En tiempos de incertidumbre, hay recursos para mantenerse optimista y elegir la felicidad como estilo de vida.
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Estamos en una época de gran incertidumbre. Cierta previsibilidad que solíamos manejar quedó puesta en entredicho. Al punto de que empezamos a cuestionarnos: ¿cuántas cosas que dábamos por ciertas no lo eran tanto?, ¿cuánto sabíamos realmente?
La razón –la certidumbre– nos da una ilusión de control necesaria. Nos ayuda a enfrentar un dolor, algún peligro, pero no alcanza cuando queremos estar cerca de lo real y de la complejidad de la vida. Introducir la cuota de no control (que ahora se nos metió de prepo) nos permite tratar con lo novedoso y nos ayuda a admitir el hecho de que solo podemos abarcar un tiempo y espacio en el presente. Estar perdidas –no saber– es parte normal y productiva del estar vivas.
Ahora bien, sobre ese presente, aunque parezca acotado, podemos operar. Digamos que podemos ampliar el ancho de banda para hacerlo más elástico, flexible, cómodo. Siempre que algo nos limita, alguna inteligencia interna nos invita a que dejemos de aferrarnos a versiones viejas nuestras y que nos abramos a aspectos nuevos. Como dice nuestra experta consultada, Gaby Piccoli: "Lo bueno que nos trae la restricción es que nos lleva a que otra parte nuestra se amplíe". Esos aspectos –los hábitos, rituales y objetos que vamos a explorar– son los que nos ayudan a sostener y expandir la seguidilla de presentes que conforman esto que llamamos vida. Tus balsas emocionales para este momento pueden ser muchas: desde una práctica cotidiana hasta la conexión con tu mundo más espiritual.
La propuesta es volver a vos. Elegir la felicidad más allá de lo que suceda. Cuanto más enteras estemos, más enteras vamos a estar para lo demás –los afectos, el trabajo, las tareas–. La vuelta a lo interno no significa individualismo, es todo lo contrario. Es potenciar tu interior a la enésima potencia para poder compartir más y colaborar con el colectivo que quieras, ya posicionada desde tu poder personal, que es infinito. Leé esta frase y meditala: la felicidad es una decisión.
SUMÁ HÁBITOS
- Conectate con la divinidad. ¿Creés en Dios? ¿En la Naturaleza? ¿El Universo? ¿Una energía superior? ¿Tenés un gurú? Entonces sentite cuidada y bendecida. Nuestro corazón late 80 mil veces por día y respiramos unas 20 mil sin que nos demos cuenta. Hay una energía más allá de nosotras que se ocupa de eso. Una bendición que nos da la vida a cada minuto. Sentite cuidada por esta energía superior. Sé como esa nena que juega en la plaza y de vez en cuando pispea si su mamá o papá está atrás. Tomate un minuto cada mañana o cada noche para conectarte con esta fuente de energía, cuidado y paz. Puede ser rezando, pidiendo, cantando un mantra o como vos sientas que te conectás con la divinidad.
- Obrá. Se trata de dar. Sin esperar nada. Y seguir. Tampoco contarlo. Vas a ver cómo, además de reconfortarte el alma, va a generar un efecto de abundancia. Cuanto más das, más recibís. Y la razón es simple: la energía no se pierde, se transforma. Aunque te parezca que es poco lo que tenés para ofrecer, vos dalo. Ayudá a alguien, doná, regalá, mimá, escuchá. Siempre desinteresadamente. De repente, vas a estar nadando en un caldo de abundancia magnífico.
- Hackeá tus pensamientos. El poder de la mente es infinito. Creamos la realidad de acuerdo a lo que creemos. Existe un campo cuántico en el que todas las probabilidades están a nuestro alcance. Donde pongamos el foco de nuestros pensamientos, vamos a aumentar la frecuencia vibracional y crear esa realidad. Es mucho más que fe en el universo, es fe en vos. Observate. Cuando te encuentres quejándote o enojada, rastreá qué pensamiento te llevó a esa emoción. Pensá en otra cosa, amaestrá tu mente. La meditación es buena para eso.
- Valorá tus logros. Hacé listados de todo lo que salió bien, hasta lo mínimo. "No naturalizar lo obvio", decía Pichon-Rivière. Naturalizábamos salir a caminar, encontrarnos a tomar un café con una amiga. La vida nos mostró que no era obvio. Entonces, si la tortilla de papas no se te pega y te sale babé, ponete a bailar. También podés ponerte post its con palabras amables.
- Mimá tu cuerpo. La higiene física es clave. Somos un todo. En esa unidad se necesita equilibrio. Mimar a nuestro cuerpo es mandarle un mensaje de amor propio a nuestro cerebro. Sabemos que tenemos que bañarnos, lavarnos los dientes, peinarnos, cuidarnos la piel y las uñas. También podés perfumarte, ponerte una cremita y algún accesorio que te haga sentir bien. Cuidá la postura. Siempre la frente en alto, el pecho abierto, los hombros relajados. Con tan solo un cambio de postura corporal se modifica tu actitud y estado emocional.
- Agradecé. ¿Cómo y cuándo agradecer? Simple: cuando te acostás, cerrá los ojos, repasá en orden cronológico tu día y detenete en cada cosa que salió bien, incluso en lo que no pero te enseñó algo, y agradecé de antemano lo que va a salir bien mañana. Te hace relajar, te hace reparar en cosas que en las corridas quizá no advertiste, te hace no dar nada por sentado, te hace irte a dormir más contenta. Como dice la canción, vivir es un regalo y un presente. Agradecé cada día el regalo de haberlo vivido. Al experimentarlo, vas a notar cómo empieza a operar en vos.
