A 38 años de uno de los peores accidentes aéreos en la historia de los Estados Unidos
El 9 de julio de 1982 el vuelo 759 de Pan Am despegó del Aeropuerto de Nueva Orleans con rumbo a Las Vegas, Nevada. Pero a los pocos minutos, debido a las fuertes tormentas, el Boeing 727-200 descendió e impactó en una zona de Kenner, Luisiana.
Por el impacto y posterior incendio de la aeronave, perdieron la vida 153 personas (145 pasajeros y ocho en tierra), convirtiéndolo en el quinto accidente aéreo más grave en la historia de los Estados Unidos. Seis casas resultaron destruidas por el impacto, en una de ellas un bebé fue encontrado con vida en su cuna cubierta de escombros que lo protegieron de las llamas.
Luego de varias investigaciones, la Junta Nacional de Seguridad de Transporte determinó que la causa del accidente fue el encuentro de la aeronave con una microrráfaga inducida por una cortante de viento durante el despegue. Esto impuso una corriente descendente y una disminución del viento en contra, efectos por los cuales el piloto habría tenido dificultades para reconocer y reaccionar en el tiempo para el descenso de la aeronave.
Este accidente en gran parte se dio por la tecnología limitada que tenían las aeronaves en ese entonces. Tres años después del accidente, se avanzó en la detección de la cortante del viento en el aire y el sistema de alerta. La Administración Federal de Aviación fue obligada a contar con estos sistemas a bordo.
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