Un fanatismo que se convierte en herencia
Para el consumidor del siglo 21, poseer la llave de acceso a los mejores servicios y beneficios tiene un valor que traspasa lo material, aunque lo incluya: poder vivir experiencias excepcionales. A veces, serán esos momentos que suceden una vez en la vida, pero también se trata de vivir una vida entera de primera, de punta a punta, una sumatoria de detalles únicos.
El ejemplo paradigmático es The Platinum Card, de American Express: el mix que ofrece parece armado para satisfacer todas las expectativas de cualquiera, empezando por las auténticas experiencias de lujo, como esperar un vuelo en sus famosas salas Vip (The Centurion) en aeropuertos de varias ciudades del mundo; disponer de un Concierge, un asistente personal –para hacerte una reserva en un restaurant, mandar un ramo de flores en tu nombre, lo que sea–, estés donde estés, las 24 horas; comodidades, como olvidarte del seguro de viaje o del auto alquilado, porque ya los tenés cubiertos; promociones de compras en las grandes marcas, pero con plus como garantías extendidas que pueden hasta duplicar las originales, en el caso de la electrónica; ventajas, como programas de recompensas (Membership Rewards) cuyos puntos son transferibles a los programas de viajeros frecuentes de 10 líneas aéreas. Y, volviendo al dinero –que también sigue siendo valorado por los consumidores modernos–, no tenés límite prestablecido de consumos, ni gastos de envío, de resumen, ni de reposición de tarjetas en ningún lugar del planeta.
Hoy, de hecho, American Express se define como una empresa de servicios. Más que "financieros", servicios que tienen que ver con el trato, la atención, los privilegios, y que son el diferencial y los valores sobre los que se construye la marca. Juan Carlos (62) es cliente American Express Platinum hace años –habitué de Centurion, y gran disfrutador de los beneficios en viajes–, y lo tiene bien claro. "Mientras la mayoría de las empresas están de forma permanente a la búsqueda de nuevos clientes, American Express lo que hace, fundamentalmente, es fidelizarte. Mi predilección como socio es el resultado de analizar todas las bondades que me brinda porque me da un montón de cosas. Son fantásticas la atención, la respuesta cada vez que necesitás algo, y todo lo que te ofrece dentro del servicio".
En clave de buscar experiencias exclusivas, los socios Platinum son invitados a vivirlas en lo cotidiano. "La cantidad de invitaciones a eventos hacen que uno se sienta realmente muy atendido, muy mimado", dice Juan Carlos. "Con mi mujer hemos ido a conciertos, muestras de pintura, presentaciones… en mi último cumpleaños me regalaron una torta. Todo eso para mí es fantástico". A los dieciséis, sus tres hijos ya tenían extensiones. Ahora, hace poco, una de ellos estrenó su propia American Express verde. Pero, obviamente, todos siguen teniendo la Platinum del padre. "Y lo bien que hacen", se ríe él. "Es que aparte del servicio y todas las bondades que uno reconoce, hay otra realidad: cuando uno saca una American Express Platinum en un viaje no da igual. Hace que todo cambie". Y entonces se entiende por qué ser Platinum es un sentimiento, como el de tener el dato de algo único, exclusivo, pero tanto –o más– por las sensaciones, los momentos, las vivencias, que por el nivel de gastos.
Una vez en la vida
Carlos ya ha vivido muy buenas experiencias como socio American Express Platinum y en abril volverá a ser parte de algo único con el estreno del corto "Una vez en la vida". Escrito por el reconocido director español Alex de la Iglesia junto a Jorge Guerrica Echevarría; este corto fue rodado en Madrid y Secun de la Rosa, y Arturo Valls son sus protagonistas. Con delirio y muchísimo humor negro, "Una vez en la vida" es un relato sobre las pequeñas cosas y el amor a las experiencias únicas.
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