SUMÁ OBJETOS DE PODER
Tu talismán, tu amuleto, tu altar. ¿Ya tenés tu talismán? Se trata de un objeto que porta algo de lo invisible. Suele estar hecho por un mago, es decir, alguien que tiene un conocimiento superior. Como la medalla de San Benito, que fue elaborada con el fin de transformar la energía. O la medalla milagrosa. Un amuleto es un objeto al que le ponés tu energía. Lo dotás de significado para que te acompañe. Puede ser una piedra (la que sientas..., dicen que ellas te eligen), un metal, una moneda. El rol de estos objetos es favorecer tus acciones: no las reemplazan, por supuesto. Pero lo maravilloso es que vehiculizan tu propia fe.
Podés armar un pequeño altar, es decir, un espacio sagrado para agradecer, para pedir. Un rinconcito tuyo que todos deben respetar. Podés armarlo cuando lo sentís, cuando necesitás ese lugar de conexión con la divinidad y el amor. A veces nuestras creencias son también "balsas" o pilares a los que aferrarnos en momentos de alta incertidumbre.
¿Qué poner? Elementos de la naturaleza como piedras, flores, agua, una vela encendida. En lo posible, que estén los cuatro elementos. La imagen que vos sientas. Puede ser incluso de tu Dios, tu maestro o gurú. O de algún santo en que creas. El altar es dinámico, porque vos también te vas transformando. La función es agradecer e intencionar. Podés dejar esas expresiones por escrito o cantar mantras. En el hinduismo, por ejemplo, es muy común que cada altar tenga una imagen de Ganesha, el dios del intelecto, removedor de obstáculos. Es ideal para invocar cuando estás perdida, si tenés algo bloqueado o si necesitás ayuda para avanzar.
PRACTICÁ RITUALES
Aunque estamos en una quietud y un encierro casi totales, las cosas cambian a paso acelerado a nivel invisible y nuestra mente es súper veloz de modo casi imperceptible.
La energía de nuestros pensamientos y emociones nos afecta. También la de los ambientes. Por eso, podemos aprender a reconocer por dónde se nos fuga energía y nos desvitaliza. Una vez hecho esto, tenemos la herramienta de los rituales. Su función es abrirnos a la posibilidad de comunicarnos con lo invisible. Es parte de la nueva inteligencia unir lo espiritual a lo biológico para que ambas áreas cooperen entre sí.
Para hacer un ritual en casa, lo primero es tener una intención clara. ¿Qué estoy necesitando renovar, limpiar, descrear, permitir, invocar, conectar, convocar?
En los tiempos que corren –con los fantasmas que pueden surgir en nuestra imaginación–, está bueno hacer limpiezas energéticas al menos una vez por semana (un sahumado, por ejemplo) y, cada diez días, algún ritual para conectarse con nuevos niveles de amor personal.
Para este ritual, está bueno elegir una música que te guste, centrarte teniendo conciencia de que formás parte de este planeta Tierra, realizando unas respiraciones, reconociendo tu espíritu. Después, cerrás los ojos y te conectás con el ambiente, hogar o lugar de trabajo que vas a limpiar y le preguntás por qué ambiente sería bueno comenzar el ritual. Ahora sí, caminás con la fórmula encendida diciendo: "¡A disfrutar de los nuevos y puros aires!".
Los NO en la incertidumbre
- No postergues. Procrastinar te lleva a tener cada vez más carga. Va de la mano con la voluntad. Es decir, esos momentos en que decimos: "No tengo ganas, sin embargo, lo hago". Es como cuando en una carrera tenés que estudiar una materia que no te gusta, pero lo hacés por un objetivo o propósito mayor, que es recibirte.
- No te enjuicies. Observate, pero como una mamá buena. Respetate y tratate como tratás a un niño cuando está aprendiendo a caminar. Con amor y comprensión.
- No stalkees. Esa es otra forma de ocupar tiempo en los demás que no es para dar. Que la mirada externa no te condicione. Enfocate en validar la tuya.
La salida es hacia adentro
Por Graciela Bottini. Psicóloga, coach y líder espiritual.
Estamos todos en el mismo mar de dudas, algunos en un súper yate, otros en un bote, otros nadando, otros haciendo lo posible por sacar la cabeza a la superficie. El asunto es: la incertidumbre es inherente a la condición humana. En ese sentido, hasta las latas tienen ventaja sobre nosotros, porque tienen fecha de vencimiento. La GRAN incertidumbre es que no sabemos cuándo es nuestro último segundo. No venimos con el conocimiento de cuándo es la fecha de vencimiento. Y ahí está el gran arte del juego de la vida.
Es cierto que estamos en tiempos de mayor incertidumbre, sí, pero siempre fue una ilusión la certeza. Vivíamos en un mundo que creíamos que era de determinada manera. De un día para el otro, lo que creíamos que era no era. Se corrió el velo, la ilusión. En estos tiempos hacemos esfuerzos por entender una realidad que no tiene ningún tipo de razón.
Entonces, la incertidumbre es mucho más que no saber. Es parte del vivir. Es el puente entre lo conocido y lo desconocido. Más que nunca, la salida es hacia adentro. Porque lo único cierto es nuestro interior. Estamos en una era de gran cambio de conciencia. Para poder encontrar espacios de seguridad, tenemos que recordar quiénes somos.
Expertos consultados: Inés Dates. Nuestra psicóloga. @ines.dates.viviendo. Gaby Piccoli. Directora de Pureza de Hogar. @purezadehogar. @gabypiccoli.pureza. Ale Londinsky. Coach de bienestar. @alelondinsky. Graciela Bottini. Psicóloga, coach y líder espiritual. www.gracielabottini.com.ar@gracielabottini.
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