Abrazado a su hermano muerto, lo encontraron en una caja en un estado preocupante: “Pensamos que no lo iba a lograr”

PARA LA NACIONJimena Barrionuevo

Como les había sucedido en otras -tantas- oportunidades, el aviso les llegó a través de una vecina del barrio. El mensaje era claro: en una zona lindera a las “Torres del Doque”, había una caja de cartón con un perrito dentro. De inmediato Carla Martínez se acercó al lugar y efectivamente, cuando llegó, pudo encontrar a un cachorro de pocos días de vida abandonado a su suerte en una pequeña caja y abrazado al cuerpo de su hermano sin vida.

No había tiempo que perder. Aunque cuando lo acarició para decirle que todo iba a estar bien, el perrito no reaccionó, corrió a la veterinaria de confianza. En cuanto la médica vio a Cristobalito, supo que su vida pendía de un hilo. El cachorro presentaba síntomas de parvovirus, una enfermedad altamente contagiosa que se transmite de un perro a otro perro a través de la materia fecal o del vómito, por lo que es muy fácil encontrarlo en lugares públicos, parques, refugios, perreras, entre otros.

“Quedó aislado en el garaje de una casa”

“El parvovirus afecta directamente al tracto intestinal del animal. Provoca inflamación y complicaciones que pueden desencadenar una infección más fuerte, con vómitos, deshidratación, heces con sangre, letargo y pérdida del apetito”, según informan desde Purina.

Eso no fue todo. Cristobalito también presentaba demodexia, que se manifiesta con la caída del pelaje y la inflamación de la piel. El cuadro era grave. Se decidió entonces que quedaría internado para pasarle fluidos y controlarlo de cerca.

“Cuando tuvo el alta, Carla se lo llevó a su casa y quedó aislado en el garage de la casa de ella. Pensamos que no lo iba a lograr, pero tenía ganas de vivir y pudo salir del cuadro en dos semanas. En ese momento ya lo pudimos empezar a bañar, alzar y tener en brazos”, recuerda Carina Sanz, otra de las voluntarias de Dog Sud (en alusión a Dock Sud), en el partido de Avellaneda, que rescata a animales del maltrato y el abandono.

En ese barrio, todos los casos en los que han estado involucradas las amigas, tienen un denominador común: animales abandonados, en estado deplorable, desnutridos, deshidratados y con historias muy tristes. “Hacemos todo a pulmón, con dinero que sale de nuestros bolsillos y de la ayuda que recibimos de gente del barrio, amigos o conocidos. Somos siete amigas. Recuperamos a los animales y los ayudamos a encontrar un hogar donde los respeten y les aseguren la vida digna que todos merecen”.

“La mujer lloraba y nos pedía disculpas”

Ahora había llegado el turno de que Cristobalito tuviera su familia para siempre. No tardaron en comunicarse posibles adoptantes. Entre todos ellos, quedó seleccionada una mujer que viajó desde San Isidro a Avellaneda para buscar al cachorro y darle una nueva vida. Pero algo sucedió en el camino y, a los dos días, para sorpresa de todos, Cristobalito fue llevado de regreso a su casa de tránsito.

“La mujer estaba muy angustiada. Nos pidió disculpas. Ella había querido darle una sorpresa a su pareja, pero el hombre no estaba de acuerdo con la idea de sumar un integrante más a su casa. De modo que acordaron que lo mejor era que volviera con nosotras. Siempre decimos que estas situaciones son tristes, pero pueden pasar y por algo pasan”, asegura Carina.

Hoy Cristobalito vive en Parque Chas con su humano Ian. Ya pasaron más de cuatro años desde su rescate. “Cuando lo adoptó, le dijimos que iba a ser de tamaño mediano a chico. Pero Cristobalito nos sorprendió una vez más y se convirtió en un perro con un hermoso porte y un tamaño que deja con la boca abierta a todos. Desde luego a Ian no le importó. Cuando se adopta con el corazón, nada tiene más valor que el vínculo único que se puede construir”.

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