Las cifras se incrementaron con la pandemia y el segmento entre 15 y 19 años es el más afectado; si bien se trata de un fenómeno global, en la Argentina se sumó la variable de un confinamiento más prolongado; cuáles son las señales de alerta y dónde pedir ayuda; el duro testimonio de dos madres
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Al inicio de la pandemia, Juan, de 17 años, no tuvo otra opción que aislarse en su casa y pasar meses inmerso en una dinámica familiar violenta. Lara, de 16, llevaba años con problemas para sociabilizar y el encierro por la cuarentena los profundizó al tiempo que se agravó su cuadro de ansiedad previo. Pedro, de 15, volvió al colegio a mediados de 2021, después de un año y medio de cursar de manera virtual, y la frustración lo colapsó: sus dificultades de aprendizaje se habían acentuado y dejó de entender lo que la profesora escribía en el pizarrón.
Las vivencias de los tres adolescentes se entrelazan por un elemento dramático: sufrieron depresión, seguida por un intento de suicidio. Los casos de Juan, Lara y Pedro son tan solo ejemplos de un fenómeno que ha aumentado de manera considerable con la pandemia, algo que genera preocupación entre expertos.
“Las tasas de suicidio y de intentos de suicido adolescente venían en aumento desde hacía años, pero con la pandemia crecieron aún más”, afirma Pedro Lesta, psiquiatra infantojuvenil y subjefe del Servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Sin bien las distintas jurisdicciones todavía no cuentan con las cifras de suicidios ni de internaciones psiquiátricas del último año, LA NACION pudo acceder a las estadísticas de distintos hospitales públicos y privados de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. Los datos del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez sustentan la percepción de los especialistas. En 2019, el centro médico registró 10 egresos de pacientes adolescentes por intento de suicidio; en 2021, la cifra llegó a 33.
También hubo aportes del Hospital Materno Infantil de Mar del Plata Don Victorio Tetamanti, que presentó sus conclusiones sobre espectro suicida -que incluye intento de suicidio y autolesiones- en el último Congreso de la Asociación Argentina de Psiquiatras Infantojuveniles y Profesiones Afines (AAPI). La investigación, que fue premiada por la AAPI, muestra que las internaciones por espectro suicida, que en los 13 meses previos a la pandemia representaban el 47% de los ingresos de menores de 15 años, pasaron a representar el 60% en los 13 meses posteriores al comienzo del confinamiento obligatorio.
“El trabajo mostró un claro agravamiento de los casos que llegaron al hospital. Mientras que antes de 2020, dentro del espectro suicida, un 27% de los casos eran intentos de suicidios y un 20% autolesiones, con la pandemia, los intentos de suicidio pasaron a ser el 44%, afirma Pedro Kestelman, médico referente del Hospital Garrahan y presidente de la Alianza Iberoamericana de Psiquiatría Infantojuvenil y Profesiones Afines (Aliampsi).
Salud mental, en jaque
¿Por qué se produjo este aumento de intentos de suicido? A partir de sus más de 15 años de experiencia en salud mental infantojuvenil, Lesta busca responder a este interrogante planteando dos fenómenos que se dieron en simultáneo. “El primero es que muchos adolescentes que ya tenían problemas psiquiátricos se vieron obligados a interrumpir sus tratamientos. Muchas terapias presenciales y hospitales de día se suspendieron por política sanitaria. Los pacientes más graves tuvieron menos oportunidad de ser tratados y asistidos en una forma intensiva presencial. A la vez, estos adolescentes pasaron a convivir las 24 horas en un medio familiar que muchas veces es disfuncional, agresivo, disruptivo. Eso llevó a un empeoramiento de su salud mental, que en algunos casos derivó en suicidio o intento de suicidio”, explica.
El especialista distingue otro proceso paralelo, el que tuvo lugar entre los adolescentes sin un diagnóstico psicopatológico previo a la pandemia. “Vimos casos de chicos que no estaban en tratamiento y, producto del aislamiento social, empezaron a tener problemas psiquiátricos. Por la misma cuarentena, muchas veces estos nuevos problemas no estuvieron bien contenidos ni tratados y terminaron en un intento de suicidio”, señala.
