Algo huele mal... aquí, muy cerca
Todo bicho que camina -incluidos los seres humanos, claro- tiene mucho que deberle a la función de sus órganos excretores. Un área de investigación tan escatológica como apasionante
Algo huele mal en la ciencia… y vale la pena investigarlo. Algo tan cercano que nos suele ocurrir al menos una vez al día (aunque en algunas tristes ocasiones ocurre muchas veces más, o ninguna). Se trata, claro, de la materia fecal, la bosta, la caca, eso que, también, forma parte de nosotros. El cuerpo, como siempre, es sabio, y en el proceso de digestión y absorción va quedándose con lo que le conviene y expulsando el resto. De hecho, de lo más importante que ocurre en el intestino grueso (a.k.a. tripa gorda) es la absorción de agua, para que la caca tenga la consistencia justa: ni muy muy ni tan tan. Si quieren ser bien técnicos para la clasificación, basta remitirse a la Escala de Heces de Bristol, desarrollada por Heaton y Lewis en la Universidad de Bristol en 1997, que va del tipo 1 –una materia fecal muy dura, con forma de bolitas (sí, de las difíciles)– a los tipos 6 (pastoso) y 7 (líquido), pasando por todos los tipos imaginables de deposiciones. Y si escuchamos ciertos merengues tropicales, llegaremos a la conclusión de que si estamos enamorados ("cuando te miro y no me miras"), podremos saberlo por el color de la materia fecal, más marroncita cuanto más sube la bilirrubina (o, más estrictamente, la estercobilina, un derivado).
¿Qué decir del aroma, entonces? Como en muchos casos, el olorcito característico viene de compuestos que contienen azufre, como el metil mercaptano (que también se hace notar en el mal aliento y el olor a pata). Otras sustancias, como el escatol, también hacen lo suyo, aunque lo curioso es que en muy bajas concentraciones puede ser el toque mágico para un perfume embriagador (de hecho, hay varias fragancias que lo contienen). Más allá de esto, lo más interesante puede ser de qué están hechos los excrementos. Esos 200 gramos diarios que dejamos en el baño son un 75% de agua y un 25% de material sólido – y de éste, un tercio corresponde a ¡bacterias! Sí, esas bacterias fundamentalísimas para la digestión, parte imprescindible del organismo, también son una porción considerable de las heces.
Si algún lector está leyendo esto en el baño y necesita inspiración, bien vale la historia de la fuerza de eyección de los pingüinos. Para cualquiera que haya visto a estas aves en acción, el espectáculo es simplemente sorprendente: científicos de Bremen calcularon una presión de unos 10 kilopascales para expeler sustancias más bien acuosas, y de 60 kilopascales cuando hay que sacarse algo más viscoso de las entrañas. Eso es mucho (en todo caso, mucho más que la fuerza de un simple ser humano). Hay preguntas sin respuesta; el trabajo concluye que "aún debe determinarse si el pingüino elige la dirección hacia dónde expulsar las heces, y el rol del viento en todo el proceso".
Pero en todo caso, es hora de consultar con los expertos. Y quiénes mejor que los escarabajos peloteros, esos simpáticos bichitos que andan juntando bosta y arrastrándola por los caminos mientras suenan baladas de Bob Dylan. Como todo es objeto de la ciencia, no faltaron quienes investigaron la preferencia por materia fecal local o exótica: es sólo cuestión de poner trampas con la olorosa recompensa y esperar. Dos años, 9000 escarabajos y 15 especies más tarde llegó la respuesta: los peloteros no se detienen en localismos (como su conocida caca de bisonte) o extranjerismos (cebras, burros, alces), sino que eligen el material más oloroso… y nutritivo. La caca más preciada fue la de los animales omnívoros (con chimpancés y humanos a la cabeza), aunque cada especie tenía sus preferencias gourmand. Por si fuera poco, se ha descubierto que las bolitas húmedas sirven como una especie de aire acondicionado para los escabarabajos (algo muy útil si uno anda arrastrando materia fecal por el desierto). Más allá de que merece estar en los anaqueles de la ciencia escatológica, el trabajo también tiene importantes consecuencias evolutivas y ambientales.
Así que ya saben: si quieren investigar escatológicamente…, bienvenidos a la ciencia.