Alivio
Es el cable que nos conecta con lo esencial más que con lo virtual (y lo viral) de estos tiempos
Hemos llegado a soportar tanto que el alivio ha quedado reducido al sentido de zafar. La vida exigente, acelerada y urgente parece habernos desencontrado con hasta nuestros momentos más simples de bienestar: un cafecito, un helado o chocolate sin culpa, leer sin reproches ni apuro, el llamado (ni que hablar de la visita) a un amigo, diez minutos, al menos, levitando en la nada (sin tóxicos o medicación mediante).
¿Qué hemos dejado de hacer para alimentar y aliviar el cuerpo, la mente y el alma? ¿Con qué hemos paleado o reemplazado los circuitos de recompensa? ¿Cómo y cuánto el trabajo, el dinero y la tecnología se han dispuesto a recortar (o evitarnos) el tránsito por los caminos placenteros de la vida?
Nos hemos dispersado y hemos acelerado todo (y tanto) que creemos que no podemos (o que no nos será fácil) volver a reconectar con aquel lugar, aquel aroma, sabor, cosquilleo, liviandad, con aquella ilusión.
Darse cuenta es un primer paso. Y a pedido del alivio entendido como placer dependerá de nuestra actitud y constancia para, en este sentido sí, zafar. Pero zafar antes de tiempo, producto del verdadero deseo, de la voluntad, de la vida a conciencia plena.
Por algo el furor del yoga, la meditación, los libros, talleres y cursos de auto-conocimiento, de regulación del estrés y la ansiedad. Necesitamos volver a casa y, muchas veces, no sabemos cómo.
Hay más de una forma de volver a sentir el placer (sin culpa) de estar echado en el césped, en el sillón o en una nube.
Oportunamente hemos hablado del Flow (sino busquen on line y relean la palabra de aquel domingo). Por entonces descubríamos juntos la importancia de, más allá de todo y a pesar de todo (y tanto), contactar con las actividades que nos dan satisfacción, las que nos hacen volar sin límites ni tantos miedos, las que detienen el rumiar obsesivo de la mente, las que son capaces de hasta "hacernos pis encima" con tal de no parar de jugar…
Permitámonos, regalémonos la idea, al menos, de que el alivio sea el cable que nos conecte con lo esencial, más que con lo virtual (y lo viral) de estos tiempos y que, más que seguir, pareciera pedirnos a gritos poder resetear, volver a empezar. Estamos a tiempo. ¿Un alivio, no?
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