Los expertos aclaran que para llegar a semejante decisión no interviene una variable única. “Hay siempre factores que son determinantes, factores mediadores y factores desencadenantes”, afirma Ana Lía Kornblit, médica, socióloga, psicóloga y doctora en Antropología, quien entre 2018 y 2019 estuvo a cargo del estudio “Suicidio en la Adolescencia. Situación en la Argentina”, coordinado por Unicef Argentina, la Sociedad Argentina de Pediatría y el Ministerio de Salud. “En general, los jóvenes que intentan suicidarse tienen la sensación de no poder aprobar las pruebas vinculares de la edad, pruebas que tienen que ver, por ejemplo, con la posibilidad de tener amigos, pareja y un buen rendimiento escolar e incluso laboral”, suma.
Para la especialista, muchos de estos factores pueden haber empeorado con la pandemia debido al cese de la sociabilización presencial y de la rutina de los colegios. Su mirada es que la deserción escolar, al igual que las dificultades para volver a insertarse en la escuela después de la cuarentena, no son componentes menores a la hora de analizar la suba de trastornos psiquiátricos.
Fobias, ataques de pánico y depresión adolescente
Las cifras de intentos de suicidio tienen su correlato en un generalizado aumento de la sintomatología adolescente. Se observaron más casos de fobia social, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de ansiedad generalizado y ataques de pánico. “Antes, hace unos años, teníamos una consulta por semana de urgencia psiquiátrica. Actualmente, todos los días tenemos dos o tres. Aparte, antes se resolvían rápidamente. Hoy, por la complejidad, llevan mayor tiempo y son más proclives a necesitar internación”, indica Lesta, quien lamenta el actual subdiagnóstico de estos trastornos. “Es común que quien intenta suicidarse tenga problemas psiquiátricos previos, muchas veces no detectados o no tratados. La depresión, por ejemplo, está muy asociada”, afirma.
De acuerdo al estudio publicado por el Hospital Materno Infantil de Mar del Plata, durante los sucesivos confinamientos se observó un aumento en el porcentaje de internaciones de pacientes sin diagnóstico ni tratamientos previos. La tasa pasó del 44%, en el escenario prepandemia, al 60%.
La psiquiatra y psicóloga María Laura Mendel considera que este fenómeno puede estar relacionado con la falta de acompañamiento que padecieron muchos adolescentes durante los meses de aislamiento social. “No tenían, o al menos creían que no tenían, con quién compartir lo que sentían. Y cuando se instala la soledad, se instala la desesperanza”, plantea.
Los profesionales puntualizan algunas señales de alarma a las que los padres y los referentes deberían estar atentos como, por ejemplo, irritabilidad, dificultad para comunicarse, fantasías abiertamente negativas, autolesiones y presencia de deseos de muerte.
Las cartas de despedida de Felipe
Hace dos meses, la vida de Pilar y Marcelo cambió para siempre. Fue cuando encontraron dos cartas de despedida de su único hijo, de 14 años, que había planificado su suicidio.
“Durante muchos años, Felipe sufrió solo. Nunca pensamos que podía pasar esto. Hoy puedo identificar señales que fue dando y que en su momento minimizamos. Lo que nos pasó fue muy terrible, porque él pedía a gritos ayuda y nosotros no lo veíamos, no supimos escuchar”, dice Pilar, con la voz quebrada. Tras un mes de internación, hoy continúa su recuperación rodeado de su familia y un equipo de profesionales que lo contienen.
En el caso de Felipe, el bullying de sus compañeros fue devastador. Hoy, con algo más de calma, la mamá repasa algunos síntomas que expresaban su sufrimiento. “Dolores constantes de cabeza, de panza, broncoespasmos e insomnio”, enumera.
A nivel mundial, desde antes de la pandemia, el suicidio era el segundo factor de muerte de los niños y adolescentes de entre 10 y 19 años. De acuerdo a las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, en 2019, más del 77% de los suicidios ocurrieron en países de ingresos bajos y medianos.
“En los países occidentales, en el contexto prepandemia, las consultas por depresión en adolescentes aumentaban por año entre un 2 y 4%. En la pandemia se cuadruplicaron. En la Argentina, puntualmente, se estima que los números son iguales al promedio, o incluso mayores por la extensión del aislamiento, pero los datos oficiales todavía no están. Lo que sí sabemos que los más afectados fueron los adolescentes de entre 15 y 19 años″, asevera Kestelman.
