Alejandro Tantanian. “Hay que pensar en nuevos soportes”
El exdirector del Teatro Cervantes coordina Proyecto.zip: un combinado de 4 obras que trabajan con diferentes registros
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El golpe que produjo la pandemia y el aislamiento obligatorio fue fuerte para todos los sectores de la sociedad pero, especialmente, para las actividades que dependen del contacto entre personas. La gente de teatro, rápida de reflejos, intentó restituir parte de la experiencia escénica por medio de las plataformas de streaming y el teatro filmado pero la respuesta que recibieron de parte del público no fue, al momento, demasiado buena.
A lo largo de la historia, hubo muchos intentos de producir esta alquimia entre teatro y cine, con logros interesantes como los ‘films de teatro’ del director argentino Hugo Santiago sobre puestas de Antoine Vitez. Sin embargo, pese a las evidentes virtudes que puede tener para esta época, la resistencia continúa en directores como Alejandro Tantanian: “Creo que el teatro filmado no termina siendo ninguna de las cosas, ningún lenguaje en particular, no es teatro ni tampoco cine –dice–. Es un registro, una huella. Me parece que la posibilidad de ver obras de teatro filmadas siempre es buena (yo he tenido posibilidad de ver un montón de trabajos que no podría haber visto presencialmente) pero sabiendo que esa distancia que se produce entre mirar un espectáculo en vivo y la de poder mirarla en la tranquilidad de tu casa, genera otro tipo de relación con el objeto.”
De ahí que, a la hora de pensar en un formato para canalizar la dramaturgia que había quedado latente, Tantanian apostara a crear algo completamente nuevo. Así surgió Proyecto.zip, un combinado de 4 obras que trabajan a partir de diferentes registros y soportes como textos, imágenes fijas, audiovisuales, sonoras: “El total de 10 obras se van combinando de manera diversa a lo largo de 8 semanas, ahora vamos a renovar por 8 semanas más. La idea de la curaduría del combinado está vinculada a que haya diversidad en las miradas y en los soportes. Que no haya muchas obras que sean solo audiovisuales, sino también auditivas y otras que trabajen específicamente sobre lo visual. Tratar de equilibrar un poco esa diversidad”, explica el ex director del Teatro Cervantes.
–¿Partieron de algún disparador o el formato se fue configurando sobre la marcha?
–Todo nació en un grupo de dramaturgia que yo tengo. Cuando sucede la pandemia y se declara el aislamiento, nos surgió la necesidad de pensar estrategias para llevar adelante en estos tiempos. La idea era producir un proyecto que pudiera abarcar distintas miradas, estéticas y poéticas. Fue surgiendo en las reuniones, o sea no había una idea previa sino que tuvo que ver con el desarrollo de charlas y discusiones. Y la idea fue producir algún proyecto que uniera voluntades que estaban participando en el curso. Yo fui un coordinador de las ideas, como una gran oreja intentando conciliar voluntades e ir hacia un objetivo común.
–Con este formato, el trabajo del espectador termina siendo más participativo, ¿era la búsqueda?
–Sí, hay una idea de un espectador más activo. En estas experiencias lo que no aparece “en escena” es el cuerpo del performer, del actor, del bailarín. Todas los obras de Proyecto.zip, son trabajos que no tienen un cuerpo. La idea es que el cuerpo activo, el cuerpo que trabaja, sea el del espectador.
–¿Algo de esto va a sobrevivir en la pospandemia?
–Sí, creo que algunos lenguajes van a quedar. Algunas decisiones también van a permanecer y coexistir. Y me parece que la aparición de estos formatos nos debería llevar a pensar estrategias para el futuro en términos de otros soportes. No deberíamos volver a la vieja normalidad como si eso fuera bueno, porque nos llevó a esto. El teatro debería pensar sus formas y sus contenidos, sin dejar de lado la presencialidad. Creo que la presencialidad, el estar allí, en esa misa, en esa ceremonia, en esa celebración, es absolutamente imprescindible para la especificidad del teatro. Si la experiencia asume otras formas, debería llamarse de otra manera. No estoy en contra de que haya otras formas de experiencias pero ya no se llamaría teatro.
–¿Estás con otros proyectos para el futuro?
–Estamos con luz amarilla, esperando que la actividad se retome para poder trabajar en los ensayos de un oratorio de Händel que vamos a hacer con Mercedes Morán y colaboradores como Franco Torchia con su investigación sobre disidencias y género. Y, por otro lado, estoy produciendo un proyecto para el Kammerspiele de Munich, alrededor de las novelas de Arlt, Los siete locos y Los lanzallamas, con el elenco estable de la Kammerspiele, para ser estrenado en octubre-noviembre del 2022.