Refugio de nobles, artistas y estrellas del cine, representante arquitectónico de la combinación de culturas que constituyó el Siglo de Oro español y considerado el primer cinco estrellas español, este hotel emblemático de Granada, ubicado a metros de la no menos emblemática La Alhambra, alberga infinitas historias, entre las cuales se destaca este decálogo arbitrario y necesariamente incompleto.
1- Inaugurado por un rey
El Alhambra Palace, pergeñado en la imaginación de Julio Quesada-Cañavera y Piédrola, el duque de San Pedro de Galatino, se inauguró el 1º de enero de 1910. Nació en cuna de oro: de la inauguración participó el rey Alfonso XIII. Buena parte de la vida del duque continúa siendo un misterio: prácticamente no dejó pruebas documentadas de sus avatares.
Sí queda constancia de que se trató de un visionario: el hotel fue pionero en la explotación del turismo en Granada, ciudad que ya recibía 18.000 visitantes al año ansiosos de conocer La Alhambra, y tuvo un mellizo en la cercana Sierra Nevada, el Hotel del Duque, que tenía alimentación eléctrica propia. Ambos establecimientos estaban conectados por un tranvía.
2- El primer cinco estrellas de España
Se promociona a sí mismo como el hotel cinco estrellas más antiguo de España. "Al menos nadie ha venido a refutármelo", desafía Ignacio Durán Caffarena, director de marketing y ventas del Alhambra Palace. En la década del ’70, las reglas de turismo cambian en toda España y el hotel pierde una de sus estrellas. Fue casi medio siglo de buscar los vericuetos para recuperarla: cuando el hotel se ubica en una zona histórica como ocurre con en este caso, introducir modificaciones para adecuarlo a las nuevas normativas es muy complejo.
"Fue nuestro gran desafío del último año y lo logramos, luego de tantos años de trabajo", indica Durán Caffarena.
3. El flamenco se hace cultura
Uno de los principales atractivos del hotel fue, en los orígenes, su pequeño y coqueto teatro-cinematógrafo, ubicado en su piso bajo. Es que a la hora de concebir el hotel, el duque se inspiró en el modelo de fondaks marroquíes, que combinaban alojamiento y espectáculo en un solo establecimiento. Así, además de ser el primer sitio que proyectó películas en toda la región, su escenario lo posicionó como un ícono cultural de la zona. "Por aquí pasaron Federico García Lorca y Manuel de Falla, quien prácticamente lo tomó como su segunda casa antes de partir hacia el exilio en la Argentina", afirma Durán Caffarena. De hecho, García Lorca presentó en 1922 Concurso del cante jondo, considerada el primer reconocimiento culto del flamenco. Los hitos se multiplicaron con los años: también aquí se produjo el primer concierto de jazz de España, en 1943, a cargo del Negro Marcks, y se albergó el festival internacional de tango pionero en Europa. En 1944 se presentó la Filarmónica de Berlín: como el teatro le quedaba muy pequeño, se utilizó también parte del comedor.
4. Un pase de manos que duró 50 años
Buena parte de la rentabilidad del hotel la daba su casino. Por eso, cuando Primo de Rivera, presidente del gobierno español, prohíbe en 1921 las casas de juego de azar, deja al duque entre la cuerdas: sostener el negocio se hizo cuesta arriba y tras años de márgenes exiguos, el duque alquiló la propiedad en 1932 a la cadena HUSA (Hoteles Unidos Sociedad Anónima), especializada en hoteles de lujo.
El grupo se mantuvo al frente hasta la década del ’70, cuando uno de los herederos del duque se reincorporó como gerente general. "Más allá de estos temas de gestión, en cinco generaciones nunca cambió de mano", dice Durán Caffarena. "Aunque hoy los herederos ya suman 24, primos entre ellos, por lo que ponerlos de acuerdo para encarar cualquier proyecto relacionado con el hotel se hace muy difícil".
5. La cruz roja que lo salvó de ser bombardeado
Luego del fallecimiento del duque, en 1936, su viuda, Fernanda de Salabert y Arteaga, dona el hotel a las fuerzas armadas. Eran los años de la Guerra Civil y el Alhambra Palace fue reacondicionado para funcionar como hospital. En ese contexto, se le pintaron dos cruces roja en la terraza. "Tal vez eso haya salvado al edificio, un símbolo de la aristocracia, de los bombardeos comunistas", opina Durán Caffarena. En 1942, el Alhambra Palace reabre sus puertas como hotel.
