle.
–Me llevé el nombre, fue parte de la disputa. Pude negociar despedirme una hora y llevarme el nombre. Es Perros de la calle, pero me gusta ponerle Perros 2021 como otra etapa. Le iba a poner Día de perros, lo registré y todo, pero después dije: “Estoy tratando de acercarme a algo de lo que soy. Y fui, soy y seré un perro de la calle”. También es porque siento que es una continuidad, ¿no? Si yo me retirara e hiciera un programa a la noche, distinto, le pondría otro nombre, pero la verdad es que es como continuar esta suerte de epopeya que empezó en 2002. Me gusta que esté montado sobre la historia y los cambios son parte de lo que hace que uno pueda seguirla, con cambios. Sin cambios es difícil, los procesos se terminan. Tendremos oyentes nuevos, oyentes que nos siguen de siempre... como todo; yo no soy el mismo que a los 31 años...
–Es estimulante empezar de nuevo.
–¡Sí! La incomodidad, la adrenalina, los nervios, es algo que no tenía. Yo iba ahí... como estoy hablando con vos iba al aire. Y ahora hay que laburar para generar esa química, esa alquimia, ese proceso. Y eso es lindo, es lindo.
–¿Por dónde va la búsqueda en esta nueva etapa?
–Quiero hacer más cosas de integración. Creo que la Argentina necesita mucho de eso y la radio es un instrumento fundamental. Entretener es clave y el trabajo de la Misión Solidaria, que seguirá en Urbana, fue una muestra de lo importante que es generar un núcleo y usarlo para ayudar.
–¿Y los viajes? Ahora está difícil, pero fue una parte importante del programa.
–Si te soy sincero, extendí mi adolescencia muchos años con los viajes y el grupo de Perros. Lo había hecho en CQC y logré de más grande seguir extendiéndolo. La pasé increíble, nos dimos los gustos que quisimos: desde salir de la Torre Eiffel o hacer la foto en Abbey Road y transmitir desde ahí, hasta salir desde Auschwitz en Polonia o desde Roma con la bendición del papa. Delirios que concretamos todos, fue increíble. Y con eso quiero seguir, cuando vuelva ese mundo, sin dudas, tratando de generar el apoyo de las marcas, se puede. Y me gusta tener objetivos afuera, lograrlo, es parte de lo que me gusta hacer.
–¿Sos uno de los accionistas de esta nueva radio? Te pregunto porque salió publicado en varios lados.
–Nah, no, salió eso, pero no. Sí estoy desde el principio, desde el día cero, hablando y generando. Comparto mucho con Andrés Pandiella, que es el director. Hablamos horas todos los días y estoy muy involucrado, pero no soy el dueño de la radio.
–¿Te gustaría en un futuro hacer ese tipo de cosas?
–No, no me interesa, no me motiva ser dueño. Tuve una productora, pero me gusta ir más liviano por la vida. Si vos sos responsable de un montón de fuentes de laburo es muy pesado, es mucha responsabilidad. Entonces prefiero asociarme a los proyectos y eso es lo que hago, me asocio a una estructura que me contiene. En Kuarzo encontré eso, tanto en PH como para hacer esta radio, que al final nos sumamos todos. Matías (Martin) ya tenía mucha relación con Martín Kweller, Wainraich lo conoció y María (O’Donnell) lo conocía porque había estado en Net y Radio con Vos, y se dio como un buen socio. Pero va por ahí, ¿viste? A mí no me interesa decir “tengo una radio”, a mí me gusta asociarme por proyectos e ir liviano.
La era de la madurez
A lo largo de la charla, el número 50 aparece una y otra vez. Casi sin darse cuenta, Andy traza una diferencia entre el momento en que se encuentra ahora y el de sus inicios como el notero desenfadado de Caiga quien caiga. Dice que las tres décadas de laburo en los medios le dieron una seguridad y una templanza que no tenía cuando arrancó a los 20.
–Creo que hay que estar centrado en uno y ser más libre con respecto a la opinión de los demás, porque si una opinión te voltea, sos muy vulnerable. Hoy, todo el mundo tiene opinión de todo y, si ponés algo en las redes, miles de personas te opinan, entonces tenés que ser más fuerte. No sos ni un genio ni un forro.
–¿Siempre tuviste claro eso o fue un laburo?
–La verdad que lo aprendí bastante chico. Pasabas en la calle y te gritaban: “¡Eh, genio! ¿Te sacás una foto? “No, ahora no puedo”. “Ah, forro”. Bueno, ahí te das cuenta de que no sos un forro porque no podés frenar, ni un genio porque te vio en la tele. Y a esta altura, viste, te curtís; los 50 vienen con un poco más de experiencia. Lo importante en este medio es no creérsela y no creer que sos alguien especial. En un momento me la creí un poco, choqué como tenía que chocar, me enderecé y ya está, que fue cuando empecé con CQC, a los 24.
"Lo importante en este medio es no creérsela y no creer que sos alguien especial. En un momento me la creí un poco, choqué como tenía que chocar, me enderecé y ya está."
