Seré curioso, y breve
Seré curioso… Expresión chistosa. ¿Es necesario anunciarlo? ¿Por qué el prolegómeno? Uno se imagina al personaje, algo anticuado, abriéndose paso en la conversación, dedo índice a la altura del pecho. Tras ese inicio la conversación puede imprevistamente tomar cualquier camino. Seré curioso, ¿sueña con motonetas? ¿Ve el aura de las personas al entrecerrar los ojos? ¿Tiene idea de cuántos kilos de pollo habrá comido este año? Seré curioso, ¿cuando mira al cielo imagina cosas?, ¿tiene ideas que le cuesta expresar, Ud. también?
Es clásica la relación que hace Freud entre la curiosidad y el interés por los asuntos sexuales. Presenta la idea en relación con el desarrollo infantil. Curiosidad es, básicamente, mirar la cosa sexual; empieza con un cómo se hacen los bebés y sigue toda la vida. O sea que el seré curioso tiene algo de excitado por inmiscuirse en intimidades ajenas. Y también propias, claro. Si fuéramos personas de bien al curioso habría que oponerle un decente ¡salí degenerado! El curioso siente erógena a la realidad toda y quiere meterse en las cosas, vicioso que goza del mundo. El que carece de curiosidad, en cambio, no encuentra satisfacción en ninguna cuestión, nada le interesa mucho, vive una especie de frigidez del interés por las cosas.
Al mismo tiempo la curiosidad, decimos, es el sostén de toda educación, su presupuesto. Pero no es lo mismo sentir la curiosidad de origen pulsional que veníamos describiendo que cultivar un abstracto y descomprometido amor por el saber, que hay que sostener con mucha voluntad y pocas ganas. La educación -que siempre decimos que hay que mejorar- tiene que aprender a acercarse a la excitación básica presente en todo querer. Allí si hay búsqueda real de conocimiento, partiendo de esa inicial disposición activa hacia las cosas.
O sea: no hay búsqueda impersonal, la curiosidad es siempre la de alguien y está guiada por un deseo. Hay movimiento y sentido cuando hay ganancia por venir: interés, placer, satisfacción en vista. La curiosidad, que es la iniciativa del pensar y consideramos clave en su función de desarrollo, está conectada con una búsqueda sensual. Quién hubiera dicho, tanto énfasis en los valores y la cosa venía por otro lado.
Otra punta interesante del seré curioso es que el tipo (o la mina) anuncian un interés futuro: por ahora no me importa pero después seguro que sí. Hoy no me meto demasiado pero ya van a ver. Como el seré millones que podría formular un individuo que se extrapolara en exceso, pero más sano. Seré curioso e indagaré sin parar…
También seré breve
La otra expresión, paralela y graciosa, es la de seré breve. Música para nuestros oídos. El tema es que quien lo anuncia pueda luego cumplirlo. Seré breve, dice, pero no termina más. Falsas promesas, trampa para incautos: “escuchame una cosita” que es en realidad un “te inundaré de palabras”. Saber cerrar una conversación es una facultad clave para el éxito de la civilización. No hace falta repasar todo lo dicho una vez más antes de despedirse. Al hacerlo, además, surgen ramas y la tentación de seguirlas. No trepamos árboles, conversamos. Bueno, quedamos así. Sí, le voy a decir entonces al tipo que el martes lo llamamos a ver si consiguió hablar con Dorita y de paso arreglamos para otro día porque ella no se lo banca y me dijo que desde aquella vez que… No. Al bueno quedamos así le sigue un dale y solo quedan chaus. El corte es difícil, pero no hay alternativa. Vale mucho más la identificación de los datos fundamentales, ir a por algo, que la abundancia desmedida de un descaminado intento de abarcarlo todo.
Seremos curiosos y seremos breves, grandes planes de los que hacerse cargo…
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