Qué se sabe sobre el soñar
Es sabido el efecto del descanso en el bienestar e incluso se sabe de este por el malestar que genera su interrupción. Un aspecto importante que me interesa destacar aquí está vinculado a la actividad onírica.
En 1938 Sigmund Freud afirmó que "el sueño es siempre un intento de eliminar la perturbación del dormir por medio de un cumplimiento de deseo"; y agregó: "Es, por tanto, el guardián del dormir".
El yo inicia el trabajo del sueño con el fin de poder responder a un impulso (una pulsión, inconsciente); o para resolver aquello pendiente y que dejó al yo preocupado (resto de actividad preconsciente del día). El yo experimenta estas "exigencias" como perturbaciones a eliminar y, a la vez, desea dormir. Ahí, el trabajo del sueño aparece como un intento de dar solución al conflicto. Una solución de compromiso entre el deseo de dormir y aquellos deseos inquietantes. Al hallar satisfacción parcial, el sueño recordado resulta -con frecuencia- tan sorprendente como incomprensible.
Y entonces, ¿por qué alguien despierta? O peor aún ¿por qué tiene pesadillas? Sigmund Freud respondió a estas preguntas haciendo una excepción con los sueños traumáticos. Estos responden a una situación (traumática) que no ha podido ser elaborada psíquicamente y, por este motivo, sirven a una función más originaria, que es la de tramitar el desborde.
Diferente es el caso de los sueños de angustia. En estos algo del "acuerdo" fracasó y, al no eliminar la perturbación quizá por su intensidad-, el yo reacciona despertando, con sentimiento de angustia.
¿Por qué los sueños son tan extraños? Aun cuando luego sean olvidados, el trabajo del sueño halla un cumplimiento de los deseos desfigurándolos, con el fin de limitar eso movilizante y eliminar las perturbaciones al dormir. Esta desfiguración onírica provoca que el propio soñante desconozca el sentido de sus sueños, les parezcan absurdos o delirantes. Esta ajenidad e incoherencia puede hacer que lo cuente a otros, para que lo ayuden a entender.
Hay un simbolismo en el sueño (casa = persona; rey y reina = padres; agua = nacimiento; y también existen múltiples símbolos sexuales) pero este no alcanza para la interpretación. Las interpretaciones de símbolos son monótonas. Es necesario complementar la interpretación con las ocurrencias del soñante. Pero incluso puede suceder que, sobre estas asociaciones y ocurrencias, operen objeciones. Estos juicios críticos están al servicio de la defensa contra los deseos que motorizaron el sueño y mueven a que se desfiguren más, "cubriendo" con un sentido que da alivio frente a lo incierto. Esto hace bastante complejo -e interesante- el trabajo de interpretación de los sueños.
¿Cómo logra el yo la desfiguración para que los deseos hallen cumplimiento? Son variadas operaciones del trabajo del sueño -para no despertar- e incluyen, además del simbolismo y de la búsqueda de sentido recién mencionadas, a la omisión y a la modificación de elementos; a la alusión y a la sustitución de unos elementos por otros; la figuración de pensamientos a través imágenes visuales, que puede ser incluso por sus opuestos.
A veces algunos elementos del sueño son recordados con duda o se consideran irrelevantes, y muestran su importancia al ser interpretados; otros elementos que aparentan ser muy significativos e intensos, resultan ser sustitutos o alusiones que "engañan" la atención.
Si estas operaciones tienen éxito, "lo inquietante" deviene inofensivo y el yo puede seguir durmiendo, e incluso disfrutar de sus sueños… hasta que se despierta "en el mejor momento".
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