Asistencia a tiempo
Un déficit que preocupa es la escasez de recursos destinados a la salud mental en el país. Los especialistas señalan que el sistema no está preparado para este incremento, lo que se ve reflejado en la falta de lugares de internación psiquiátrica infantojuvenil.
“Cada vez que llega un paciente con emergencia psiquiátrica, cuesta conseguirle lugar. Esto se da tanto en el sector privado como en público. Faltan hospitales de día. El problema es que no se destinan los recursos necesarios para este tipo de problemáticas”, lamenta Lesta. LA NACION consultó al Ministerio de Salud de la Nación sobre el tema, pero no obtuvo respuesta.
Jess Browne, una mujer cuyo hijo se suicidó en 2020 en la Argentina, habla de “grandes agujeros en el sistema” y advierte sobre una carencia en la calidad de la atención que brindan las obras sociales y las prepagas en materia de salud mental. Por eso creó la comunidad Empesares, que se dedica a orientar a personas en peligro y a sus familiares para que accedan a tratamientos psicológicos gratuitos. La cuenta de Instagram de este nuevo proyecto ya tiene más de 69.000 seguidores.
“Congregamos a 12 psicólogas dispuestas a donar su tiempo y las contactamos con quienes las necesitan. Ya tenemos a más de 100 chicos en situación de riesgo, padres y hermanos en tratamiento”, detalla Browne a LA NACION. Para ella, la mejor forma de evitar suicidios es hablando del tema de manera responsable. “Hay que inculcar la idea de que estar deprimido no es ser débil. Todavía hay mucho tabú con el tema. Yo siempre digo: Ignacio no se murió, se suicidó. Es feo decirlo, pero es la realidad. Y hay que afrontarla”, sostiene.
- DÓNDE BUSCAR AYUDAR
Línea 135
El Centro de Atención al Suicida (CAS) atiende 18 horas diarias de forma gratuita. La técnica utilizada es la “escucha activa”, con intervenciones orientadas a que el consultante pueda hablar. Los números (011) 5275-1135 o 0800 345 1435 son para todo el país.
Salud Mental Responde CABA
Es un dispositivo que brinda orientación telefónica de forma confidencial para residentes de la ciudad de Buenos Aires. Los teléfonos 4863-8888/48615586/4123-3120 funcionan de lunes a viernes de 8 a 20. Además, se puede llamar al 4123-3100 int. 3484/3485 los feriados, fines de semana y por la noche, de 20 a 8.
S.O.S un Amigo Anónimo
Es una asociación sin fines de lucro que desde hace casi cinco décadas ofrece asistencia telefónica confidencial para personas que transitan alguna crisis emocional. Recibe llamadas por Skype (usuario: SOSUNAMIGOANONIMO). Además, tienen un teléfono de línea: (011) 4783-8888. Gracias a sus 30 voluntarios, funciona todos los días de 10 a 19.
Asociación Argentina de Psiquiatras
Tienen una web donde facilitan la búsqueda de profesionales expertos. Además, se puede llamar al (011) 4331 5009.
Hospital Nacional en Red Especializado en Salud Mental y Adicciones Lic. Laura Bonaparte
Cuenta con un Comité de Emergencia que realiza entrevistas telefónicas para asesoramiento y contención, atendido por profesiones de salud mental. Los teléfonos son (011) 4305-0091 al 96, interno 2106. La primera consulta gratuita es por demanda espontánea presentándose sin turno de lunes a viernes 8 a 18, en Combate de los Pozos 2133, CABA.
Salud mental responde Hospital José T. Borda
Brinda orientación telefónica de forma confidencial a personas de CABA que requieran asistencia o acompañamiento de salud mental. El teléfono es: 4360-6670
Hospitales públicos
Algunos hospitales públicos con servicio de salud mental para niños y adolescentes son:
- Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez
- Hospital Pedro de Elizalde
- Hospital Tobar García
- Hospital de Clínicas (también ofrece para adultos)
Ofrecen atención para adultos:
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