¿Adolescencia o adultez? El secreto para saber en qué etapa de la vida estamos
Muchas veces necesitamos entender qué instancia atravesamos; para ello, entre otras cosas, debemos distinguir cuál es el mandato que nos enseñaron y definir qué podemos hacer con él
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Hoy quiero invitarte a reflexionar sobre el siguiente interrogante: ¿cómo sabemos si somos adultos o estamos atascados en la infancia o en la adolescencia?
Un adolescente piensa en un eterno presente; en el aquí y ahora. Para él, no hay nada más que presente; no existe el futuro; todo es ahora. Cuando una persona empieza a pensar en el futuro, a planificar y a accionar para construirlo, entonces deja de ser adolescente.
¿Y cómo sabemos que dejamos la infancia para transformarnos en adultos? Cuando construimos nuestro propio modelo, cuando nuestra voz interna, y no la de nuestros padres, es la que nos guía. Hay personas que me han dicho: “Bernardo, mi papá me gritó, me insultó, me dijo palabras hirientes, me advirtió que me iba a pasar esto y aquello. Ahora soy adulto, pero esas palabras todavía pesan profundamente”.
Existen muchas maneras en las que podríamos pensar el tema, pero hoy quiero compartir solo algunas:
Cuando vivimos en las palabras y en los mandatos que nos transmitieron nuestros padres cuando éramos chiquitos, estamos en la zona de confort; no queremos o no podemos construir autonomía, ya que nos da miedo hacerlo. ¿Por qué? Porque si tenemos nuestra propia voz y contradecimos lo que nos dijo nuestra mamá o nuestro papá cuando éramos pequeños, de alguna manera estaríamos perdiéndolos. En el fondo, desobedecerlos o hacer algo distinto a lo que nos enseñaron —especialmente cuando nos dijeron que si hacíamos eso nos iban a pasar cosas malas— significaría perderlos. ¿Por qué? Porque todavía somos como niños, y lo que ellos nos expresaron —que nos iba a ir mal, que no éramos capaces, que no lo lograríamos— sigue siendo palabra sagrada, palabra santa.
Ahora bien, la pregunta es: ¿Se cumplió eso que te dijeron? Si no se cumplió, entonces estás libre. Si mucho de lo que te manifestaron se cumplió, es probable que sus palabras hayan terminado siendo una profecía autocumplida, porque en el fondo querías seguir siendo fiel a lo que tus padres te dijeron. Entonces, el adolescente es adulto cuando ve el futuro y el niño es psicológicamente adulto cuando ve el presente y construye su propia voz, hace lo que anhela.
Está bien escuchar lo que nos dicen pero, en última instancia, debemos hacernos cargo de nuestra propia voz, de nuestras decisiones y acciones. Es necesario que quitemos el mandato inspirado de esas palabras que nos dijeron nuestros padres, ya que no son ni más ni menos que eso, palabras.
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