Marcelo Williams se define como “arquitecto, diseñador de interiores y aprendiz de jardinero”; a esta última pasión la exprime al máximo en un terreno de 3 hectáreas donde combina su interés por las plantas con su ojo experto para la elección del mobiliario interior.
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Hace once años que el arquitecto Marcelo Williams construyó su casa de fin de semana por la zona de Cardales, en una chacra que lo conquistó por su tranquilidad y vegetación. Él vive en el Centro, pero siempre tuvo una mirada más allá del cemento.
“Me voy quedando cada vez más días. Antes, sábados y domingos; ahora, de jueves a lunes. Se que voy a terminar viviendo acá”, dice
El diseño que eligió para su refugio de desconexión se basa en tres volúmenes (dos laterales y uno central) conectados a través de amplios pasillos con puertas-ventana a ambos lados que, a su vez, funcionan como acceso a dos grandes galerías: una al frente, con sillones y un hogar para las reuniones; la otra, atrás, vinculada con la pileta.
Con los años y el uso, sumó un quincho, una parrilla y un baño exterior. “Como se fue transformando en un lugar de vivienda permanente, las necesidades cambiaron y la tuve que ampliar”, explica Marcelo, a quien le gusta de recibir y agasajar amigos.
Mezcla cálida
En sintonía con un estilo que le gusta mucho, para el equipamiento de los interiores Marcelo se inspiró en las casas del sur de Francia. El objetivo fue lograr una ambientación con elementos nobles que trascendieran tendencias, pero que no remitieran directamente “al bombo y al folclore”, según explica.
"Suelo mezclar cosas modernas con antiguas. En este caso, por ejemplo, los muebles vintage tuvieron un rol importante en compensar la frialdad que pueden transmitir las casas de campo en invierno"
Arq. Marcelo Williams
El hogar tiene un frente metálico revestido con listones de yesero rescatados durante la obra y, sobre la chimenea, se sumó un antiguo artefacto de iluminación de los años 50 en hierro, que el dueño y hacedor de la casa adaptó como objeto decorativo.
La original mesa ratona es una banqueta tapizada en cuero de potro. “No importa si apoyás las botas con barro o si se te cae vino o café, no se mancha jamás”
Para los pisos se usaron tablones de dos pulgadas de pino Paraná estacionado (Pablo Ledesma) provenientes de las estanterías de una antigua fábrica. Marcelo quiso colocarlo tal cual: se ajustaron las dimensiones, se limpió y se enceró; pero no se pulió, para preservar la pátina del tiempo e, incluso, las anotaciones originales.
Mis amigos aman la chacra. De hecho, estoy construyendo dos casas del estilo en Tucumán, para clientes que conocieron la mía y de inmediato quisieron algo similar
Detrás de los sillones franceses, el paso a la cocina con alfombra de pura lana de oveja (Elementos Argentinos); en la otra punta, con botellones y una aguada del artista Pablo Lozano, el espacio que comunica con los dormitorios. En estos sectores, así como en la cocina, se bajó el cielo raso con entablonado de madera para hacer los ambientes más acogedores.
"Es práctico tener el sector de fuegos y cocina aparte. Así, cuando hago reuniones, puedo armar tragos en la barra y que cada uno participe sin llenarse de humo ni ver lo que se está cocinando"
El ambiente tiene mesadas en mármol de Carrara (Marmolería Masturla), grifería monocromando ‘Temple’ (FV, Barugel Azulay) y muebles laqueados blancos (Estudio Marcelo Williams).
En el comedor, una antigua mesa de pino (La Maja Remates), sillas de director en lona blanca y lámpara de tablero amurada (Beltrame).
El dormitorio en suite tiene otro diseño de Marcelo: un cabezal tapizado en lino (Compañía del Comercio), con mesitas de luz de diferente estilo. Una, tipo ‘Tulip’, en blanco; la otra, de hierro patinado (La Lupa). Sobre ambas, lámparas realizadas por el arquitecto a partir de objetos decorativos de yute que compró en el sector de bazar de un supermercado. Manta turquesa de lana de llama (Elementos Argentinos).
Afuera todo el año
Con el afán de poder disfrutar de su casa también en invierno, Marcelo proyectó un hogar semicubierto para ambientar las noches frías. Sobre la chimenea, una cabeza de vaca que encontró en el campo, pintó de blanco y colgó con alambre. Completan el sector un juego de sillones de hierro con almohadones en bull blanco.
El diseño del paisaje se hizo inicialmente con la colaboración de Jonathan Abraham, pero hoy se encarga por completo Marcelo, tanto de elegir las plantas como de mantenerlas. El jardín combina tonos de lila, blanco y rosa a través de lavandas, salvias silvestres y distintas especies de rosales.
La pileta está levantada 50 cm de la cota cero, al igual que la galería, para tener mejores vistas al terreno. “Estar unos centímetros elevados da otra sensación, una perspectiva mucho mejor de todo el verde”, afirma el arquitecto.
“La casa no me ha traído problemas, es super noble, así que me permite dedicarme a pleno a acomodar los canteros y ver las plantas florecer”.
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