A 250 km de Montevideo, Fernando Konstantinovich, dedicado a la talabartería, adquirió el terreno y un descubrimiento inesperado lo obligó a replantear su negocio
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Desde sus inicios como vendedor, Fernando Konstantinovich (56) se dedicó a la talabartería, en especial venta al por mayor de “vestimenta para caballos”. Hace poco más de una década, cuando estaba decidido a ampliar su negocio, se enteró que el predio en el que funcionaba la emblemática fábrica de bebidas de Rómulo Mangini, estaba a la venta. La ubicación, en el centro de la ciudad uruguaya, le pareció estratégica, y su tamaño era justo lo que necesitaba. Lo que no imaginó es que un pozo de agua oculto en el inmueble y su pasado glorioso serían la llave de su nuevo negocio.
“Necesitaba un lugar más grande: tenía un furgón enorme y, como no sabía donde ponerlo, comencé a buscar un galpón. Alguien me dijo que se vendía ese terreno donde estaba la antigua fábrica, pero todos pensábamos que pertenecía al municipio. Es un predio de 2000 metros cuadrados que durante más de 30 años, después que la fábrica cerró, quedó en manos de un particular que se lo arrendaba al municipio y este lo subarrendaba a emprendedores o lo usaba como depósito”, cuenta Konstantinovich a LA NACION.
Él, al igual que todos en el pueblo, conocía la historia de la vieja fábrica. Aún es posible encontrar algunos de sus exempleados que cuentan orgullosos las anécdotas de aquellos tiempos. Y no es para menos, a mediados del siglo XX, la empresa de Mangini no solo se convirtió en el motor del pueblo (llegó a emplear a un centenar de personas), sino que además bautizó a su famosa bebida con el nombre del lugar: Agua Tónica “Paso de los Toros”.
“En 2010 compré la propiedad, solo pensando en ampliar mi logística. Con poco presupuesto reacondicioné lo que pude del lugar. Lo acomodé, pinté y me instalé con mi empresa. Al principio, no le di importancia al tema de la fábrica de agua tónica, pero al año siguiente, su historia empezó a llamar mi atención”, agrega.
La historia del agua tónica uruguaya
Paso de los Toros, en el departamento de Tacuarembó, se encuentra a 250 kilómetros de Montevideo. A comienzos del siglo XX llegó al lugar el químico Rómulo Mangini, junto a su esposa, para instalar una pequeña fábrica de bebidas, que luego extendió a la producción de algunos jabones.
Cuenta la historia que Mangini tenía un amigo inglés, un tal Jones, amante del agua tónica, que en aquella época se importaba de Reino Unido, quien lo desafió a crear una bebida tan buena como la extranjera.
“El inglés le dijo que sabía cuales eran los ingredientes del agua, pero no la combinación: el mayor porcentaje es agua, después lleva ralladura de naranja y quinina. Pero el tema era encontrar los porcentajes”, explica Konstantinovich que se dedicó a conversar con los vecinos de la zona que exempleados del lugar para interiorizarse del pasado de la antigua fábrica.
“Mangini tardó tres años en descubrir la fórmula, entre 1928 y 1929, y son famosos los cuentos de la gente a la que él le hacía probar el agua. Lo interesante es que el agua que él uso para la fabricación de aquella primera Paso de los Toros proviene del pozo que aún está en la fábrica, que tiene agua pura, que combinada con otros ingredientes fue la formula del éxito”, añade.
El agua tónica de Mangini pronto se convirtió en un boom. Periódicos de la época además de destacar el sabor de la bebida, le atribuían propiedades medicinales. Llegaban pedidos de todas las localidades vecinas. El primer nombre del agua tónica fue “Príncipe de Gales” y luego lo cambió a “Paso de los Toros” en homenaje al pueblo donde había surgido. Según Konstantinovich, hubo un tiempo que había más de 100 ralladores de naranjas trabajando en la fabricación de la bebida. “Traían las naranjas en tren desde la zona de Salto. Al mismo tiempo que bajaban los cajones con naranjas se cargaban en el tren las botellas de agua tónica. Era una fuente de trabajo importante. Las naranjas ya peladas se donaban a la escuela... En realidad, todo el pueblo consumía esas naranjas”, resalta.
