Andrea Saltzman: "Pienso que el futuro del diseño es biotecnológico"
La mentora de la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil en la FADU analiza el estado actual de la moda y la creación
Fue una de las creadoras, en 1989, de la primera cátedra de Diseño de la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil de la Universidad de Buenos Aires. Como docente, junto con alumnos de varias generaciones orientó la exploración de la vestimenta como un hecho cultural en permanente transformación y, por supuesto, estético. Formada como arquitecta en la UBA y como bailarina de danza contemporánea, Andrea Saltzman (Buenos Aires, 1959) publicó hasta ahora un solo libro, que se volvió fuente de consulta imprescindible en casas de estudios de la Argentina, América latina y España. El cuerpo diseñado. Sobre la forma en el proyecto de la vestimenta (Paidós) se reimprimió este año; mientras tanto, Saltzman prepara un segundo título para 2018.
También como curadora investigó las alianzas entre arte y diseño en muestras en Proa, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires y el Centro Cultural Recoleta, entre otros espacios, y coordinó el taller experimental de vestuario en la novena Bienal de La Habana. A fin de año, ella y sus alumnos organizan célebres desfiles con la producción anual de la cátedra universitaria. Muchos de esos eventos públicos se pueden disfrutar por YouTube. Antes de viajar a España para brindar seminarios, Saltzman conversó con Sábado.
-¿Cómo surgió la carrera de Diseño Textil e Indumentaria en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA?
-Con la vuelta a la democracia, que implicó el regreso de muchos profesores a la facultad, luego de un largo período de ausencia. Ese paréntesis dio un espacio para repensarse en un momento de entusiasmo. Creo que había cierto imaginario en torno a las Bauhaus y la FAU se convirtió en FADU. En 1985 comenzaron las carreras de Diseño Gráfico y Diseño Industrial y en el 89 Indumentaria y Textil e Imagen y Sonido. Unos años después, Paisaje. Sin embargo, tanto gráfico como industrial nacieron con otro estatus , ya existían como carreras y eran afines a los arquitectos; Diseño Textil e Indumentaria resultaba incómoda para muchos arquitectos porque planteaba eso de lo "hogareño y lo femenino", cierta proximidad de los cuerpos y temas de género, entre otras cosas. Esa época coincidió con muchas acciones en el espacio público: desde la Organización Negra, que simulaba un fusilamiento en un semáforo, hasta desfiles que buscaban provocar y romper la norma. Había muchos deseos de salir a la calle y poner en evidencia otros modos de representación frente a un modelo que se había tornado asfixiante. La primera Bienal de Arte Joven fue un motor importante; de allí surgió un movimiento de vanguardia de arte-moda que agrupó a gente muy variada: artistas, músicos, fotógrafos como Andrés Baño, Sergio Lacroix, Sergio De Loof, Gabriel Grippo, Gaby Bunader, Mónica van Asperen. Algunos de esos protagonistas formaron parte del equipo docente de la carrera.
-¿Qué es diseñar y para qué sirve?
-Hoy se habla mucho de diseños y de diseñadores pero poco de diseñar, que es darle forma a algo que antes no existía. Es una actividad prospectiva que implica imaginar a partir de observar la realidad, pero imaginarla de una manera diferente. Básicamente, el diseño se refiere a la vida cotidiana. Es una disciplina que se vincula con los modos de habitar el mundo. Se diseña desde lo que está disponible y desde allí se construye valor. Por eso el legado de la cestería, el barro, la madera de las culturas originarias, que implican además habilidades y belleza en el uso de recursos disponibles. Quizás hoy deberíamos diseñar desde la basura. Si se piensa en las culturas originarias, los objetos utilitarios que han desarrollado, además de funcionales, son muy bellos y están cargados de significados. El modo en que se organiza el espacio para dar clases o para comer, cómo nos vestimos para distintas ocasiones, todo da cuenta de organizaciones vinculares muy profundas de nuestra sociedad. La idea es que el diseño produce formas que facilitan esa adaptación. Si ya no planchás, si no tenés espacio para guardar la ropa, si corrés de un lado a otro, más vale diseñar para facilitar esa forma de vivir. Hoy hay menos espacio, los materiales son más livianos, más versátiles para los cambios, las estaciones están menos definidas. Estos factores son determinantes en el diseño. Pero también entra en juego la identidad, la estética, la seducción.
-¿La moda puede crear bienestar?
-Entiendo el diseño como una búsqueda de bienestar, pero eso es un pensamiento complejo. ¿De qué se habla al decir bienestar? ¿La relación con el cuerpo? ¿La manera de interactuar con el mundo, de la producción, de la belleza? ¿De la seducción, de la identidad, de los recursos? Creo que un diseñador es un poco un provocador; si bien se vale de la técnica, no es un modisto ni un experto en corte y confección. Tener esos dones le puede servir en tanto y en cuanto sea capaz de cuestionar esas prácticas para adaptarse a los cambios. Quizás hoy convenga dejar la tela al corte y desde allá buscar la belleza. Una cosa era cuando la ropa la hacía la modista y otra muy distinta es la producción masiva. Se diseña con lo que hay, eso quiere decir que no se trata de imitar una realidad que viene de otro territorio y te parece lindo. El tema es entender ese contexto en el que se habita, cuestionarlo y trabajar a partir de ahí.
-Este año se reeditó tu libro El cuerpo diseñado, que ya se ha transformado en un clásico.
- Lo que pasó con El cuerpo diseñado fue y sigue siendo increíble. Lo escribí a partir de una beca que me gané en el Fondo Nacional de las Artes. Quería contar la experiencia de todo aquello que habíamos inventado en la cátedra porque fue una experiencia innovadora, no había precedente. Fuimos una de las primeras carreras en Latinoamérica con este formato proyectual. Atravesar bordes desde el arte, la arquitectura, la danza. Se reimprimió este año por cuarta vez porque estaba totalmente agotado.
-¿Qué define la moda en la Argentina?
-La Argentina es el país de América latina con más marcas propias. Hay muy buenos diseñadores, a los que distingue la diversidad de propuestas y el proceso complejo y sensible detrás de cada uno. El diseño se alimenta de todo, es parte de la sociedad, se alimenta del arte, la música, la arquitectura, la tecnología, las ciencias. El espíritu del diseño es la curiosidad, la sorpresa, la mirada del niño. No se deja engañar por la costumbre de lo que es sino que evidencia aquello que podía ser. Pienso que el futuro del diseño es biotecnológico.
Darse un gusto a la mañana
A la hora de inclinarse por una bebida o trago en particular, Andrea Saltzman se define como una abstemia que siempre mira el alcohol de lejos. En cambio, se confiesa especialmente amiga del agua, los jugos de fruta y todo tipo de tés. Eso sí; algunas mañanas, no como hábito sino como una elección especial, se da “el gusto del café con leche grande y con mucha espuma”.