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“Tiene un carácter fuerte, una risa contagiosa, es muy exigente con ella misma, en ocasiones eso la frustra un poco, pero al final siempre toma una buena decisión que le permite volver a empezar y continuar. Le gusta leer, pintar, ver películas, series, hacer Tik Tok, tomarse fotos, es muy estética, le encanta llevar las uñas pintadas, maquillarse y arreglarse el cabello”.
Desde que tenía cuatro años y jugaba con las muñecas, Ana Avellaneda (47) supo que cuando sea grande iba a ser madre. Pasaron muchos años de aquellos recuerdos imborrables, tuvo varias parejas, con ninguna de ellas se casó, pero el deseo de tener un hijo siempre estuvo intacto.
Alrededor de los 38 años se inscribió en un juzgado para ser mamá por adopción. “Pensé en la adopción con firmeza cuando consideré que estaba preparada económica y emocionalmente para dar el paso”, recuerda Ana que es abogada.
Una ilusión llamada Erika
Si bien desde hace 20 años vive en la ciudad de Buenos Aires, Ana inició los trámites en Catamarca, provincia de la que es oriunda. En aquel momento, la Provincia de Catamarca no estaba adherida al Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos por lo que presentó un escrito y fue notificada para presentarse en dicha jurisdicción.
“Por la costumbre de relacionarme con mis hermanas mujeres (todas menores que ella) siempre me imaginé mamá de una nena. Con respecto al lugar de origen, siempre preferí del interior para compartir las tradiciones, los modos, la gastronomía y las tonaditas”.
A partir de ese momento Ana comenzó a visitar todos los meses la web del Poder Judicial y es así como tomó conocimiento de la Convocatoria Pública de Erika, una adolescente de 15 años, nacida en Salta “la que no presenta patologías, se encuentra escolarizada y actualmente residiendo en una Institución a cargo del Estado”.
“Dentro del extenso listado de la web recuerdo dos nenas de 13 años, también de Salta, que tenían condiciones similares a Ery, pero solo podía elegir a una. Fue difícil, muy difícil y opté por la más grande en edad ya que creí que era la que menos posibilidades tenía de ser adoptada”, explica Ana.
“Fueron llamados cortos, pero muy amenos”
El 7 de junio de 2016 envío un mail a la dirección indicada manifestando su deseo de postularse como adoptante de Erika. En ese mismo mes Ana recibió un llamado telefónico desde la Secretaria Tutelar de la Ciudad de Salta en el que le preguntaban si confirmaba su intención de continuar con la postulación y, de esa manera, gestionar la primera entrevista en forma personal que fue llevada a cabo en la capital salteña. Después de una serie de llamados telefónicos se acordó la primera entrevista para mediados de Octubre de 2016.
“Tuve la primera entrevista con los profesionales de la Secretaría quienes me realizaron las evaluaciones psico-sociales estipuladas para estos casos. Además, me puse en contacto con Cintia Zelaya, la psicóloga del hogar donde vivía Erika, que me contó las ganas que tenía de pertenecer a una familia, me habló de su personalidad, de sus gustos, de su carácter y de su nivel pedagógico”.
Cuando retornó a Buenos Aires Ana estaba ansiosa esperando una respuesta favorable de la evaluación a la que había sido sometida y para finales de noviembre recibió la tan ansiada noticia de que debía retornar a Salta para comenzar la vinculación con Ery. “En esa misma comunicación telefónica la Dra. Juliá me autorizó a realizar llamados telefónicos con Erika una vez por semana. Fueron llamados cortos, pero muy amenos donde conversamos sobre nuestras preferencias gastronómicas, sobre qué habíamos realizados durante el día. Le pregunté cómo le iba en la escuela, cuál era su materia preferida y cuál la que menos le gustaba”.
La ansiedad y la emoción de una hija que espera abrazar a su madre
Con mucha ansiedad, Ana subió al avión el domingo 4 de diciembre de 2016 con la expectativa de verse cara a cara con quien sería su hija. Tras unas entrevistas que tuvo que realizar por protocolo, la trasladaron hacia el hogar “El Amanecer” donde, por fin, conoció a Erika.
“Fue super emocionante, sensaciones que se entrecruzan, es difícil de expresar en forma tan clara. Pero lo que más me emocionó es lo que Ery me contó de aquel día. Se había despertado a las 6hs ya que no podía dormir de la ansiedad que tenía de conocer a la mujer que iba a venir por ella y yo llegué recién a las 10hs por lo que esa espera se le había hecho eterna y por un momento se le cruzó la idea que yo me podría haber arrepentido. Esa descripción es lo que más me emocionó y aun hoy, contándolo, me estremece”.
Tras ese primer encuentro, en lo único que pensaba Ana era en la segunda visita. Se había quedado con ganas de más. Y a Erika le pasaba exactamente lo mismo. “Quería volver a verla, charlar nuevamente con ella, que me contara y me preguntara todo, estábamos muy contentas las dos, podía ver sus ganas de ser parte de una familia, pero también podía percibir sus miedos que por momentos se confundían con los míos. Podía sentir una especie de ´química de familia´ ya que ambas queríamos marchar por el mismo camino”.
“Solo puedo decir gracias Dios, gracias mil veces”
Tras la emoción de esa primera vez, Ana y Ery compartieron varios momentos juntas en Salta antes de viajar a Buenos Aires. Fueron días de mucho calor y, entre otras cosas, fueron a un Shopping y al cine a ver Sully: hazaña en el Hudson.
“Fueron días muy intensos, de charlas conmovedoras, fuertes y solo sentía y siento admiración por mi hija, que fortaleza, que cacho de mujer de hija que me tocó. Solo puedo decir gracias Dios, gracias mil veces”, se emociona.
Desde hace más de cuatro años que el destino decidió cruzarlas, pero más que nada ellas se vienen eligiendo día a día en una hermosa relación de madre-hija pese a que la adopción plena recién llegó el 18 de diciembre de 2017, un año después de que se dieron el primer abrazo.
“La convivencia fue muy buena, me imaginaba otra cosa, pero la verdad fue mucho más simple. Todos me decían: ´es una adolescente, está en una etapa difícil, no vas a poder sola´. No sé si fueron mis ganas de que esto funcionara o sentir y aceptar que simplemente que la maternidad es esto, todo es parte de ser familia”.
“Es la persona más importante de mi vida”
Ana cuenta que su hija, a quien llama “Ery”, “Erikilla” o “Miss Salta”, es muy perseverante, que terminó la secundaria en 2020 y que este año ingresará al CBC con la idea de estudiar Abogacía, la misma carrera que su mamá.
“Cenamos, vamos al gimnasio y es una actividad que disfrutamos un montón, salimos de compras. Lo último que empezamos a hacer juntas es videos en Tik Tok, por iniciativa de ella, porque no entiendo nada de eso. Somos una especie de ´socias en el arte´: yo diseño espejos personalizados para nosotras y para regalar a nuestros seres queridos y ella los pinta, es muy buena en eso, muy prolija y realmente le encanta hacerlo. Conversamos bastante, compartimos muchas salidas y eso nos permite tener muchos momentos para entablar una conversación”, resume Ana sobre la hermosa relación que tiene con su hija.
¿Qué significa Erika en tu vida? “Es la persona más importante de mi vida, es mi hija, es mi hermosa familia y refuerza mi fe, mi esperanza, recordándome que las cosas llegan a la vida de cada persona en el momento justo, ni antes ni después. Hoy solo puedo agradecer, tengo más de lo esperado”.
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