¿Podemos imaginar un día en el que dejemos de temer a la palabra "vejez"? ¿O, al menos, de edulcorarla, de disfrazarla de algo que no es, de reemplazarla con eufemismos? Sabemos que los viejos no son todos abuelos, incluso muchos nos hacen saber que les molesta el apelativo, pero seguimos llamándolos así. Sabemos que saben mucho de la vida pero olvidamos pedirles consejos. Tenemos en claro que a toda edad el amor es un anhelo encerrado en lo más profundo del corazón, pero que nuestros viejos cercanos mejor no se enamoren, no sería práctico.
Algunas de estas reflexiones pasaron por la cabeza de Ana Gallardo, artista performática argentina radicada en México, cuando a los 60 años y según sus propias palabras "me di cuenta que era una artista vieja y me iba quedando sin trabajo".
En El mundo deslumbrante, una novela basada en hechos reales, Siri Hustvedt expone la vida de Harriet Burden, una artista neoyorquina de los años ochenta que fue ninguneada por su condición de mujer en el sistema del arte de la época, un entorno que en sus diarios íntimos describió como de un soterrado machismo. Para denunciar dicha situación y comprobar al mundo su teoría de la discriminación a la mujer (y más tarde también le sumaría a la mujer vieja) Harry encabezó un experimento artístico transgresor: expuso su obra a través de tres jóvenes promesas masculinas que funcionarían como sus máscaras.
El experimento que está llevando a cabo Ana Gallardo tiene mucho en común con la intención y las preocupaciones de Burden, esas que Siri Hustvedt (otra gran artista que permaneció durante escondida de la escena literaria cuando su nombre resonaba más por ser la mujer de Paul Auster que por sus obras) evidenció con maestría: el papel de la mujer como creadora, las disputas que se juegan en museos y galerías, la identidad, la ambición y especialmente, el deseo.
Desde hace tres años está en proceso de creación permanente Escuela de envejecer es una obra de arte que se compone de acciones, performances y videos que ponen en valor esos deseos guardados, deseos de personas comunes que, en su vejez y con la intervención de Ana, los vuelven visibles, los convierten en instancias artísticas.
Sobre la potencia de esta obra y la violencia social que rodea al envejecimiento en nuestra época, Ana brindó una charla TEDxRíodelaPlata en su última edición, el mes pasado. Además de contar la experiencia inédita en el mundo del arte, invitó a sus amigas artistas y, por supuesto, mayores de 50 años, a cerrar la exposición con un número de karaoke a la voz de Resistiré.
- ¿Escuela de envejecer es realmente una escuela?
- ¡Me encantaría que lo fuera! Pero no. Es una fantasía de armar esa escuela donde las personas cuando envejecen pueden recuperar esos deseos y hasta enseñarlos a otros. Hace un tiempo vengo trabajando con algunas mujeres, de México y de otras partes del mundo, de más de 70 años en esta apuesta que es que expongan, enseñándolos, sus saberes en el sistema del arte, que es lo que yo hago, yo no soy psicóloga ni asistente social. Por eso mi mirada acerca de la violencia de la vejez se desarrolla en el universo artístico.
- ¿En qué aspectos observás la violencia hacia el envejecimiento?
- Hay una sociedad que ni menciona a la vejez- Yo voy a cumplir 62 años en enero y no me considero de esa edad, tengo un cuerpo y una mente sanos y si me preguntás, yo te digo que me quedé en los 35. Lo que no acompaña es el cuerpo que la sociedad quiere ver. Después están los efectos del ideal del capitalismo: ya no vas a dar hijos, no sos productiva, no sos útil. Pero ahora somos muy fuertes las mujeres, podemos seguir laburando. Y ahí viene otro dilema porque lo que sucede al discutir el alargue de la jubilación, dado que todavía podemos seguir trabajando hacia los 65 años, lo que no se contempla es el deseo. Y lo cierto es que después de jubilarte no querés hacer lo que siempre hiciste para subsistir. Cuando querés reinsertarte, querés hacer algo que te gusta, algo que deseás.
- Y vos venís a convertirte en una catalizadora de esos saberes o deseos que quedaron como a mitad de camino al convertirlos en un hecho artístico ...
- Les doy una traducción artística en el sistema del arte. Mi herramienta son las performances y los videos y así le damos valor a distintos saberes. Ese saber que tenemos ahora las personas mayores es muy poderoso porque además tiene la memoria y el deseo frustrado. No hay nada más poderoso que la revancha. Cuando podés hacer lo que querés, te das cuenta de que eso tiene un poder enorme. Esa sensación de "por fin lo logré", es incomparable.
- Y mucho mejor si además lo van a compartir con mucha gente, si va a tener un reconocimiento público.
