Su historia de amor con Ernesto de Hannover, quien luego se convertiría en su tercer marido, comenzó con una traición y un pico de estrés
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Ocultó su secreto todo lo que pudo debajo de sombreros y pañuelos. Fue una fotografía publicada en tapa de la revista italiana OGGI, en agosto de 1996, la que reveló al mundo que la princesa Carolina de Mónaco estaba totalmente calva. ¿La “maldición de los Grimaldi” se estaba cobrando una nueva víctima?, se preguntaban algunos medios, sin sutilezas. Temían que la hija mayor de Raniero y Grace Kelly estuviera atravesando una grave enfermedad.
Carolina tenía 39 años y vivía alejada de la exposición pública, junto a sus tres hijos, recluida en Saint-Rémy de Provence, el pueblo a donde se radicó en 1990 tras enviudar de Stefano Casiraghi. Verla reaparecer calva fue una sorpresa absoluta. ¿Qué le pasaba a la princesa? Su foto vulnerable, flaca y sin maquillaje propició la hipótesis de que la calvicie era consecuencia de un tratamiento de quimioterapia. Pero, ¿en qué momento se había tratado? Si a duras penas salía de Saint-Rémy...
Princesa in fraganti
Finalmente se supo. La revista alemana Bunte publicó el dato revelador: en diciembre de 1995, el príncipe Ernesto Augusto de Hannover -conocido por sus amoríos extramatrimoniales- se había alojado en el Hotel Oriental de Bangkok en una suite de 3.000 dólares la noche… ¡con Carolina de Mónaco!
Aun cuando el principado trató de negarlo -extrañamente emitió un comunicado oficial- informando que Carolina había hecho un viaje de placer de diez días por Tailandia y que por “simple casualidad” había coincidido en Bangkok con el príncipe de Hannover, muy pocos lo creyeron.
Tras la muerte de su marido, Stefano Casiraghi, en un accidente náutico, y luego de la ruptura con el actor francés Vincent Lindon, su última pareja, Carolina no solía mostrarse cerca de muchos hombres. Ernesto Augusto era uno de los pocos privilegiados que habían ganado la confianza de la princesa de Mónaco. Pero esta cercanía parecía “inofensiva”: Ernesto era el titular de la Casa Hannover, una de las más importantes de Europa (con ascendencia en todas las familias reales del Viejo Continente), pero era además el marido de Chantal Hochuli... ¡estaba casado con la mejor amiga de Carolina!
Crisis nerviosa
Ni psoriasis, ni quimioterapia: la repentina pérdida del cabello de la hija de Rainiero III y Grace Kelly se debía al agotamiento nervioso que la relación clandestina con Ernesto Augusto le generaba. No sólo tenían un affaire: se habían enamorado.
Todo el mundo sabía que Chantal había sido su mayor apoyo de Carolina cuando Stéfano murió. Era de público conocimiento, también, que si bien princesa Grimaldi y el príncipe Hannover se conocían de toda la vida, había sido por medio de Chantal (Su Alteza Real, princesa de Hannover, casada con Ernesto desde hacía 15 años y madre de sus dos hijos, Ernesto Augusto y Christian) que habían comenzado a frecuentarse.
Chantal Hochuli siempre supo de las infidelidades de su marido. Estaba al tanto de sus todas sus relaciones, incluso las más discretas. Pero esta vez no alcanzó a ver lo que sucedía frente a sus narices y recién supo que su mejor amiga se acostaba con su marido cuando lo leyó en las noticias.
La confrontación hizo de Carolina un manojo de nervios. Comenzó a perder el cabello de a mechones. La princesa de Mónaco sabía que sus encuentros con Ernesto -tras negar lo de Tailandia, se repitieron durante meses en Londres y en Nueva York- sólo dañarían la imagen del principado. ¿Resistiría el Palacio Grimaldi más escándalos? Por entonces ya se hablaba del divorcio de Estefanía del guardaespaldas Daniel Ducruet, de Rainiero con ganas de abdicar y de un príncipe Alberto sin rumbo ni herederos a pocos meses de que el Principado de Mónaco cumpliera 700 años.
Carolina resistió el contacto con la prensa todo lo que pudo. Pero el 14 de septiembre de 1996, con motivo del 14° aniversario de la muerte de su madre, la princesa Grace de Mónaco, reapareció para ejercer el rol de ‘Primera Dama’ en distintos actos oficiales. Allí fue donde, estoica, se mostró lookeada con sombreros y pañuelos. Sin buscarlo, su calvicie impulsó la moda de los turbantes.
Una princesa calva
Al conocerse su affaire con Ernesto de Hannover, Carolina perdió credibilidad, amigos -que tomaron partido por Chantal- y más pelo.
La alopecia, pérdida total o parcial del cabello, está asociada a trastornos hormonales y a problemas emocionales, tensión nerviosa y estrés.
Poco después, los paparazzi volvieron a capturar a Carolina -con pañuelo- y Ernesto a los besos en el sur de Francia. Las imágenes generaron que Chantal finalmente solicitara el divorcio en 1997. El 23 de enero de 1999, Ernesto de Hannover se convirtió en el tercer marido de Carolina de Mónaco. ¿El cabello? Le volvió a crecer.
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