“La tónica funcionaba muy bien. Encontré un balance muy extenso de cuando Mangini y su señora crearon la Sociedad Anónima. En ese balance surgen los deudores, clientes... Para crecer más, Mangini buscó socios inversores. Lo hizo con gente de Durazno y creó la Sociedad Anónima Agua Tónica Paso de los Toros. Así funcionó bien un tiempo”.
Tan bien funcionaba la venta de la tónica que la multinacional Pepsico pronto se interesó en la fábrica. “Dicen que Pepsi primero fue socio de Mangini, que compró las acciones de los inversores, porque Mangini en vida nunca quiso venderla. Él tenía un carácter fuerte. Pero hasta ahora no encontré el nieto de alguno de esos accionista que me confirme esa versión”, añade.
Mangini falleció en enero 1957 y al poco tiempo su mujer. Su hija, la única heredera, terminó por vender la totalidad de la empresa a la multinacional que, años después, decidió trasladar la fabricación de la bebida a Montevideo.
El pozo de agua
-¿Qué fue lo que despertó su interés en la antigua fábrica de agua tónica?
-Al año que estaba instalado con la talabartería vino un periodista a hacer una nota para promocionar una fiesta de la ciudad. Él me preguntó por el tema del agua tónica y me abrió los ojos. Ahí me pregunté “¿Yo qué estoy haciendo?”. Y empecé una época de cambios. Por suerte, el lugar no había sufrido cambios estructurales y eso nos permitió recuperar gran parte de la historia. Escaleras, altillos, puertas... es todo original. Salvo un techo que hubo que cambiarlo. Y también estaba el famoso pozo. Intacto
El pozo del que habla Konstantinovich es aquel de donde Mangini extraía el agua pura para fabricar la exitosa bebida, de 14 metros de metros de profundidad.
“Sacamos 6 metros de mugre, lo vaciamos y quedó espectacular. Aún tiene agua. Es parte de la fábrica, quedó adentro”, dice y agrega que dentro del pozo encontró botellitas con la inscripción King: “Ahora me queda la duda. Si ese no habría sido otro nombre que Mangini pensó, porque tienen el signo de la coronita. Aunque después lo cambió por ‘Paso de los Toros’, siempre mantuvo, en los logos de la botellas antiguas, una coronita en el envase”, insiste.
Agua “Don Rómulo”
Al ver que la limpieza del pozo había sido un éxito y que la antigua fábrica podía ser restaurada, Konstantinovich se dispuso a dar un paso más para igualar la fortuna de su primitivo dueño: registrar una nueva marca de agua “Don Rómulo Paso de los Toros” pero se encontró con una dificultad que no esperaba.
“Registré la marca de agua, pensando en lo que podía convertirse en el futuro. Primero registré la marca “Don Rómulo” para el agua, y luego, por lo que tenemos el problema, es por la marca “Don Rómulo Paso de los Toros” porque la multinacional se opuso diciendo que confunde... pero el problema es que ellos registraron el nombre de una ciudad y como nosotros somos una ciudad chica nunca hubo problemas, pero ahora es distinto”, dice mientras busca que el organismo público de Uruguay dedicado al registro de marcas otorgue de su aprobación.
Él, está convencido de que su marca, no representa ninguna confusión con la del Agua Tónica Paso de Los Toros de Pepsico y que “el nombre de una ciudad no puede pertenecer a una marca privada”.
-Esto puede ser un trámite muy largo, tal vez, años, pero usted parece decidido a insistir. ¿Qué lo motiva?
-No tengo apuro. Yo vivo acá. Busco defender lo nuestro... hay una parte de sentimiento. Se oponen al uso de la marca que en definitiva es el nombre de nuestra ciudad, nuestro lugar de procedencia. Lo quisieron hacer con mi marca de talabartería que se llama Efeka Paso de los Toros y no lo consiguieron, no prosperó. Ahora, voy a luchar por el agua.
Mientras tanto, en su afán de mantener viva la historia de la centenaria fábrica, Konstantinovich inauguró en el predio un hotel boutique para mostrar a sus huéspedes (con visita guiada incluida) el lugar donde nació la formula de la famosa bebida.
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