- Por eso es todo un proceso, un trabajo en una instancia más privada y finalmente, si ellas quieren, lo hacemos en público. Lo que yo hago es buscar a mujeres que me interesan por algún motivo, me junto, hablamos, nos hacemos amigas y les propongo que me cuenten su vida, qué hubieran querido ser cuando eran jóvenes. En esos momentos de charla sobre sus historias de vida en algún momento, de alguna manera, aparece el deseo: "me gusta cuidar las plantas, hacer zapatos, estoy yendo a bailar a un club a la vuelta de mi casa, estudié canto". Tomando eso que ellas hacían o que hacen ahora que tienen tiempo, yo les propongo que pensemos en una forma de mostrarlo. Desde enseñar a bailar, a dar una conferencia, las formas van apareciendo. Por ejemplo, en Un lugar para vivir cuando seamos viejos, trabajé con una mujer que bailaba danzón en una plaza pública de México, a la que todos los sábados va un montón de gente jubilada. La invité a hacer eso en una bienal en San Pablo y viajó con dos amigos más. De una plaza de jubilados a una bienal de arte en la que les enseñó a un montón de gente de otra cultura a bailar danzón, fue una experiencia muy bella.
- Hablame de Casa Rodante, esa bicicleta en la que vas montada acarreando un montón de muebles viejos.
- Esa es una obra de 2007, fue una instalación y un video. Durante el año 2006, con mi pareja estuvimos sin casa. Decidimos esperar para alquilar una que nos gustaba mucho, que era muy barata, aunque tenía problemas legales que supuestamente se resolverían enseguida. Comenzamos a mudarnos una vez por mes. Anduvimos por el living de la casa de mi hermano, por otro de la casa de otra hermana, y cuidamos la casa de mi amigo cuando se fue de vacaciones, y de otra amiga cuando se fue a la bienal y fuimos a otra casita en la terraza de otra amiga y así se nos paso el año. Durante este periodo guardamos nuestras pertenencias en un galpón. Sólo nos quedamos con una maleta, algunos libros, discos y la computadora. Y pasó todo un año. Y un día apareció Esteban con la casa en la que finalmente vivimos. Pero allí los muebles del galpón finalmente no entraron. Eran añosos y gastados, pero queridos por mí. Los había heredado de afectos y acompañaron la vida de Rocío, mi hija. Eran nuestro patrimonio y con ellos construí nuestra casa rodante. Una tarde de domingo salimos a la calle y anduvimos 8 kilómetros por la ciudad.
- Naciste en Rosario, viviste en México, volviste a Argentina y ahora de nuevo en México, ya instalada ¿definitivamente?
- Mi familia de origen es mexicana, de inmigrantes españoles que llegaron a México y se quedaron a vivir allí, excepto mi madre que emigró a Argentina con mi padre. Yo fui muchas veces a finales de los 80, después me instalé otra temporada, nació mi hija allá, volví con mi hija a Buenos Aires, solas porque soy madre soltera por elección. Cuando empezó a crecer me tocó hacer allá varias residencias de artista, así que la llevaba porque no tenía con quién dejarla. Cuando ella terminó el secundario decidió ir a la universidad en México. Somos muy migrantes. Finalmente, hace dos años, con mi pareja decidimos instalarnos nuevamente en México donde trabajo mucho, allí tengo una residencia para artistas y es donde centralizo Escuela de envejecer.
- Retomemos Escuela de vejez, ¿qué otras nociones, además de la violencia, se propone cuestionar?
- Yo soy feminista y siempre expuse los distintos tipos de violencias en mis obras. Cuando me vino la menopausia todavía siendo bastante joven sentí la violencia del envejecimiento. Primero en la sociedad que tiene modelos normativos dolorosísimos para el resto. Empecé a reflexionar sobre eso con mi propio cuerpo cambiando frente a una sociedad que no tiene ganas de enterarse de que eso sucede ni como sucede. Viste que no hay modelos públicos con respecto a una vejez con calidad de vida. Lo que ocurre es que todas estas estructuras son del patriarcado, la manera de aprender sobre lo que para las mujeres está bien o está mal. No quiero ni pensar en los deseos guardados de mujeres que hoy tienen 80, 90 años, que no tuvieron espacio para poderlos reconocer.
- Tu mamá fue artista, también...
- Mi mamá era pintora. Su familia no quería que pintara ni que lo mostrara porque eso no era para una mujer. Su hermano era EL artista. Ella solo tenía permitido pintar bodegones y ¡que no los mostrara! Se terminó viniendo a Argentina en un acto de rebeldía, se fue detrás de su deseo. Finalmente fue pintora, pero yo veo ahora que le costó mucho ese acto de rebeldía, se murió joven. Hace poco encontré las cartas que intercambiaba con mi papá cuando noviaban. Le decía que su familia no quería que fuera su novia y que no aprobaban su interés en el arte. Y ahora que leo sus cartas me doy cuenta por qué soy tan feminista. Todo mi trabajo reflexiona sobre eso. Creo que la reinvención de las mujeres es poderosa cuando se la vincula con el deseo.
Adonde encontrar a Ana Gallardo
Algunas de sus obras pueden verse en la Galeria Ruth Benzacar: http://www.ruthbenzacar.com/muestras/dibujos-textuales-ii/
Próximamente estará online la charla que brindó sobre Escuela de envejecer en TEDxRíodelaPlata, www.tedxriodelaplata.org
Los videos de sus performances se encuentran en Vimeo, como este llamado, Corte a sí mismo, actividad sobre cortes de pelo, se trabajó en la sala dando clases de peluquería, https://vimeo.com/197140522