- 5 minutos de lectura'
Perdidos en Tokio es una de las películas románticas más lindas de la historia, aunque en las escenas no haya habido ni un solo milímetro de cuerpos desnudos y gente jadeando. El entendimiento y la química personal son el único lenguaje que conecta a los protagonistas que, aunque se comunican en inglés, se pierden en una ciudad fascinante cuya barrera idiomática los obliga a pasar tiempo juntos y a descubrirse mejor. El vínculo trasciende cualquier palabra. Entonces, cuando se filmó la película, no existía ni imaginábamos cuánto podía hacer después Google Translator por las relaciones amorosas, hoy una herramienta vital para hablar con aquellas personas que no comparten un idioma en común. Basta acercar el teléfono a la voz, aplicar la traducción y… voilá!
Las redes de citas han vuelto planetaria la búsqueda de pareja o aventuras, y en esa red infinita aparecen oportunidades imperdibles (bueno, eso es relativo...) desde que en 2006 el buscador lanzó esta solución hoy perfeccionada, usada por más 500 millones de personas y compatible con más de 100 idiomas. Y lo mejor es que también funciona sin conexión. Viene a cuento todo ésto por experiencia de un conocido que llegó a Nueva York hace diez años, literalmente, sin pronunciar más que dos frases en inglés: how are you y you’re welcame.
“Había salido a caminar por la calle 14, por la zona de la iglesia de la Guadalupe, cuando me crucé con Cristhofer. Nos miramos, sonreímos, cada uno siguió caminando, pero resultó que volteamos al mismo tiempo para vernos. El regresó sobre sus pasos y me preguntó la hora, pero como yo hablaba muy poco inglés en ese momento le pedí disculpas; sin embargo, preguntó mi nombre, yo el suyo, de donde éramos, todo mientras me esforzaba para entender lo que decía” recuerda Daniel, empleado de una cafetería francesa en el East Side. “Anotó su número de teléfono y se fue apurado. Al tiempo le escribí y le expliqué que estaba haciéndolo con el traductor de Google, y dijo ‘me di cuenta’, pero quedamos en hacer ejercicios en el parque el domingo siguiente. Como no entendí bien y confundí la hora, no llegué. Me disculpé y a la noche me invitó a cenar. Nos encontramos en un bar ya con el traductor de por medio: cuando me tocaba decir algo lo pasaba por el traductor y le mostraba el teléfono. Hablaba muy rápido, no fue fácil, pero ya estábamos comunicados. Enseguida me invitó a conocer a su gente para que practicara inglés, y mucho después empezamos a salir. Y aquí estamos, casados” dice, ahora que lo habla fluído.
Como reza el cliché, el amor es una fuerza imparable, capaz de vencer barreras. Recuérdese a Máxima Zorreguieta, que aprendió a hablar nada menos que holandés y en tiempo récord para estar a la altura de su futuro marido, el príncipe de Orange. Cuando nos mueve el verdadero interés por alguien, el empeño sale de entre las piedras mentales y el aprendizaje sucede mucho más rápido. El cerebro entra en modo maratón: conectando significados, sonidos y palabras para poder expresar algo tan complejo como los sentimientos, que tienen distinta significación según el idioma; pero el solo reto de lanzarse ayuda a desarrollar nuevas aptitudes, coinciden los especialistas sobre sus beneficios. Otra gran ventaja es que, al medir las palabras, pensamos antes de hablar… caso contrario siempre podremos echarle la culpa al traductor (vale mi ejemplo semanas atrás, cuando en una cena quise decir que el día era el más caluroso y en vez de decir hottest dije que horny).
Leo en Daily Mail otro caso de cómo a falta de palabras, el entendimiento - con una ayudita del translate- hace el milagro. Chloe Smith y Daniele Marisco, de Inglaterra e Italia, se conocieron en un club nocturno en Ibiza allá por 2016. Pero esa noche apenas alcanzaron las señas, así que a ella se le ocurrió escribir en el traductor. Desde ese momento no volvieron a separarse. Ahora viven Streatham, sur de Londres, donde Chloe es maquilladora y Daniele es barman en un restaurante italiano. De a poco, apoyados por el diálogo, aprendieron inglés e italiano. “Había algo emocionante: el hecho de que no pudiéramos entendernos no era un problema. Simplemente hicimos un clic. Yo fui la que dio el primer paso y le pedí su número de teléfono porque lo encontré muy atractivo. A veces debes hacer estas cosas por amor. Quisimos estar juntos desde el momento en que nos conocimos y es por eso que trabajamos en el idioma. Hemos demostrado a cualquier escéptico que estamos destinados a estar juntos” contaba la enamorada, recordando que, cuando se trata de destino, la conversación no lo es todo.
Pese a que la herramienta se fue perfeccionando en los últimos tiempos, sigue incurriendo en serios errores de traducción que pueden ser mal interpretados, aunque a esas alturas, efectivamente, la química habrá hecho más que las palabras….
Temas
Más notas de Sexo a diario
Más leídas de Lifestyle
“Nunca dejó de ser un nazi”. La historia desconocida detrás de la detención de Erich Priebke: un pintor belga y una confesión inesperada
Magnesio. Qué son los "hilos" blancos de la mandarina y por qué no deberías quitárselos jamás
Para considerar. El alimento que un cardiólogo recomendó no incluir jamás en el desayuno
¿Es así? Qué personalidad tienen las personas que se bañan por la mañana