Aguardientes de pieles de uva
Las bebidas destiladas derivadas de las pieles de las uvas gozan de un presente muy auspicioso, pero no siempre fue así. En los inicios estos alcoholes eran rústicos, agresivos y de baja calidad. En zonas vitícolas rurales, donde las condiciones económicas eran adversas, todo se aprovechaba. Así, las pieles de las uvas, luego de la fermentación, eran sometidas a un proceso de destilación, y se lograba un alcohol de calidad mediocre.
Hoy no está considerado de esa manera. Se elaboran con uvas muy aromáticas de calidad (pinot blanc, pinot noir, merlot y friuliano), los procesos de destilación son altamente cuidados y se busca la misma diversidad y excelencia que en los vinos.
El mejor ejemplo en la categoría es la grappa, originaria de Italia, que ganó un mayor reconocimiento a partir del impulso que dieron productores al incluir botellas extraordinarios diseños.
Sus pares en Europa son: marc en Francia (lo hay de Champagne, de Borgoña, de Jura); orujo en España, aunque en Galicia se conoce como bagazo al residuo que queda una vez extraido el mosto; en Portugal se denomina bagaceira; en Grecia, tsipouro, y la lista sigue.
La graduación final ronda los 40°; para lograrlos, se añade preferentemente agua desmineralizada, ya que cualquier componente propio disuelto en alcohol puede alterar el destilado.
A diferencia de los aguardientes derivados del vino, como el cognac, los provenientes de las pieles normalmente no se crían en madera, aunque existen algunos ejemplos y logran características diferentes.
Estos destilados son una propuesta más que valida. Vale la pena encontrarlos.
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