Alzhéimer canino, el mal que afecta la agudeza mental de los perros
Conozca cómo identificar los síntomas y qué hacer para mejorar la calidad de vida de su mascota
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El síndrome de disfunción cognitiva de los perros, más comúnmente conocido como el alzhéimer canino, es un conjunto de síntomas que a menudo suele compararse con la enfermedad que sufren algunos seres humanos y va deteriorando progresivamente la calidad de vida de los caninos domésticos.
Si bien la edad a la cual los perros se pueden considerar adultos mayores o sénior es variable, ya que depende de factores como la raza, el sexo, el tamaño, entre otros, se puede decir que un canino alcanza esa etapa pasados los 6 a 7 años. Luego de esa edad, aproximadamente uno de cada cuatro perros puede empezar a manifestar un ligero deterioro en su capacidad cognitiva, que será mucho más notorio conforme avance el tiempo.
¿Qué es?
A medida que los perros se van haciendo adultos mayores, su cerebro va perdiendo la agudeza y los demás órganos también empiezan a manifestar señales de deterioro o a reducir su funcionalidad.
El síndrome de disfunción cognitiva es un proceso degenerativo del sistema nervioso central (principalmente el cerebro y la médula espinal) que se presenta porque estos órganos también van envejeciendo. Como resultado de este proceso normal, los perros pueden presentar cambios de comportamiento que, en mayor o menor medida, pueden ser fácilmente percibidos por los tutores.
Síntomas
- Disminución de la actividad física y un aumento del tiempo que toma para descansar y dormir.
- Interactúan menos con los tutores y no se ven tan motivados a jugar o pasear.
- Cambios en el comportamiento: se altera con facilidad y se vuelve intolerante a cosas que antes no le cambiaban el estado de ánimo, como ruidos, presencia de otros animales o personas, etc. Producto de los cambios en el comportamiento, la desorientación, el miedo y la angustia, el perro puede empezar a rasguñar las paredes o las puertas.
- Aislamiento: empiezan a preferir lugares más tranquilos en casa en donde se encuentren alejados de diferentes estímulos como luz, sonidos, olores fuertes y otros.
- Pérdida de la agudeza visual y auditiva: lo que conlleva episodios de desorientación, incluso dentro del mismo hogar. También es posible que no respondan o respondan tardíamente a los llamados.
- Cojeras o dificultades para caminar: no tienen que ver con una dolencia o fractura, sino que se relacionan con el deterioro del sistema nervioso.
- Eliminación inadecuada: empiezan a perder el control de sus esfínteres, por lo que olvidan las zonas y los tiempos adecuados para hacer sus necesidades.
- Alteración de los horarios de sueño: tienden a despertarse frecuentemente en las noches y a dormir más durante el día. Algunos perros suelen deambular por la casa sin rumbo fijo o pueden quedarse mirando fijamente algún objeto en casa por un buen tiempo antes de atravesarlo.
Si bien no existe una secuencia en la presentación de la sintomatología y no todos los perros presentan los mismos signos, es importante que los tutores conozcan los comportamientos normales de sus mascotas para detectar cualquier cambio a tiempo. Inicialmente los signos se pueden observar de manera leve, por lo que fácilmente pueden pasar desapercibidos o ser atribuidos a un proceso de envejecimiento normal del animal; sin embargo, hay que estar alerta para que, ante la más leve sospecha, se busque la ayuda de un médico veterinario. Esto permitirá descartar otras patologías como tumores, diversas enfermedades degenerativas o problemas en los órganos de los sentidos como cataratas, glaucoma u otros.
¿Qué hacer?
Antes de cualquier recomendación, es importante mencionar que, al ser un síndrome degenerativo y progresivo, este no se puede curar. Por el contrario, habrá que mejorar la calidad de vida y el bienestar del animal.
Aunque es muy probable que el temperamento y las actividades del perro cambien, los tutores deben continuar brindándole el mismo cariño y amor que siempre le han dado. Esto hará que, a pesar del deterioro físico y mental, el can siga sintiéndose querido y tenga el apoyo necesario para realizar las actividades del día a día.
El perro necesitará un espacio en el cual se pueda sentir tranquilo (es decir: lejos de cualquier estímulo intenso), confortable (cálido y con todo lo necesario) y seguro (libre de objetos con los cuales pueda hacerse daño o que pueda dañar). Esto no quiere decir que se deba separar o mantener alejado al perro, sino todo lo contrario: es importante que se le haga sentir querido y acompañado siempre.
Buenas recomendaciones son establecer una rutina fija de paseos y comidas, no castigar ni física ni verbalmente al animal, evitar cualquier cambio brusco en el entorno (mudanzas, cambios de dieta, vacaciones, etc.) y estimular frecuentemente el cerebro mediante juegos y otras actividades para recuperar los hábitos y las conductas perdidas.
Actualmente, en el mercado existen diferentes opciones para el manejo alimentario de los perros adultos mayores. Estas dietas ayudarán disminuir la velocidad en el proceso degenerativo, pero deben ser supervisadas por un médico veterinario.
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