Lo encontró al costado de la carretera. Le sugirieron que lo dejara morir, pero ella no estaba dispuesta a bajar los brazos.
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Tenía solo unas pocas semanas cuando lo encontraron solo al costado de la carretera. Corría comienzos de junio y todos los rescatistas y rehabilitadores de vida silvestre en el área ya estaban con ocupación al máximo. “Cuando preguntás qué tenés que hacer con un mapache huérfano, te dicen: dejalo en paz y que la naturaleza siga su curso o podés llevarlo al veterinario y tendrán que sacrificarlo”, explicó Nikki Robinson, que trabaja en rehabilitación de vida silvestre. “Eso me rompió el corazón. ¡No podía dejar que sucediera! "
Robinson no se iba a quedar de brazos cruzados y comenzó a pensar cómo podía ayudar a aquel pequeño mapache cuya vida, literalmente, dependía de su buena voluntad. Así, mientras ella cumplía horario completo en su trabajo, descubrió que su madre, Linda, que estaba semi-jubilada podía alimentar al bebé con mamadera a lo largo de todo el día. Entonces, después de que Robinson dejó en claro que los nietos no estaban en el horizonte, Linda, a regañadientes, se convirtió en la madre de Little Hands.
“La primera vez que lo alimentó con mamadera y él la miró, ella simplemente se derritió”, dijo Robinson. “Ella lo trató con mucha dulzura desde el principio porque a los mapaches les gusta mucho que los toquen. Así que creó un vínculo con él, incluso sabiendo que volvería a la naturaleza en algún momento “.
Fuerte y agradecido
Y así sucedió. Little Hands creció fuerte y, al final del verano, estaba listo para salir adelante por su cuenta. Les recomendaron que lo dejaran suelto, cerca de la propiedad. Probablemente se escondiera en las cercanías por un tiempo y regresara para alimentarse. Así pasarían algunas semanas hasta que finalmente el mapache se alejara y encontrara su propio camino.
“Mi mamá tiene una hamaca en el porche donde se sienta para descansar. Él se acercaba y literalmente se arrastraba hasta esa hamaca, se sentaba a su lado y solo quería que le rascaran el trasero y la barbilla”, dijo Robinson. “Buscaba acurrucarse. Después comía y se iba”.
Así pasaron tres años, durante los cuales Little Hands ya vive en la naturaleza de forma independiente. De todos modos, continúa regresando a la casa donde se crió solo para acurrucarse con su mamá humana.
Desde que Little Hands dejó la casa, Linda ha acogido a numerosos bebés mapaches huérfanos y abandonados que no tienen otro lugar adonde ir. Y cada año, los mapaches que libera en la naturaleza continúan regresando para visitas ocasionales. “Todos los días, ella se sienta afuera y espera, e incluso cuando son mayores, la visitan y ella se pone feliz, le encanta. Es más, creo que los mapaches también la aman, ella es solo mamá”. Gracias a Linda, los pequeños mapaches pueden vivir sus vidas en la naturaleza, pero al igual que sus hijos humanos, saben que siempre pueden volver a casa con mamá para comer algo y recibir un abrazo.
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