La conocieron en una jornada de adopción del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Allí estaba: una perrita muy sufrida que había sido rescatada de la calle. Y, aunque en el refugio Lucero -un espacio donde viven unos 40 entre los cuales hay viejitos, paralíticos y con enfermedades- estaba mejor, siempre se mostraba asustada y temerosa, por eso buscaban con urgencia una familia para ella.