La cifra es abrumadora: se dice que los argentinos comemos más de seis millones de alfajores por día, convirtiendo a este clásico nacional en la golosina preferida del país. Como sucede con otros alimentos (con ejemplos como la milanesa, la medialuna o la empanada), el alfajor no fue inventado en Argentina, pero es en estas tierras donde encontró su lugar de pertenencia, modificando la receta y ganando su inmensa popularidad. En su libro Alfajor argentino, historia de un ícono, Jorge D'Agostini cuenta que esta golosina llegó a la Argentina hace más de dos siglos, en un viaje inmigrante que la trajo desde España, donde antes había sido llevada por los árabes. Elaborada originalmente a base de frutos secos y miel, fue aquí que obtuvo su forma actual, de dos tapas con dulce de leche de relleno casi obligado.
La historia del éxito del alfajor tiene varios hitos en su haber: su crecimiento en el kiosco a mediados de siglo pasado; su regionalidad, con alfajores típicos en distintas provincias del país; la masificación industrial con grandes marcas multinacionales incorporándolos a su oferta; la resistencia artesanal, con alfajores producidos no sólo por pequeñas empresas independientes, sino también en panaderías a lo largo y ancho de la Argentina. Transversales como pocos, gustan a chicos y grandes, animándose a otros rellenos (hay muchos fanáticos de los alfajores de fruta), con distintas coberturas y variando la composición de la masa. Esta vez, recomendamos tres alfajores clásicos, con relleno de dulce de leche y cobertura de chocolate, para darse un gusto tan goloso como nacional.
Guolis Intenso
Hace unos días, la gente de Alacena Foodie especialistas en probar y recomendar alimentos de la góndola nacional- organizó una degustación de diversos productos incluyendo una terna para alfajores. Allí, tras una cata a ciegas, el jurado eligió su favorito: el Guolis Intenso, un alfajor producido en Balcarce pero muy fuerte también en Mar del Plata, donde la competencia en el rubro es muy alta. El formato de Guolis es pequeño en apariencia pero contundente en sabor y textura: en un diámetro de apenas cinco centímetros esconde 60 gramos de peso neto, con una masa compacta que se desgrana fácilmente y un generoso relleno de dulce de leche (elaborado por la misma marca, ocupa por lo menos un tercio de la altura del alfajor). El baño es una capa delgada de cobertura semiamarga que aporta algo de contraste al sabor dulce omnipresente. Uno de esos alfajores que da puro placer. Lo mejor: comprar la caja mixta, que trae otras variedades de la casa, como los "suaves", los de cobertura de chocolate blanco o los que mezclan frambuesa en el relleno de dulce de leche.
Entre Dos
Creados por una pareja -Ariel era empleado en una fábrica de panificados; su mujer Costanza es nutricionista-, los alfajores Entre Dos nacieron casi en voz baja, distribuyéndose primero por algunos pocos locales específicos en Mendoza, su ciudad natal, haciendo camino al andar. La fama les llegó de golpe, en 2017, al obtener el primer puesto en la Fiesta Nacional del Alfajor (en La Falda), premio que repitieron en 2018 (y en 2019 salieron nada menos que segundos). Desde entonces, el crecimiento y el reconocimiento de sus fieles clientes fue imparable. Hoy la marca cuenta con locales propios, elaboran también helados y distribuyen sus alfajores por todo el país.
El de chocolate con dulce de leche es un alfajor de buen tamaño (seis centímetros de diámetro por 2.5 de altura), con una buena capa de dulce de leche en el medio. La masa es ligera y suave, menos dulce que otras, equilibrando así un sabor final que no empalaga. Por fuera, el baño es de cobertura semiamarga y uno de sus diferenciales es que tiene una forma no homogénea, como queriendo remarcar su manufactura artesanal.
Cauca
Cauca nació hace más de 80 años, en 1928, en la ciudad de Trenque Lauquen, en el oeste de la provincia de Buenos Aires. Sus bombones, chocolates y dulces, elaborados de manera artesanal y familiar, le fueron dando una fama que se expandió más allá de su lugar de origen, convirtiéndose en un verdadero clásico nacional (en especial, a partir de los años de 1980, cuando comenzó a crecer en la Costa Atlántica, con foco en Cariló y Pinamar). Su alfajor es uno de los más dulces y adictivos, de esos que aman los chicos (y también los adultos, más allá de las culpas). Son pequeños pero bien intensos, de 4.5 cm de diámetro y poco más de 40 gramos de peso, con un ratio de dulce de leche / masa muy generoso. La galletita que encierra ese relleno es compacta y crujiente, de esas que hacen ruido al morder. La cobertura, por su lado, es de chocolate con leche en lugar del más tradicional semiamargo, y esto colabora de manera indudable con su característica golosa. En CABA no son fáciles de conseguir, pero vale la pena el esfuerzo.