Para reformar este departamento de 1914 en el centro de Barcelona, el Estudio CaSA-en asociación con el Estudio Margherita Serboli- tuvo un particular comitente: el arquitecto italiano Andrea Serboli, uno de sus fundadores. Ubicado sobre un pasaje angosto y verde a dos cuadras de La Sagrada Familia, la fachada del edificio en nada anticipa sus interiores. Si el cambio fue tan radical, es porque el estado general de estos 75m2 era muy malo, y poco se pudo salvar más allá de algunas molduras y los pisos de calcáreos de los dormitorios.
Originalmente, el departamento estaba compartimentado en seis espacios. En fuerte contraste con el azul, las vigas pintadas de coral refuerzan estructuralmente la ausencia de esos muros y, metafóricamente, traen al presente su recuerdo.
"Busqué transmitir confort y lujo sin ir a materiales o acabados muy caros; mezclar mármol y bronce con elementos que vienen de la construcción más básica o incluso de la autoconstrucción: el microcemento, el contrachapado de madera o unas baldosas muy sencillas".
"Pedí una serie de muestras de lacado de verdes y azules, y me quedé con la que mejor iba cambiando según la luz del día. En la mayoría de las fotos se aprecia como un azul ‘lapislázuli’, pero prometo que dependiendo de la hora también puede parecer ‘petróleo’", asegura el dueño de casa.
Si bien se lamenta por la pérdida de las aberturas de época, esta que toma toda la pared es pura luz. El cemento alisado se usó ante la imposibilidad de mantener los pisos originales, por dos motivos: su mal estado y la ubicación desfavorable del baño y la cocina, que se reubicaron con la consecuente rotura de lo que quedaba.
"La idea inicial fue que el espacio quedara como un gran contenedor neutro, donde disponer todos aquellos objetos que he ido juntando (y sigo) a lo largo de mis viajes o de mi día a día".
"En 2005 viví en Buenos Aires. Participé, a través de la FADU, de un concurso de recalificación de la Villa 21. Fue mi primer viaje fuera de Europa y me sorprendió encontrarme, tan lejos, con una cultura que, por muchos aspectos (buenos y malos), como italiano me resultaba muy familiar".
El único elemento arquitectónico iba a ser la caja central, que con su abrirse y cerrarse modula el espacio dentro y fuera de sí, y quería que fuera de un color mediterráneo
"Había que vaciar lo roto, quitar divisiones anticuadas y poco prácticas, tener más luz. La gran caja azul que colocamos en el medio redefine y redistribuye de un modo más estético, funcional y arquitectónico", explica Serboli sobre la estructura que le da soporte a la cocina, continúa en una hilera de placares que disimula la entrada al baño y da la vuelta para terminar en un generosísimo espacio de guardado en la habitación principal. Una solución creativa, lúdica y al hueso que lo dice todo sobre sus creadores.
La piel interior de la caja del baño es de microcemento en un rosado muy cálido, en contraste con el cemento alisado celeste del acceso. Esa misma combinación se reitera en los cerámicos con junta coral.
El desafío fue mantener los elementos de época que podían salvarse sin renunciar a un departamento con un carácter distintivamente contemporáneo, y tan diáfano como fuera posible".
"No quise olvidarme de una cierta ‘mediterraneidad que, creo, es –consciente o inconscientemente– parte de una mochila que llevo y con la cual estoy cada vez más cómodo".
Producción: Estudio CaSa.
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