Su pelo negro y lacio se volvió un elegante silver que lleva recogido en un rodete casual que le queda espléndido.
Su rostro, con algunas arrugas, como debe ser, a sus 81 años, tiene la misma imagen aniñada de siempre, los rasgos simétricos, los ojos grandes, los labios finos, la nariz respingada y la dentadura blanca, perfecta.
Ella es Ali Mac Graw, la protagonista de una de las películas románticas más recordadas de los años 70: Love Story., dirigida por Arthur Hiller, con un guión de Erich Segal.
Con un guión sentimental y trágico, pocos olvidan las lágrimas derramadas por su final poco feliz. A los 32 años, interpretando a una joven de 24, protagonizó el filme junto con otro ícono del cine, Ryan O'Neal, interpretando a Oliver Barret IV un chico rico y problemático de Harvard. Su vida da un vuelco al conocer a Jenny Cavalieri (Ali Mac Graw) una estudiante de música con una personalidad muy bohemia, mala posición económica. Pese a la desaprobación del padre de Oliver se casan y tienen problemas para costear su nueva vida. El único sustento es el sueldo de maestra de Jenny, hasta que Oliver finalmente se gradúa de abogado y consigue un puesto en un bufete de Nueva York.
Los días son felices hasta que a ella le diagnostican una enfermedad terminal y entonces comienza el declive de Aly y se pone en tensión toda su relación, incluyendo la mala influencia de la familia de Oliver. En su lecho de muerte ella pronunciará la famosa frase "Amar es nunca tener que pedir perdón" que los adolescentes de entonces repetíamos como un mantra.
El año pasado, 44 después de prestar su rostro a la campaña de uno de los perfumes más icónicos, el Chanel N° 5, volvió a protagonizar una publicidad de la marca: esta vez de su línea de relojes J12.
En un video en blanco y negro de menos de 60 segundos, dirigido por la creativa francesa Brigitte Lacombe, la modelo y actriz hablaba de su carrera en los años 60 y, como todos esperaban, se refirió a sus inicios en el mundo del cine. "El momento más decisivo de mi carrera fue cuando protagonicé el aviso de Chanel N° 5 y un productor lo vio y me llamó para preguntarme si quería protagonizar una película, algo para lo que yo no tenía calificaciones", confesó en el spot. Luego se refirió a las bondades de los relojes como un accesorio esencial de joyería. "Todo se trata de unos segundos", concluyó.
Recuerdos del amor
Poco después de rodar Historia de amor, Ali se casó con el productor ejecutivo de la película, Robert Evans, antes de que él se dedicara de lleno a filmar El Padrino y de algún modo la dejara mucho tiempo sola, como él luego declararía a los medios. Pero ella supo encontrarle valor a esos días: en 1971 se enamoró perdidamente de su coprotagonista en La huida, el actor Steve McQueen, con quien le fue infiel, iniciando un romance tormentoso que dio que hablar a las revistas del corazón.
Se casaron en 1973 y fueron a vivir juntos, con el hijo de Mac Graw y Evans, Joshua y con el de Steve Mac Queen, Chad.
Recordando los viejos tiempos la actriz declaró a la revista People que su relación estaba completamente basada en la química que había entre ellos, por eso le resultaba inevitable soportar los desplantes, celos y destratos a los que la sometió el actor. No se hablaba de empoderamiento femenino, ni de Una Menos por entonces. De algún modo, pese a la belleza y la fama, no pudo eludir el desprecio de un manipulador.
"Él era un hombre que podía entrar a cualquier habitación y cualquier otro hombre, mujer o niño decían, ¡Uau! ¿Quién es? Y no fui la excepción", reconoció. "Era increíblemente atractivo la mayor parte del tiempo, pero también había peligro, había un chico malo allí".
Demoró unos años en darse cuenta de la situación de violencia pero finalmente lo hizo. Cinco años después de casarse y haber dejado su carrera artística en nombre del amor, decidió volver al cine con Convoy. La consecuencia fue que Steve McQueen la echó de su casa en común, con poco dinero y con una situación laboral inestable. Ella nunca volvió a recuperar el espacio que había ocupado en Hollywood, cuando era una joven promesa. Ya andaba por los 40 años y para los criterios de los representantes no era lo suficientemente joven como para relanzarla al estrellato. Era 1978 y dos años después, a los 50, Mc Queen iba a morir de cáncer.
"Ojalá nos hubiéramos vuelto viejos y sobrios", admitió MacGraw a The People. "Hubo días maravillosos y días terribles".
"No soy una víctima de ninguna manera", agregó. "Hubo muchas veces que fueron simplemente maravillosas y muchas otras veces que fueron simplemente espantosas".
A pesar de convertirse en un ícono de Hollywood, MacGraw dejó la industria del cine en 1994 para vivir una vida más tranquila, lejos de los flashes y se mantuvo sobria desde entonces después de luchar contra el alcoholismo. Ahora se dedica de vez en cuanto a la publicidad y a tareas de voluntariado en distintas ONGs
" Creo en vivir plenamente el presente. Me siento muy bendecida ", afirma.
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