6. Dormitorio de reyes, príncipes y presidentes
La lista de nobles y funcionarios políticos de primer nivel que se alojaron en el Alhambra Palace es interminable: desde los reyes de Suecia, Bélgica o Arabia Saudita hasta los príncipes de Persia, Irán, Marruecos y Qatar, desde el Dalai Lama hasta Stephen Hawking, desde Mario Vargas Llosa hasta Charles de Gaulle o Mijail Gorbachov.
Dos argentinas emblemáticas se alojaron en sus habitaciones: Eva Perón en 1947, siendo primera dama, en su visita durante la era dorada del franquismo, y Cristina Fernández, como presidente, en una parada en 2015 camino hacia Moscú, donde se reuniría con el líder ruso Vladimir Putin.
7. Rincón de estrellas
Y si bien los nobles y los presidentes fueron huéspedes habituales del hotel, las estrellas de Hollywood también vinieron de a montones, muchas veces por rodajes que se hacían en la región, muchas otras atraídas por el modelo de vida lujoso de los europeos: Tirone Power, Lawrence Olivier, Vivien Leigh, Burt Lancaster, Yul Brynner, Rock Hudson, Glenn Ford, James Stewart, Anthony Quinn, Henry Fonda, Lauren Bacall y, más acá en el tiempo, Steven Spielberg o Brad Pitt. "Una de nuestras habitaciones fue despacho de producción de Orson Welles", señala Durán Caffarena.
8. Más alhambrista que La Alhambra
"El hotel es más alhambrista que La Alhambra", bromea Durán Caffarena. Desde el punto de vista arquitectónico, se trata de la primera construcción de hierro de Granada y una de las primeras de España. El exterior es de apariencia militar, bien masculino, una representación de Marte, dios de la guerra. El interior, en cambio, es pura decoración, un ensalzamiento de lo femenino, una invocación a Venus, la diosa del amor. No hay cinco centímetros consecutivos que no presenten algún detalle. Las paredes son epigráficas y muestras inscripciones con referencias al Corán.
Entre los azulejos, hay muchos que forman parte de la estructura original de 1910. La mayoría de los muebles tiene 60 años de antigüedad. Desde el punto de vista sensorial, ingresar al lugar es transportarse en el tiempo, es sentir en primera persona a una vida lujosa con una fuerte dosis de exotismo oriental, es caminar por sus pasillos con olor a durazno con el convencimiento de que uno está en medio de un sueño que puede ser interrumpido en cualquier momento.
9. Atendido (casi) por sus propios dueños
Una de las características del hotel es la estabilidad del personal. "Tenemos cuarta y hasta quinta generación de granadinos trabajando aquí", cuenta Durán Caffarena. Y pone como ejemplos a Juan Manuel y Pablo, ambos mozos del bar, que llevan 35 y 25 años en funciones. O a Paco Rivas, el jefe de cocina que se jubiló en 2018 luego de cuatro décadas y media preparando las delicias que los huéspedes consumieron. O de Manuel Martínez, su antecesor, que había pasado medio siglo entre las ollas y las sartenes del hotel, mismo período que laboró Pepito, el barman. "Trabajar aquí es un orgullo: todas las mañanas cuando llego pienso lo mismo, que soy un privilegiado", concluye el ejecutivo.
10. El sitio ideal para dar el sí
La terraza del hotel, donde los huéspedes desayunan y cenan, deja al visitante sin aliento apenas ingresa: la vista de la ciudad es completa y parece armada ad hoc para capturar una fotografía perfecta.
"Nuestra propuesta gastronómica está favorecida por la excelente geografía en la que estamos ubicados, que nos permite tener productos de kilómetro cero en casi todos los rubros: a media hora de distancia, dependiendo de la dirección que tomemos, tenemos costa tropical, sierras con nieve, un valle de viñedos, el desierto y los acantilados", enumera Durán Caffarena sobre el restaurante. Y sobre la terraza en particular: "es el sitio preferido de Granada para pedir matrimonio, en particular en invierno, cuando suenan las campanas de las iglesias, los contrayentes pueden elegir uno de nuestros setenta cócteles y de fondo se ve Sierra Nevada con un color violeta maravilloso. Es perfecto".
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