Andy Kusnetzoff
–Si te besás con Angelina Jolie es imposible no creérsela al menos un rato.
–Un rato, un rato. Es más jodido cuando te hacés conocido de grande, que te desacomoda todo, pero de pendejo no le das tanta importancia. Te marea porque en un momento sentís que tenés como un superpoder: empiezan los canjes, el levante, las cosas, parecés más interesante. Es un poco de mareo y después ya está.
Covid y después
En julio del año pasado, en uno de los momentos más duros de la pandemia, Andy contrajo coronavirus. En ese entonces estaba conduciendo Perros desde su casa, pero iba a la tele para grabar PH, el programa que conduce en Telefe desde 2017 y en el que se cruzan invitados que vienen de distintos palos. El formato estipulaba que fueran seis en cada programa, pero hicieron malabares para encontrarle la vuelta en medio de la incertidumbre que reinaba en la tele desde el inicio de esta crisis. Primero redujeron el número a cuatro, después probaron hacer algunos programas con los invitados de manera remota, pero no funcionó. Él podía ver a cada uno en cuatro monitores distintos, pero ellos no se podían ver entre sí, solo se escuchaban y la dinámica de la conversación no fluía. De ese intento frustrado volvieron a los invitados en el piso, hasta que llegó su diagnóstico positivo. “Lo del covid fue un tema, yo ya estaba estresado antes de que me agarre. Con el diario de hoy me fue bien, tuve neumonía en un pulmón, pero en el momento es el miedo de no saber si al día siguiente vas a empeorar y te vas a quedar sin oxígeno. Te vas a dormir y no sabés qué onda, estás con un oxímetro que te tiene que dar más de 95 por lo menos. Es algo que no se lo recomiendo a nadie”, cuenta.
–En ese momento, además, había una mirada condenatoria hacia las personas que se contagiaban, como una especie de “algo habrán hecho”.
–Fue horrible, yo entiendo a la gente, pero la pasé muy mal. La gente te decía: “Che, vos estás comiendo con Fede Bal y yo no puedo ver a mi vieja”. Y yo siempre explicaba que era injusto porque yo tampoco veía a mi vieja, Fede Bal no es mi vieja. Este es un laburo. Se mezcla todo. Y otra cosa que nos jugó en contra es la palabra que usaban... ¿indispensable es?
–Esencial.
–Esencial. Y, si me preguntás, esencial es un médico, no es alguien que trabaja en televisión. Pero también uno no tiene la culpa de lo que es y lo que no es. Fueron dos meses, pero duros, me sentía incómodo, después me contagié y, en la segunda parte, no fue así, la gente entendió. Todos los programas siguieron, después abrieron los bares, pero fue un momento muy jodido porque vos no decidís que un bar esté cerrado y se esté fundiendo y vos estés en televisión y el otro no. Se dio algo muy choto.
En la era de los protocolos sanitarios, Urbana nace preparada. El estudio principal es al aire libre, en una terraza que garantiza que todos los participantes de cada programa estén sentados con distanciamiento social. Y, en el caso de que alguno de ellos contraiga covid, hay otro estudio, cerrado y con ventanales grandes. Más allá de que no sea la situación ideal, a Andy le brillan los ojos cuando habla de este regreso, de esta reinvención en la era de la madurez, y sentencia: “Hoy no podría estar sin hacer radio, es una forma de vida”.
Días de Tele
- 1991 Arrancó como productor de La TV ataca, con Mario Pergolini y Diego Guebel, cuando tenía 21 años.
- 1995 Pasó a estar delante de cámaras y se convirtió en uno de los noteros más famosos de CQC. Se dio algunos gustos, como hacerle una broma a Fidel Castro y besarse con Angelina Jolie.
- 1999 Sintió que había llegado a un techo y renunció.
- 2000 Condujo su primer programa, Maldito lunes, por Telefe. Después le siguieron una serie de programas en El Trece: el reality Escalera a la fama, en 2003, y los periodísticos Argentinos, somos como somos, Argentinos por su nombre y Zoom.
- 2005 a 2010 Fue socio de la productora Mandarina junto a Mariano Chihade.
- 2017 Empezó a conducir en Telefe PH, podemos hablar, el programa que terminó de consolidarlo en la TV.
Días de Radio
- Fue productor de Cuál es en la Rock and Pop y en 2001 condujo su primer programa: Tarde de perros por Mitre. En febrero de 2002 empezó la saga de Perros de la calle por Metro, que desde mediados de febrero de 2021 continúa, ahora, en Urbana.
Andy recomienda
Libros
- ¡Tómate un respiro! Mindfulness: El arte de mantener la calma en medio de la tempestad, del doctor Mario Alonso Puig
- El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda, de Mark Manson. Lo leyó tras una sugerencia de Gastón Gaudio.
Documentales
- Challenger (Netflix)
- Rompan todo (Netflix)
- The Bee Gees: How Can You Mend a Broken Heart (HBO)
- Eric Clapton: Life in 12 Bars (Hulu)
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